Lust and Glamour
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Thomas Edison, nº 109

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Mensaje  Ingrid Evans Lun Oct 19, 2009 10:52 pm

La casa de los Evans es un acogedor chalet inglés reformado para adaptarlo a las necesidades de la gente moderna.
Se encuentra a las afueras de Golden Hills, precisamente en una de las colinas que dan nombre al barrio. Es una construcción con vigas de madera que lleva más tiempo en pie del que se puede contar, pero entra en el grupo de esas casas sólidas con paredes gruesas que constituyen un estupendo aislante del frío y el ruido exteriores.

El jardín es pequeño, pero no importa mucho porque ni Alexander ni Ingrid tienen demasiado tiempo para ocuparse de él. Un jardinero llamado Joe va cuando es necesario a cortar la hierba y evitar que la maleza se apodere del sendero de piedra. Dicho sendero conduce directo a la puerta principal.

Al franquearla se entra de lleno en el salón, una estancia bien iluminada y sobre todo cómoda, con una chimenea de piedra y varios sillones mullidos donde Ingrid aprovecha para llevar a cabo su mayor vicio: dormir.
Un poco más adelante está la cocina, que hace las veces de comedor y está decorada enteramente en madera de haya. Si queréis saber un secreto, las flores del jarrón son falsas Rolling Eyes
A la izquierda hay un estudio donde Alexander se empeñó en meter los muebles de casa de sus abuelos, alegando que eran una reliquia. A Ingrid le parecen espantosos, pero finalmente tuvo que dar su brazo a torcer. Nunca entra en esa habitación si puede evitarlo.
Para acabar la primera planta, encontramos un cuarto de baño pequeño pero bien distribuído.

Los cientos de libros que tienen están guardados en la escalera, aprovechando al máximo cada metro cuadrado.
En el segundo piso está su habitación, con una cama de matrimonio más ancha de lo normal porque a veces Alex da patadas en sueños Very Happy Hay también otro baño con hidromasaje y una impresionante terraza con macetas bien cuidadas (volver a ver a Joe para más información).
Al otro lado de la casa está el cuarto de invitados, en un ala adosada donde pueden tener más intimidad.

PD. Los Evans tienen un canario obeso llamado Pavarotti que presenta una especie de trastorno paranoico. No para de golpearse la cabeza con los barrotes de la jaula.

PPD. Encima de la mesilla de noche de Alex hay una peluca violeta, recuerdo de cuando hizo una semana de residencia en pediatría. Cuando dejan suelto a Pavarotti siempre se caga encima, y ninguno de los más eminentes psicólogos mundiales ha sabido dictaminar por qué.
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 12:01 am

Tras una dura mañana/tarde de trabajo, finalmente va en su coche en dirección a su hogar. Al menos ha sido bastante satisfactorio y ha logrado salvarle la vida a un hombre que había padecido un accidente de tráfico, como se nota en su sonrisa y en como tararea la canción que está sonando en la radio:

- ¡YMCA!!- Canta al ritmo, golpeteando con las manos en el volante pero sin perder la concentración.. Al cabo de unos 20 minutos aparca en su porche y coge el maletín del asiento del copiloto, llegando a la entrada y abriendo la puerta. Nada más cerrar, deja su abrigo en el perchero y el maletín, en un gesto de descuido, a la entrada del salón, en el mismo suelo:

- Cariiiiño, ¡Ya estoy en casa!- Exclama en voz algo alta, sin saber si está o seguirá trabajando, pero por si acaso.
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 12:08 am

Estaba en la cocina peleando con las malditas cebollas. No sabía por qué demonios se ponía a pelar cebollas si siempre le pasaba lo mismo: los ojos se le ponían rojos y empezaban a resbalarle por las mejillas unos lagrimones como canicas.
Exasperada apartó los vegetales a un lado cuando escuchó el coche de Alex en el porche, lavándose las manos a toda prisa y saliendo a su encuentro con una expresión del todo menos amable.

- Las cebollas me maltratan. - Declaró, secándose las lágrimas con el dorso de la mano. - ¿Me haces el favor de cortarlas tú?

Menudo recibimiento de mierda. Sintiéndose culpable avanzó hacia su marido y se puso de puntillas para darle un beso en los labios. Sonrió, contenta de verle tan feliz.

