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Cementerio Nuestra Señora del Encinar

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Mensaje  Caín L. Ibsen Jue Sep 24, 2009 7:03 pm

El cementerio, uno de esos lugares en los que se siente como en casa, porque para él, las ramas que crujen, el aire ondeando entre los árboles, y las sombras de las lápidas que se alzan de forma señorial, son una decoración del todo hogareña:
-Hogar, dulce hogar -Dice, apoyando una mano enguantada de negro en la verja que se abre a su paso, chirriando, junto con una nube de polvo que se arremolina bajo la suela de acero de sus botas negras, ondeándose al compás de su abrigo de terciopelo de corte victoriano bajo el cual se distinguen unos pantalones del mismo color que el resto de su vestuario salvo la blusa de chorreras color vino cuyo cuello puede entreverse.

Es entonces cuando una melodía llama su atención y, bajo el ala de su sombrero de copa, sus ojos verdes pasean por el escenario en busca de quien quiera que produzca tan sublimes acordes y, distinguiendo a lo lejos una figura que para él es digna de haber salido de una leyenda becqueriana o de cualquier novela del mismísimo Goethe, se encamina silencioso, pero veloz, hasta saltar sobre una lápida y de ahí a la rama más próxima, observando a la chica y deleitándose con la música.

Y, cuando esta parece llegar a su fin, alza la voz por primera vez:

-La tristeza es el canto de violin en solitario -Dice, saltando de la rama al suelo directamente, agachando la cabeza y ocultando su rostro entre las sombras y bajo el sombrero- Se cuenta que con un viejo violín, un triste y pobre hombre se ganaba la vida... -Comenta, alzando la cabeza levemente- Iba por los pueblos, comenzaba a tocar y la gente se reunía a su alrededor. Tocaba y al final pasaba entre la concurrencia una agujereada boina con la esperanza de que algún día se llenara. Cierto día comenzó a tocar como solía, se reunió la gente, y salió lo de costumbre: unos ruidos más o menos armoniosos... -Se pone en pie de un salto, comenzando a girar alrededor de ella- Acertó a pasar por allí un famoso compositor y virtuoso del violín. Se acercó también al grupo y al final le dejaron entre sus manos el instrumento. Con una mirada valoró las posibilidades, lo afinó, lo preparó... y tocó una pieza asombrosamente bella. El mismo dueño del violín estaba perplejo y lleno de asombro. Iba de un lado para otro gritando: "es mi violín!, es mi violín!, es mi violín!". Nunca pensó que aquellas viejas cuerdas encerraran tantas posibilidades.

Se queda unos segundos en silencio después de haber soltado todo aquello, parado por fin, frente a la chica:
-¿Sabes tú, violinista de melodía triste, la moraleja de esta historia?
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Mensaje  Dafnée Moreau Jue Sep 24, 2009 7:24 pm

La dama ígnea parece ajena a la oscura presencia que acaba de hacer acto de presencia en la tierra que gobierna... y así es. Porque cada vez que puntea las cuerdas, cuando desliza sus manos obrando el encantamiento de la música con aquello que para ella es un objeto mágico, el mundo desaparece y las puertas de la ilusión que solo ella tiene acceso se abren para encerrarla en una protectora crisálida de sueños. Y solo en ella su alma tiene cabida.

Baja lentamente la cabeza con un estremecimiento cuando la magia llega a su fin, como siempre enarbolando unos gestos demasiado frágiles como los de un hada a la que en el nocivo ambiente de la ciudad le cuesta volar, pero no en sus maravillosos y solitarios parajes... las palabras que se elevan en las tinieblas, entonces, la hacen entreabrir los ojos pardos e insondables para clavarlos en él, en el misterioso nigromante cuya voz oscura se entremezcla unos segundos con el sonido del violín que ahora sí finaliza del todo. Y mientras escucha su cuento permanece serena, quieta como una estatua de nacar y rubí, titilando en su mirada de su rostro inescrutable la luz de una pueta que dibuja en su mente los trazos de su historia, regalándoles rostros, aromas, escenarios y emociones...

Cuando le lanza aquella pregunta solo le contempla unos instantes más, sin parpadear, hasta que sus labios tan rojos como su cabello se curvan en una leve sonrisa.


- Quizá tu cuento... ya sea una moraleja en sí misma - comenta con una voz que contrasta con la del extraño cuentacuentos, más arruyante, dulce y cálida... y no obstante oscurecida y velada por el misterio. Baja los ojos y acaricia el violín con palpable melancolía - Quizá debamos aprender que hasta la melodía en apariencia menos profunda es ya un retazo del alma de aquel que la interpreta... a mi juicio, la música del viejo violinista valía su peso en oro tanto como la del virtuoso - hace una pausa y cierra los ojos, aún asaltada por las emociones de la música, y mezcladas ahora con las del cuento. Cuando vuelve a a abrirlos sesga la sonrisa, confiriéndole de pronto a sus ademanes cierta travesura infantil como la de una gata callejera - Probablemente tú también me emocionarías, joven mago, si pulsaras con tus manos mi violín depositando en él tu alma.

Sin añadir nada más, vuelve a tocar. La melodía ahora es más ráoida, más esperanzadora aunque tiene siempre ese tinte de graciosa melancolía. Como la de algún triste y solitario payaso de circo con una vida que ocultarle al mundo.
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Mensaje  Caín L. Ibsen Jue Sep 24, 2009 7:40 pm

Presta atención (cosa que pocas veces hace) a la interpretación que la misteriosa dama da a su cuento, asintiendo a ratos, negando en otras ocasiones:
-Te acercas... -Da un par de pasos hacia ella, quedando casi a su altura y estira la mano para tocarla, retirándola en el último momento- ...pero al momento te alejas... -Y da un salto hacia atrás, volviendo a establecer la distancia entre ambos- Si, la música es el retazo del alma, pero no todas las almas valen lo mismo...

Nuevamente una pausa silenciosa en el que la rodea, como un cazador a su presa, pero sin resultar amenazador esta vez, simplemente incitante, magnético, como si él fuese un imán que al moverse concentrase la energía atrayente:
-No es difícil que cada uno de nosotros, profundizando un poco en nuestras almas, reconozcamos que no estamos rindiendo al máximo de nuestras posibilidades, que no estamos haciendo que nuestras almas valgan hasta donde pueden valer. -Explica, sin apartar sus ojos de los de ella en ningun momento- Somos en muchas ocasiones como un viejo violín estropeado, y nos falta incluso alguna cuerda. Somos un instrumento flojo, y además con frecuencia... desafinado -Sentencia, deteniéndose cuando ella renauda su tarea de tocar, escuchándola atentamente.

Y una vez termina, renauda su moraleja:

-Si intentamos tocar algo serio en la vida, sale eso... unos ruidos faltos de armonía. Y al final, cada vez que hacemos algo, necesitamos también pasar nuestra agujereada boina, que no es sino un trozo de nuestras almas; necesitamos aplausos, consideración, alabanzas... Nuestras almas se alimentan de esas cosas; y si los que nos rodean no nos echan mucho, nos sentimos defraudados; viene el pesimismo. En el mejor de los casos se cumple el refrán: "Quien se alimenta de migajas anda siempre hambriento": no acaban de llenar profundamente,a nuestras almas las cosas. -Inspira aire lentamente, como tanteando- Y entonces creamos en nuestra imaginación, fruto del miedo, un Dios que toque por nosotros..

Y ahora sí, se acerca a ella, deteniéndose:
-Pero es en realidad en la vida terrenal donde existen violinistas que nos pueden afinar: y tú, ninfa que velas por las almas ausentes, eres uno de esos violinistas... -Se quita el sombrero, haciéndole con él un gesto reverencial- Se comprueba ante personas como tú que la vida es bella y grandiosa; que somos instrumentos capaces de ser perfeccionados y, si nos proponemos ser mejores, lucharemos constante e incansablemente por ser: ¡un violín cada vez mejor afinado!