- ¿Ha ido todo bien en tu clínica de pijos? Very Happy
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 12:14 am

Y va a avanzar hacia el salón cuando se encuentra con su mujer delante, con los ojos enrojecidos. EN un inicio piensa que le pasa algo, pero no puede amagar la sonrisa cuando menciona el problemón, ir´pnicamente hablando, que se trae entre manos...

Aunque lo que sí hace es suspirar:

- ira que eres cabezona, ¿ eh?. Si no puedes las pelo yo, mujer...- Recibe el beso encantado de la vida, antes de pasar por su lado, escuchando la pregunta de refilón, y acceder a la cocina.

Se arremanga como si se trajese entre manos un super proyecto importantísimo, tomando el cuchillo y poniéndose a pelar cebollas, ladeando el rostro para responderla:

- Puues no ha ido mal, la verdad, es gratificante eso de salvar vidas... ¿ Y a ti que tal?- Pregunta con dulzura, centrándose de nuevo en las cebollas.
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 12:23 am

No quería dejar a Alex solo cortando cebollas, pero tampoco podía entrar en la cocina porque corría el riesgo de sufrir un renovado ataque de llanto. Lo pensó durante un par de segundos y finalmente siguió a su marido hasta el lugar donde los vegetales asesinos aguardaban con cara de no haber roto un plato.
Abrazó la cintura de su marido y cerró los ojos, apoyando la frente en su espalda. Así estaba a salvo... de momento. Quizá las cebollas pudieran traspasar barreras biológicas, pero lo dudaba.

- Un niño se ha metido un lápiz de cera por la nariz. - Respondió. - Por poco se destroza el tabique, pero hemos podido sacarlo sin contratiempos. Lo demás ha sido como siempre: quemaduras, picaduras... Mujeres atacadas por cebollas. - Bromeó.

Le gustaba trabajar en Urgencias, en primera línea de guerra. Ingrid no era una persona capaz de sentarse tras la mesa de un despacho a esperar que entraran pacientes de la tercera edad con el único objetivo de conseguir recetas. Apartó aquel pensamiento de su mente cuando constató lo bienq ue olía Alex. Aquello era una de las cosas que primero le habían llamado la atención de él al conocerlo.

- Así que salvando vidas. Deberían llamarte Super-Evans.
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 12:34 am

Se concentra en la tarea de pelar las verduras que le provocan lloros a su mujer, sin borrar la sonrisa y cerrando los ojos, deteniéndose un instante, cuando nota como ella le abraza por la cintura, antes de abrirlos de nuevo y reanudar la tarea.

Asiente ante lo que ha tenido hoy y exhala otro suspiro, agitando la cabeza y provocando que su pelo se mueva un poco:

- Si alguna vez tenemos un hijo recuérdame que le compre lápices de colores más anchos que las cavidades nasales...- Bromea él también, soltando una risita entre dientes y terminando por fin de pelar las cebollas, dejándolas cortaditas en láminas y todo- Para ese último caso tengo tratamiento, fíjate tú...

En un par de movimientos gira sin romper el contacto y se inclina hacia ella, besándola esta vez él durante unos pocos segundos y separándose después:

- Y respecto a lo de Super-Evans... Algunas de la sección de geriatría me lo chillan cuando paso... ¿ Qué hay para cenar?- Rápido y eficaz cambio de tema Very Happy. Que sea verdad o no lo que acaba de decir, no se sabe.
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 12:41 am

Eso del hijo la pilló desprevenida. Nunca se había parado a pensar... pero bueno, ya tenía veintiocho años. Y Alex treinta y dos. ¿Por qué su instinto maternal estaba tan atrofiado como el de una piedra? Le consoló en cierto modo que él hubiera dicho "si alguna vez tenemos" y no "cuando tengamos".
Le pasó los brazos por el cuello para recibir su tratamiento anticebolla, y enarcó una ceja suspicaz sin dejarse engañar por aquel cambio de tema.

- ¿Las pacientes o las enfermeras? - Puntualizó. - Porque si son las primeras no me preocupo.

Sonrió y entonces llegó el momento de responder a la segunda pregunta. Maldición.