Finalmente, la historia está concluída, y es entonces cuando contesta a su afirmación:
-La magia de mi alma es demasiado oscura, sin embargo, para ser capaz de depositar en tu violín una melodía afinada... La música de mi alma no está hecha para ser escuchada...
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Mensaje  Dafnée Moreau Jue Sep 24, 2009 8:11 pm

La voz del mago es el preámbulo indicado de su melodía, que interpreta con saña y aparente serenidad, consiguiendo desgranar los sonidos y abrir las puertas de su don con toda su magnificencia: tiene la virtud de dibujar en las mentes de sus oyentes auténticos cuentos, tan similares en detalles como pueden serlo los que interpreta la voz de su acompañante. Hace pensar en paraísos perdidos, bosques a la luz de la luna, castillos abandonados a los recuerdos junto a las orillas de un lago, y quizá algún tipo de circo ambulante de fantasmas plagado de titiriteros y trovadores, condenado a retirarse al amanecer.

Y cuando finaliza, como entrelazando un hechizo con otro en una urdimbre misteriosa, la voz oscura de su interlocutor engancha con la última pulsación de su instrumento, consiguiendo elevar y fortalecer ese hechizo en el que ella, esta vez, le ha dejado entrever un poco de su paraíso de ensueño. Sus manos tiemblan aún con la fragilidad de una mariposa que bate torpemente las alas, cuando deposita el violín a su lado, sobre la estatua, como una madre tratando con su recién nacido. Entonces entreabre los ojos y los clava en él mientras emite su discurso, cruzada de piernas, hombros encogidos, manos apoyadas en la piedra... ladea la cabeza y balancea uno de los pies con ademanes de niña curiosa ante una especie de lobo negro particularmente hermoso y atrayente. No obstante, la única expresión de su rostro es aquella medio sonrisa dulce y a la vez inexpugnable, como sus ojos, que recuerdan a mares de jade bajo una noche sin luna.


- El alma... - susurra de improviso, entornando los ojos para pasar los dedos por la piedra con etéreo donaire. Él se acerca, ella parece no percatarse, o quizá es que no le incomoda esa umbría presencia junto a ella. Sesga la sonrisa con cierta ironía amarga - Hagamos lo que hagamos, todas nuestras acciones desembocan en ella... ella nos da un sustento únicamente saboreado en el Cielo... o en el Infierno - con agilidad y fluidez se incorpora, solo para escalar a medias la estatua, recogiendo las piernas y alzando los brazos para sujetar el ala rota del Caído; se mueve como una pícara y astuta gata blanca, dejando entrever de repente algo inquietante en su enigmático semblante. Algo más oscuro, más oculto en las cavidades oceánicas de su propia alma, que solo ella conoce. Se balancea sujeta al ala unos instantes, sin prisa ni brusquedad, incorporándose con hábil equilibrio y mirando desde arriba al mago. Parece una brizna de viento incandescente que se aleja y acerca a placer si alguien intenta tocarla, y el viento balancea los mechones de su cabello como ríos de lava - No obstante nosotros no hemos de preocuparnos por ello, nigromante... ¿qué somos? Trovadores errantes, hacedores de historias, tú con tu voz y yo con mi música... quizá estemos condenados a trascender más allá de las necesidades básicas de un alma humana. Somos... los condenados - en sus labios esas palabras no suenan altivas ni pretenciosas, sino susurrantes y cargadas de emoción, soledad y melancolía. Se acuclilla tras el ala del ángel, cruzando los brazos sobre el hombro de la estatua y semienterrando el rostro en ellos. Solo deja al descubierto sus observadores y cambiantes ojos - La luz es hija primogénita de las sombras... tu oscuridad merece ser escuchada tanto como ella. Tienes el don de las tinieblas que yo solo poseo a medias... y yo te alabo por concederle esa esencia única a tus cuentos.
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Mensaje  Caín L. Ibsen Jue Sep 24, 2009 8:36 pm

Sigue a la dama con la mirada, y a la música que ella toca con su alma, dejando que dibuje en su mente esos paisajes de novela gótica, como si cada nota tocada fuese la pincelada de un cuadro digno de Friedrich o Delacroix que va formándose en su mente, creando una de esas realidades a las que evadirse de la putrefacta y autentica vida en la que ambos caminan como almas errantes e incomprendidas. Y la magia de ella, unida a la de su historia, hacen que el cuadro cobre forma y el cementerio parezca el escenario pintado en el que un poeta se ha inspirado para su obra maestra.

Y si bien la expresión de ella es esa indescifrable y dulce sonrisa, la de él es otro tipo de sonrisa, una sonrisa que a cualquier persona le helaría la sangre y le resultaría psicótica, pero que seguramente a ella le resulte tan mágica como todo lo que ahora mismo les rodea. Y sus ojos esmeralda no se apartan de los de ella, como si entendiesen todo aunque aparentemente no muestren nada...


-No hay más cielo e infierno que el que se da en el suelo que pisamos, joven hechicera... -Afirma, seguro, tan seguro como lo está gracias a las creencias que la cruz invertida que lleva bajo la camisa representan- De ti y de mí depende que lo que pisamos en nuestra errante existencia sea suelo de averno o de paraíso... Porque sí, estamos más allá, lo terrenal para nosotros es lo espiritual, y no lo material... La tierra es nuestro Hades, tanto celestial como en llamas -Sentencia en una voz casi seductora, tan magnética como él- Sí, condenados... Y a la vez, premiados. -Y la paradoja para él es clara- La luz ciega, y la ceguera permanece... Pero, sin embargo, los ojos se adaptan a la oscuridad -Cierra los ojos en una pausa, inspirando aire, y los vuelve a fijar en ella, ensanchando su sonrisa.

Da un par de pasos acercándose a la estatua y alzándose hacia esta, alarga un brazo, para sostener a la chica de la cintura y poder utilizar el otro brazo para acercarlo a una de sus manos, que toma con la suya y lleva a sus labios, besando el dorso:

-Caín Lancelot Ibsen -Se presenta, soltando su mano, pero manteniendo el brazo que la rodea- Ningun parentesco con el Rey de los No-Muertos, ni con el héroe de la caballería artúrica, ni con el ilustre artista de la literatura... -Añade, volviéndo a colocarse el sombrero- pero para vos, milady, puedo ser inmortal, caballero y escritor...

Se alza más hacia ella, encaramándose levemente en la estatua sin soltarla de la cintura:
-Y también, en vista de que es vuestro deseo, puedo ser músico... Con mi voz -Y alcanzando su oído, comienza a cantar en un tono acariciante palabras que nacen de ese mismo momento.
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Mensaje  Dafnée Moreau Jue Sep 24, 2009 9:47 pm

Esa sonrisa helada y oscuramente enloquecida parece nacida para encadenar con terror a todo aquel que la contempla. Ella, sin embargo, no parece asustada... no lo está. Aunque desde su posición, sin desenterrar el rostro de entre los brazos, ladea la cabeza y entorna los ojos para observarla mejor con su innata curiosidad infantil. A través de sus ojos es la sonrisa de un descorazonado que ahora se alimenta de sombras, una criatura impía y al mismo tiempo presa de su propia poesía, anhelando que el corazón que una vez dejó de latir siga empapándose de emociones, aunque sean fruto de la destrucción. En esencia parecía contemplarse a sí misma en un espejo invertido.

Se endereza con extrema lentitud cuando él habla, volviendo a desvelar la tenue curvatura de la sonrisa en sus labios de nectar rojo. Ahora encoge los hombros y apoya la barbilla en una de sus manos, como siempre mostrando ese aura cambiante que a un tiempo da visos de ser tierna, pueril, revestida de una blanca inocencia que sin embargo se fusiona con un velo de ancianodad. En ocasiones parece una dríada atemporal escapada del bosque, otras muestra a la niña de sensibilidad quebradiza que ocultan.