- Pues... parece ser que en esta casa solo hay cebollas. - Anunció, desviando la vista. - Tendría que haber ido a comprar pero me... me he quedado dormida en el sofá.

Ya estaba dicho. Era un ama de casa desastrosa y se avergonzaba de ello, pero en aquel momento no podía remediarlo.

- Creo que también hay champiñones. Igual hacen buena mezcla. - Propuso, aunque francamente lo dudaba.
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 1:03 am

Se separa de ella con suavidad y se apoya en la barra de la cocina, mirándola ahora con una media sonrisa en cierto modo divertida, sabedor de lo que está preguntando:

- Pues... ahora que pienso creo que alguna enfermera también...- Bromea, mesándose la barbilla, la cual posee algo de barba pero corta y bien cuidada, aunque matiza con rapidez- Pero saben perfectamente que soy un hombre casado... Y enamorado- Concluye ahora con rotunda sinceridad, escuchhando después la maravillosa cena que le espera...

Y no se muestra enfadado o molesto en absoluto, la conoce perfectamente y sabe que estas cosas no son lo suyo, y el sofá la atrae más que la cocina:

- Champiñones con cebollas, ¿ eh ?. Qué apetitoso... ¿ Chino o tailandés?- Pregunta, sacando el móvil de uno de los bolsillos de sus vaqueros y abriéndolo con una sonrisa más ancha.
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 1:10 am

Oh, enamorado. Qué mono era cuando quería... y cuando no quería también. En cambio ella pecaba justo del lado contrario: a veces resultaba ruda sin pretenderlo.

- Tailandés. - Se rindió. - Aunque pide algo que pegue con la cebolla, ya que me he dejado los ojos con ella. Y que no lleve esos bichos rojos y feos. Gambas.

No andaba muy fina de agilidad mental, pero es que la siesta le había embotado el cerebro. Se pasó una mano por el pelo con ánimo de peinarlo un poco cuando se acordó de pronto de que llevaba un chándal espantoso. Genial. Si seguía por esa línea tal vez su marido tuviera que considerar la oferta de las enfermeras de geriatría.

- Yo lo pago. - Dijo, refiriéndose a la cena. - Ya que no soy capaz de ir a comprar algo que no sean cebollas. Soy un caso.

Esbozó una sonrisa de disculpa y se mordió el labio inferior.
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 1:17 am

Rebusca entre su agenda hasta que encuentra el número de su tailandés preferido, pidiendo un menú para dos y cambiando platos con gambás por otros sin, despidiéndose suavemente del dependiente y negando con la cabeza en cuanto la escucha y ya ha colgado:

- De eso nada, pago yo... Tardará unos veinte minutos, y no he pedido cosas rojas y feas... ¿ Eran tomates, no?- Pregunta de nuevo bromeando, escuhándola después y acercándose de nuevo a ella:

- No eres un caso, y en caso de que lo fueses, eres mi caso... ¿ Sbaes que estás muy adorable cuando te lo muerdes?- La informa en un susurro, sin dejar de mirarla con unos ojos claros que ahora expresanc ario más que cualquier otra cosa.
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 1:25 am

Soltó una pequeña risa mal contenida cuando escuchó lo de los tomates y negó con la cabeza.

- Los tomates son preciosos. - Informó. - Muy sexys. Y voy a pagar yo.

En eso no iba a consentir aunque para ello tuviera que atar a Alex a la pata de la mesa. Su caso. Aquello resultaba gracioso viniendo de un médico, pero sabía en qué sentido lo estaba diciendo... y por si le quedaban dudas estaba aquella mirada que siempre la desarmaba.

- No creo que adorable sea un adjetivo que pueda ajustarse a mí. - Objetó, divertida. - Ayer un paciente me dijo que era una bruja, pero me importa más tu opinión.

Le pellizcó una mejilla con los dedos como si fuera un niño pequeño, con cuidado de no apretar demasiado. Él sí que era adorable, un buen chico. Ingrid no se explicaba por qué le quería tanto, pero ahí estaba ese sentimiento: nacía cada día cuando se despertaba a su lado y duraba hasta que cerraba los ojos por la noche, año tras año...
Sin soltar su mejilla le guiñó un ojo.