- ...o somos elegidos destinados a atravesar ambas sendas... un solo camino - susurra como un arruyo musical, alzando el índice - Un agreste sendero abrazado por un mar rosas con espinas envenenadas... al menos yo, nigromante, sé que ese es mi sino: he vivido y viviré eternamente esclavizada por el Hades y por el mismo Edén - su sonrisa se acentúa a medias cuando él se acerca más, horadando sus ojos verdes con los suyos propios, de un verde más sombrío. Al ver su reflejo en sus tenebrosas pupilas, el halo de misterio se acrecenta en torno a ella - Algún dios aburrido se divirtió creando una realidad de contradicciones... como tus ojos: muestran una luz que no poseen los míos y, sin embargo, mi función en esta obra es la de Dama de la luz, mientras que la tuya es la de Caballero Oscuro...

Sus palabras casi no parecen tener sentido... para ella la tienen, y no necesita hablar para saber que para él también. Sí da visos de cierta sorpresa cuando rodea su sedosa cintura con una mano y besa su mano, revelándole con aquel roce su temperatura corporal siempre templada y cálida, y ahora aderezada por el ardor del decadente fuego del hechicero. Se remueve como si la cercanía de su oscuridad la estremeciera con un extraño y doloroso placer, siendo para ella normal el sentir esas emociones: es como si se diera un equilibrio de esencias perfecto, una negra y otra blanca... presumiblemente. De sus labios escapa una dulce y aflautada risa ante su presentación.

- Sois todo en uno, milord... tal es la virtud de un nigromante: jugar a ilusionismos enmascaradas con la muerte y erigir un vórtice de misterio. Como el sueño de Alicia... - casi cierra los ojos cuando se acerca para cantar aquello en su oído, derramando la calidez de un aliento nocivo que le resulta aterrador y al mismo tiempo envolvente como una manta confeccionada con magia. No se mueve, repentinamente sobrecogida por el cántico y casi ronroneante como el gato silencioso que muchas veces aparenta ser. Repentinamente, y cuando la voz de él se elva con las últimas letras de la canción, ella se aparta apenas para elevar las dos manos hacia su rostro y apartarle algunos mechones negros, haciendo reptar las yemas de sus dedos por su frente, sus mejillas y finalmente sus labios, donde los detiene. En otras personas ese gesto podría ser una provocación, pero en ella parece el arte de una maga intentando revelar un misterio. Aunque el misterio ya viene intrínseco en sus ojos, capaces de dejar entrever lo que encierran pero sin llegar a hacerlo del todo... finalmente habla, susurrando como si sus palabras pudiesen quebrar un poco más una barrera; una que, quizá, nunca llegó a existir: - Eres oscuridad, y sin embargo avanzas mellado por las heridas del pasado como un fantasma agonizante. Te hiere la soledad y al mismo tiempo bebes de ella... Te acuna el mal porque es el fiel y único amante que jamás conocerás - sin preguntar, aferra con delicadeza su rostro entre sus manos y deposita un beso en su frente, pareciendo la bendición de una efímera diosa lunar que al amanecer deberá desvanecerse - La purificación de un condenado a otro... es lo único que podemos hacer.
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Mensaje  Caín L. Ibsen Jue Sep 24, 2009 10:27 pm

Cada palabra de ella, cada gesto, es una estocada más que atraviesa la coraza del demente y llega a lo cuerdo de su persona, o lo que se puede llamar cuerdo, a la parte sensible del ser insensible, y eso es algo que no hace sino instarle a que prosiga con esa función de teatro en el que los papeles están asignados desde mucho antes de que los actores lo supieran, y el guión nace ahí mismo, en ese directo, en el escenario donde moran los muertos.

-Yo soy mi pasado, mi presente y mi futuro... Yo soy mis heridas, mi soledad y mi locura... -Y deja que realice ese gesto con su cabello, a la vez que la mano que sostenía su cintura ahora acaricia su espalda lentamente con los dedos enguantados, despacio, como quien toca una obra de arte que teme estropear si se palpase demasiado

-En esta vida, mi pequeña musa, no hay luz sin oscuridad, en esta tierra Hades y Edén son uno solo... -Inspira aire largo rato- En esta tierra hay un camino de esclavos y otro camino de errantes, y yo sigo ese último... -Vuelve a tomar su mano, y entierra la cabeza en su cuello, como si se tratase de un vampiro que va a tomar la sangre, la esencia, de su víctima... Pero se detiene, separándose unos centímetros y mirándola fijamente- ¿Lo seguirás conmigo? -Exhala cerca de la zona donde ha estado apunto de depositar su marca todo el aire contenido, muy despacio.

Alza del todo el rostro al hacer esa pregunta, que formula con otras palabras nuevamente, mientras los dedos enguantados vuelven a enrroscarse en su cintura, esta vez agarrándola con firmeza, la misma firmeza con la que su otra mano sostiene la de ella, como apunto de tirar, pero sin hacerlo
:

-¿Sustituirás al mal como amante? ¿Me permitirás llevarte al maravilloso mundo de Alicia? ¿Cumplirás condena junto a este hechicero de las sombras y caminante de lo prohibido? -Acerca su rostro nuevamente al de ella, a muy pocos centímetros... Pero dejando que pueda responder a sus preguntas dando el paso si lo desea.
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Mensaje  Dafnée Moreau Vie Sep 25, 2009 12:16 am

Ella también es consciente de la función, de la obra inacabada cuyo final aún es desconocido, cuando observa los verdes ojos del mago y detecta en ellos las nubes de pomzoñosa locura que ocultan algo más... algo a lo que el hada de ensueño siempre parece capaz de llegar. Que sea cierto o no, no se sabe... pero parece extender su magia ígnea y acariciar lo desconocido, lo que para otros es inexistente. Arquea leve y lentamente la espalda cuando él desliza su mano por ella, quedando como un movimiento casual; todo en ella parece casual: desde su mirada hasta las caricias que sigue ejerciendo con la yema de los dedos en su rostro, como una niña curioseando un ser mágico que otros considerarían monstruo; también desde las melodías del violín hasta el escenario escogido, y cada palabra de aquella extraña conversación...

- Eres uno con el mundo... - susurra a modo de conclusión ante sus primeras palabras, ladeando la cabeza y curiosamente disfrutando de esa decadente cercanía. Para ella, que tal vez y a juzgar por sus ojos ha conocido a muchos demonios con facetas de príncipe, ese lobo negro desenmascarado y hambriento de oscuridad es más real y fiable que cualquier criatura de la luz. Sonríe a medias con un toque de pícara ironía, que abre de nuevo brechas en su halo anciano e inmutable - Y el mundo está loco... a veces el pasado se confunde con el presente y el futuro no es más que una vana ilusión que abrazamos para sobrevivir.

Entorna los ojos y por primera vez se aprecia un estremecimiento perceptible, cuando él entierra el rostro en su cuello. Una sensibilidad extrema fácil de quebrar, y al mismo tiempo de elevar, obliga a su cuerpo a sentir la cercanía y el peligro implícito como una corriente de fuego que envivece su corazón, ahora latiendo más rápido en su pecho y acelerando la respiración. Pero sus gestos, la forma en que sus manos abrazan y masajean ahora sus hombros y brazos, o cómo se remueve sutilmente para engancharse más a ese ardiente y negro abrazo emitiendo su garganta un leve ronroneo, y ahora audible... todo ello indica que tal vez sea lo que necesite. Esa velada posesividad del hechicero sobre la frágil e ígnea ninfa, cuyo espíritu se siente realizado al complacer y otorgar su esencia a través de una sumisión casi mágica.

- Yo vago por el sendero, como tú, lobo sin nombre... y a veces resulta demasiado solitario - responde con un susurro que, pese a seguir pareciendo dulce y arruyante, parece eco de una necesidad secreta. Cuando él separa su rostro ella afianza su abrazo sobre él, bajando la cabeza y pasando la yema del dedo índice desde su frente hasta su nariz y después de nuevo a sus labios y su barbilla. El gesto, unido a la sonrisa que acentúa y que ahora resulta aún más enigmática, vuelve a regalarle esa apariencia infantil... es como un fantasma de la antiguedad y a la vez, fusionado con esa esencia, un duendecillo travieso y fascinador que tienta como si realmente no lo hiciera... y con sus caricias pretende despertar en él el mismo latido de muda ansiedad que ha avivado en ella - Y no he nacido del todo en la luz... desde hace mucho tiempo las sombras guían mi camino. Pero aún soy inexperta... no he conocido a un maestro - su mano desciende por su cuello entre estremecedoras caricias y se detienen en la zona de su corazón, oyéndolo palpitar como si reanimara la vida en él. Borra lentamente la sonrisa, siendo ahora una encarnación de melancolía - Llevame a ese claro... ese perdido entre mares de árboles moribundos... ése al que solo tienen acceso los esclavos y cautivos. Quiero conocer ese descanso...