- Pareces un corderito cuando pones esa cara. Es peligroso parecer un cordero cuando estás solo con la loca de las cebollas, ¿sabes?
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 1:32 am

Se queda pnesnado durante unos segundos cuando ella le responde a su invitación... Siempre que empezaban así se volvía casi interminable, normalmente hasta que el repartidor llegaba y el que antes abría pagaba, pero ho está de muy buen humor y decide aceptar su invitación con un asentimiento, al fin y al cabo su situación econóimica era más que buena:

-Está bien, pero mañana invito yo... O mejor, cocinaré yo, que saldré antes, le he cambiado el turno a Jane- La informa sin borrar la sonrisa, cambiando su expresión a un mohín cuando le pellizca la mejilla- Eso es porque no te conocen... Y sí, lo eres, deja de llevarme la contraria- Le replica no sin dulzura, en lo que él estira una mano y le acaricia la mejilla con ternura y suavidad...

No hace falta mirarlo mucho tiempo para darse cuenta de que su felicidad ahora ya no se debe solamente a un buen día de trabajo, y que parte de ésta sensación la provoca ella, aunque no puede evitar soltar una carcajada cuando termina de escucharla:

- Cordero asado con cebollas... No suena mal, pero creo que estoy mejor al natural, ¿sabes?
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 1:41 am

Bien, se había salido con la suya. Sonrió satisfecha y abrazó a Alex para atraerlo hacia ella.

- Yo creo que asado ganarías. - Insistió, mordiéndole el hombro. - Hum. Crudo tampoco estás mal.

Y ya iba a lanzarse a su boca cuando sonó el timbre. Ingrid se dirigió a la puerta de entrada dejando la faena a medias y abrió, encontrándose con un repartidor de ojos rasgados en la puerta de la verja. Cruzó el jardín, exhibiendo al mundo entero aquel conjunto deportivo con el lema "Promoción del 2003" en la espalda.

- Gracias. - Le dijo al hombre. Pagó y le dio una propina por su velocidad. - Creo que ha venido en cohete en vez de en moto. - Comunicó a Alex cuando entró de nuevo.

La mesa la había puesto antes de enfrascarse en una pelea con las cebollas, así que solo hizo falta poner la comida encima. Aún así Ingrid se las apañó para quemarse el dedo índice con los envases de cartón.

- Au. - Dijo, reprimiéndose para no soltar un taco.
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 1:53 am

Se deja atraer como un niño pequeño ante su particular regalo de Navidades, sonriendo cuando le muerde el hombro y negando con la cabeza, fingidamente alarmado:

- Eh, eh, de cocinarme n...-Pero no acaba la frase, porque él también quiere probar esos labios más en profundidad y está perfectamente dispuesto, de hecho se contiene para que sea ella quien se lance,,,

Pero suena el timbre. Rueda los ojos y la suelta, dejando que abra en lo que él se acerca a la mesa del comedor sin borrar la sonrisa. Deja que ponga la mesa, aunque no se le escapa la queja y acude raudo, tomando el dedo suavemente entre sus manos, analizándolo con ojo crítico:

- Veamos... Quemadura superficial en la superficie epitelial.. Creo que... Sí, podría ser...- Y sin más le da varios besos cortos alrededor de la pequeña quemadura, sin dejar de mirarla:

- Curada- Murmura con satisfacción antes de sentarse en su silla y esperar a su mujer para cenar.
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 10:56 am

Sin pensarlo dos veces se sentó en las rodillas de Alex y rezó para que la silla aguantara el peso de los dos. Cogió su tenedor del lado opuesto de la mesa y pinchó del plato una seta que acercó a la boca de Super-Evans.

- El avión. - Anunció con retintín. - Ñaaaaam. Si es que debería haber sido pediatra, tengo talento. Adoro que los niños me babeen y vomiten encima. Acojonante.

Soltó una carcajada y dejó el tenedor vacío sobre la mesa de nuevo. Luego se volvió hacia su marido y le acarició el pelo dorado con una mano, mirándolo como si fuera un cuadro exquisito en un museo de primera categoría. Se inclinó sobre él y le besó la frente.

- Ha llamado Joe. - Le dijo, acordándose de pronto. - Dice que nos aconseja poner riego por goteo porque el césped empieza a secarse.

Aquello no parecía un tema de conversación muy interesante - discutir las proposiciones del jardinero - pero a Ingrid le gustaba hacerlo. Le hacía darse cuenta de que efectivamente estaban casados, de que estaba conviviendo con la persona que quería.
Pensó que si seguía más tiempo sentada allí se le iban a gangrenar las piernas a Alex, así que hizo amago de levantarse.
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 2:18 pm

Le pilla algo de sorpresa que se siente encima de él, pero es una de esas sorpresas agradables, por lo que suelta una carcajada cantarina cuando observa lo que hace con la seta y la atrapa al vuelo, escuchando sus palabras mientras masticas y termina de tragar, que hablar con la boca llena es de maleducados:

- Tienes talento para cualquier cosa que te propongas... Incluso para cocinar, aunque te entiendo, ¿ eh?. Entre el sofá y las cebollas... Me quedo con el sofá- Murmura, escuchando después el comentario sobre el jardín y asintiendo:

- Llamaré a alguna compañía para que nos lo instale... Aunque algún día me podrías decir porque nuestro jardinero parece un stripper reformado- Le reprime bromeando, ya que había sido ella quién lo había contratado...

Y cuando hace amago de levantarse de forma inconsciente rodea sdu cintura con los brazos y se lo impide, atrayéndola de nuevo hacia él en lo que estira un brazo y come de un plato con cierta pericia:

- Tú aquí quietecita... Aunque si no estás cómoda para cenar te dejo.- Le susurra contra el oído una vez ha masticado, sin borrar la sonrisa.
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 5:13 pm

Se rió de nuevo cuando Alex hizo una acertada descripción de Joe y le miró divertida.

- Bueno, ya que tengo que pagarle al menos espero que me alegre la vista. - Bromeó. - Qué va, es porque me lo recomendó Amanda.

Amanda Keeton era su mejor amiga: la coordinadora de planta del Sacred Cross. Al principio se habían caído bastante mal mutuamente, puesto que ambas se veían como competidoras y sus caracteres fuertes tendían a chocar. Sin embargo el tiempo había ido limando sus asperezas, y aunque todavía continuaban discutiendo a voz en grito por tonterías sabían perfectamente que se necesitaban. Ingrid habría dado un brazo por su amiga sin dudarlo, y sabía que Amanda pensaba lo mismo.

- Aquí estoy estupendamente. - Aseguró, acurrucándose encima de Alex. - Te quiero. ¿Te lo había dicho alguna vez, hum? Creo que no te lo digo lo suficiente. Debería llamarte a la clínica cada media hora para recordártelo.

Frotó su nariz contra la de Super-Evans como hacía David el Gnomo, y al minuto siguiente se sintió un poco estúpida por hacerlo. A veces ella misma era la más sorprendida por sus arranques de cariño, que muy poca gente lograba despertar.
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 5:34 pm

Frunce el ceño en una expresión de fingida molestia cuando escucha la respuesta a su particular jardinero, per al escuchar el nombre de la amiga de ella relaja la expresión... No era mal jardinero, pero empezaba a dudar del por qué Amanda lo había contratado en un inicio... Rolling Eyes

Aunque todo rastro de esa anterior expresión cae rendido cuando se ve presa de uno de esos arrebatos de cariño que le dan a su mujer, componiendo otra de puro cariño, complicidad y por supuesto amor:

- Mmm... No me lo dices muy a menudo, no, pero si llamases tantas veces me prohibirían llevar el móvil por molestar al resto del personal...- Le responde al frote de narices riendo entre dientes, y como si le leyese la mente, que en cierto modo podría ser conociéndola como la conoce, comienza a darle mordisquitos por el cuello, evitando así que piense demasiado, cosa que él no hace cuando está con ella:

- Oye, pues tú tampoco estás mal... Con un poco de salsa especiada tal vez...- Suelta una carcajada susurrada, antes de pinchar un trozo de carne y hacerle el aviooncito Very Happy
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 5:49 pm

Se imaginó la escena: Alex, en su clínica de pijos, con un móvil que sonaba cada media hora solo para dejarle un mensaje amoroso digno de cualquier culebrón de la tele. Sería divertido, pero prefería no arriesgarse a que le echaran. Vivían muy bien, y eso era gracias a sus dos sueldos. Para no mentir, había que agradecer más al de Alex... porque el Sacred Cross no generaba tanta pasta. "Desventajas de curar a los pobres" pensó, haciendo gala de su peculiar sentido del humor.
Se encogió sobre sí misma cuando su marido empezó a morderle el cuello.