Murmura eso cerca de sus labios, hasta que ahoga las últimas palabras en ellos, fundiéndolos con los suyos propios en una caricia indescriptiblemente intensa. Tras largo rato se separa, mordisqueando su barbilla y separándose apenas. Solo entreabre los ojos y recupera la sonrisa, muy leve y mitigada por tenues jadeos, cuando se relame y al mismo tiempo se dedica a delinear su torso con sus uñas, arañándolo de forma suave, provocadora y a la vez tierna.

- Tus labios son amargos... ¿los míos son dulces? - inquiere, de nuevo con ese tinte de pueril e inocente picardía - He aquí otra contradicción...
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Mensaje  Caín L. Ibsen Vie Sep 25, 2009 3:06 pm

El primer estremecimiento de ella bajo el contacto de él lo nota a la perfección, así como todos los gestos que indican que ella no es simplemente que le desee por mera lujuria, sino que le necesita. Y eso es precisamente lo que él quiere, que ella sienta la necesidad de que él ejerza su dominio de sombras, su juego de ilusiones, y su magia ardiente, sobre ella... Una magia que para el resto del mundo es diabólica, prohibida, obscena y aberrante, dado la forma en la que él la realiza, el lugar en el que están, y el aspecto de ambos. Pero para ellos no es sino la magia que ensalza realmente dos almas errantes y condenadas a una incomprensión que entre ambos pueden poner fin.

-Y el mundo, tirano anfitrión, desea que giremos al son del espiral de su locura... -Asiente, realizando nuevamente movimientos descendentes y ascendentes por su espalda con su mano enguantada- ...pero nosotros somos muy listos, los únicos cuerdos, y no damos vueltas en círculos viciosos, saltamos de círculo en círculo para alcanzar la libertad del alma -Y nuevamente la escucha, mirándola fijamente, dándose cuenta de que aunque ella sea joven, sus ojos unidos a sus palabras, denotan la sabiduría del más anciano, de alguien que ha conocido y vivido suficiente como para crear su propia filosofía, tal y como lo hace él.

-Sois una criatura inexperta... -Cierra los ojos ante el recorrido de su dedo por su rostro hasta sus labios, volviendo a abrirlos y a fijarlos en ella- ...Habeis encontrado a vuestro maestro de las sombras, pequeña ninfa -Deja que pose la mano sobre su corazón, sabiendo que más allá de la tela del abrigo que lo cubre, más allá de la piel, ella palpa un corazón recubierto de hielo, y es capaz de traspasarlo porque no teme a ese frío- ...Es un viaje peligroso ese que me pedis, pero no es cortés negarle una petición a toda una dama, y un buen maestro debe enseñar lo atractivo de los peligros a su aprendiz...

Siente la cercanía, sabe que ella va a dar el paso que le permitirá ejercer de amo de las sombras y mostrarle el placer que estas esconden, y cuando ese momento llega, deja que primero sea ella quien los acaricie, sin ejercer él ahora ningun movimiento con estos, simplemente tomándola de la cintura con la otra mano también. Se estremece imperceptiblemente ante el mordisco en su barbilla y cuando ve como ella tantea su torso por encima de la ropa. Es entonces cuando, teniéndola sujeta con ambos brazos, la toma entre estos, levantándola de la estatua e instándola a que enrosque las piernas alrededor de él.