- ¿No han traído salsa? - Preguntó, siguiendo la broma. Miró lo que había encima de la mesa. - No, qué lástima. Puedes probar con cebolla.

Abrió la boca obediente cuando le llegó el avión y masticó el trozo de carne como una buena chica.

- No entiendo por qué demonios los niños prefieren comerse un avión que un trozo de comida. - Reflexionó. - A mí nunca me hicieron el avión. Comía sin problemas Very Happy - Mintió.
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 5:56 pm

- ¿ Para qué voy a probar con cebolla si al natural ya estás muy rica?- Pregunta en un susurro algo que le parece muy obvio, constatando su particular teoría con otro mordisquito. Y es que es así, siempre se ha sentido afortunado de tenerla, de haberla conquistado con el paso de los años en la facultad, tal vez fuese una intuición, pero se dio cuenta de que si la dejaba escapar perdería la oportunidad de su vida...

Y se alegra muchísimo de no haber tenido que vivir esa posibilidad:

- Yo creo que es porque les resulta más fácil atribuir la comida como si fuese un juego... ¿ Y sabes una cosa?. Nunca es tarde para sentirse un niño de nuevo... - Comenta con dulzura, pinchando otro trozo y repitiendo el proceso, dejando que su mujer disfrute de un momento que al parecer no tuvo en su infancia.
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 6:15 pm

Se levantó un segundo para sentarse otra vez encima de Alex, pero de cara a él. Sonrió cuando llegó el segundo avión, se lo comió y le quitó el tenedor a su marido para evitar otro aterrizaje.

- No tengo ningún interés en ser niña otra vez. - Le informó, sacudiendo la cabeza para llevar su melena castaña hacia atrás. - Hay cosas que los niños no hacen...

Y sin dejarle responder le rodeó el cuello con los brazos y le besó con impaciencia. No iba con ella el estilo de damisela delicada, aunque se obligó a contenerse mínimamente para no espantar al dulce y tierno Alex.
Lo dejó al final en un roce algo apasionado y se separó unos milímetros, mirándolo con una ceja alzada. Su expresión parecía preguntarle ¿qué sabes hacer?
De todos modos sabía perfectamente lo que Super-Evans era capaz de hacer cuando se ponía a ello. Les había costado un poco al principio de la relación, pero después habían superado el escollo físico sin problemas. Ingrid sonrió ampliamente y juntó su frente a la de Alex, sintiendo que no tenía nada de hambre ya.
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 8:00 pm

La deja acomodarse, notando como su corazón se acelera ligeramente al tenerla tan cerca y de esa forma, algo a lo que supuestamente debería estar acostumbrado pero que no es así...

Y tampoco rechaza el sentir lo que siente como si fuese nuevo. La escucha atentamente y alza una ceja, sin entender del todo a que se refiere. De hecho va a preguntarle cuando se encuentra con los labios de ella sobre los suyos en un beso que es algo más que tierno, y al cual responde de buena gana, pese a que tiene una sensación extraña que ella le acaba de inspirar...

Y cuando se separa suelta una risilla entre dientes, mirándola fijamente con esos ojos claros que para ella son como un libro abierto. Capta la pregunta velada en la expresión de ella, cosa que le hace sonreír con un tinte algo más pícaro que no pierde en cariño:

- Sigo sin entender por qué te contienes a veces... Yo creo que... Ya he cenado suficiente- Comenta en un susurro divertido, pese a que apenas le ha dado dos bocados a la comida...

Y de un par de movimientos, algo costosos pero no demasiado, la toma de la cintura en lo que se alza de la silla, pasando uno de sus brazos rápidamente por debajo de su trasero y el otro a la altura de su espalda, como la llevó en su noche de bodas:

- ¿ Qué tal si pasamos al postre?- Comenta con diversión en lo que suben las escaleras en dirección a su habitación, abriendo dicha puerta con el pie y pasando dentro, cerrando con el talón y estando a punto de tropezarse...

Y en cuanto se planta delante de la cama la deposita, para un segundo después acomodarse sobre ella y probar de nuevo sus labios de forma más profunda, utilizando para ello también su lengua.
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 8:14 pm

- Pasemos del postre. - Cedió sin demasiada lucha.

Se dejó subir en brazos hasta el dormitorio, deseando que Alex no tropezara en la escalera en el momento menos oportuno y acabaran ambos rodando de forma poco romántica. Por suerte no sucedió, y en menos de cinco minutos Ingrid se vio tumbada en la cama sin haber tenido que hacer ningún trabajo para llegar hasta allí.

- Vaya, qué cómod... - Empezó.

Pero no pudo terminar la frase por razones obvias. Su marido había sido poseído por el espíritu de algún amante épico y le estaba dando un morreo en toda regla, al que ella respondió encantada de la vida.
Metió las manos por debajo de su camisa y le acarició la espalda, alegrándose de no tener los dedos fríos en aquel momento. Enredó las piernas alrededor de la cintura de Alex y soltó una risa traviesa, algo distorsionada por su posición de horizontalidad.

- No llevo un conjunto demasiado sexy. - Se excusó. - Pero hay sorpresa...

Apartó un segundo a Super-Evans de encima de su propio cuerpo y llevó los dedos de la mano derecha a la cremallera de su chaqueta de chándal. La bajó unos centímetros, sin enseñar nada pero dejando constancia de que debajo no había nada. Absolutamente nada.
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Mensaje  Alexander Evans Sáb Oct 24, 2009 8:26 pm

No puede evitar estremecerse al sentir los dedos de ella sobre su piel, acariciándole y notando los dedos bastante templados, algo curioso ya que solía tenerlos fríos. Cuando lo hacía de esa manera se estremecía más, pero ahora resultaba sumamente placentero.

Pero ni por esas deja de besarla, sólo cuando ella se separa y él aprovecha para tomar aire y abrir los ojos, antes cerrados, escuhándola. La verdad es que le encanta vestida con un chándal o con un traje lujoso, pero cuando observa lo que hace con la cremallera le queda claro que no lleva nada debajo:

- Bonita sorpresa...- Susurra antes de descender por su barbilla hasta su cuello, en besos y mordiscos que van ganando en intensidad conforme él se va entonando, que le cuesta un poquito, alcanzando después su oído y mordiéndolo suavemente, derramando su aliento en cada movimiento, antes de descender justo hasta el línde que delimita la cremallera, besando por cada centímetros de piel y volviendo a ascender hasta sus labios:

- Te quiero, lo sabes, ¿ no?
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Mensaje  Ingrid Evans Sáb Oct 24, 2009 8:35 pm

- Sí. Yo también te quiero.

Y lo más maravilloso era que lo sentía de verdad. Abrazó de nuevo a Alex y se dejó hacer, trepando hacia arriba en la cama para dejar espacio de maniobra a su marido. Sus amigas, empezando por Amanda, se quejaban frecuentemente de que el matrimonio acababa con el deseo sexual, pero no era algo que ellos dos hubieran experimentado.
Quizá era porque llevaban poco tiempo viviendo juntos, pero a Ingrid le gustaba pensar que simplemente sabían cómo avivar el fuego cuando era necesario, y no limitarse a la rutina de los días.
Bajó las manos hacia el trasero de Alex y las dejó allí sin reparo ninguno. La verdad era que tenía buen culo, para qué mentir... no le extrañaba que las enfermeras le dedicaran sus atenciones. No le importaba demasiado, porque sabía que era suyo de la cabeza a los pies, de igual modo que ella le pertenecía y no le hubiera importado que Joe se le paseara desnudo delante para cortar la hierba.
Se le puso la piel de gallina cuando sintió los labios de él descender por su escote, pero en un segundo le tenía de nuevo a la altura de su rostro. Cogió su cara entre las manos y le sonrió con ternura.

- Esto compensa los niños con lápices de cera en la nariz. - Aseguró. - Y las cebollas. Y todo lo demás.
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