-Mucho más dulce que el mitológico néctar de los dioses, pequeña... Pero dicen que el mejor sabor es el dulce con el toque amargo, y eso da lugar a la contradicción -Y sonríe, siendo consciente de todo lo que hace a esa situación prohibida, el lugar profanado, la forma de ver los hechos, e, incluso, de que son de bandas rivales, pero él antes que Sombrerero es Caín, el rey de los no-muertos, es Lancelot, el caballero de las sombras, y es un trotamundos que no atiende a las lógicas razones- Y aún así... -La suelta momentáneamente con un brazo, manteniendola sujeta con el otro, para ladear el rostro y mostrarle su nuca en la que luce el tatuaje que le identífica- Quizá esto termine con vuestro deseo de que os lleve al cautivo descanso que solo unos pocos han conocido y muchos menos, uno de ellos yo, dominan... -Y vuelve a sujetarla con ambos brazos, besándola esta vez él antes de que ella responda, otra caricia casi efímera de sus labios con los de ella, aún sin profundizar, simplemente, usándolos como un pincel sobre un lienzo, dejando que su amargura y su dulzura se atraigan- ...o quizá no, porque mi intuición me dice que vuestra visión de las cosas, al igual que la mía, no se rige por normativas ni razones...
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Mensaje  Dafnée Moreau Vie Sep 25, 2009 5:37 pm

La situación, para el más común de los mortales, sería, en efecto, extraña, venenosa, inquietante y oscura... algo cuyas mentes no osarían probar jamás a riesgo de autodestruírse. Quizá sea que la mente de ella trasciende demasiado de las razones lógicas para caer en la espiral del sentir y alcanzar un Nirvana particular con ello; pero, para ella, los tejemanejes hábiles de aquel titiritero de sombras resultan tan dulces y puros como la melodía de un Arcangel tocando el arpa. Por ello el corazón frío que late bajo la piel le parece cálida, y su sonrisa retorcida una especie de bálsamo... para una cautiva de la belleza, como ella, aquello le parece un encuentro dual de esencias. Un equilibrio perfecto.

- He volado por encima de esas espirales durante mucho tiempo... - susurra, dejando que su piel se erice con el contacto de la mano enguantada que la abraza, incrementando el poder del círculo ardoroso por ellos creados pero disfrutando de la lentitud con la que arde - He trascendido muchas vidas... mi alma sufre la nostalgia de la ancianidad y al mismo tiempo es la de un bebé recién nacido. Mi condena será seguir avanzando, y la vuestra también, hasta desembocar en aquel Alfa y Omega por ahora desconocido... - en ningún momento sus dedos dejan de juguetear con su cabello, como un extraviado gato blanco jugueteando con el ala de un cuervo - Quizá no exista y debamos seguir vagando por toda la eternidad... en tal caso, ¿estaríais dispuesto a vagar en soledad...?

Se deja guiar como une muñeca exquisitamente tallada cuando él la abraza con más énfasis, sintiendo el fuego impío y en ocasiones helado de su cuerpo colarse a través del suyo hasta rozar su alma, intercambiando ella como regalo justo el calor tierno y acunante de su propio cuerpo. Con fluidez sonríe, una vez más traviesa y felina más allá del halo etéreo, y enlaza con cuidado y delicadeza las piernas vestidas con botas militares para afianzar ella el abrazo, arqueando después la espalda hacia atrás y anclando las manos en la piedra. Sus labios rojos componen otra sonrisa que ahora le concede un aura inquieto a su luz infantil: es más sombría, oscurecida por razones misteriosas, casi dual... como si repentinamente el tatuaje que circunda su níveo abdomen hubiera adquirido un significado real.

- El peligro siempre aguarda al acecho como un oso en la oscuridad, dispuesto a desgarrar al más intrépido. O al más loco... - responde, sin parpadear ni apartar los oceánicos ojos de los suyos - Yo ya he lidiado con él y en mis batallas he conseguido eludirle... correré el riesgo. No puedo imaginar mejor maestro en el arte de las sombras...

Su corazón late acelerado incrementando su respiración, haciendo que su pecho blanco y encorsetado se mueva al compás acentuando la sensación de vida en aquella bella muñeca circense, cuyos ojos prenden titilantes de una luz fantasmagórica, casi como si la hubiese tomado prestada de la luna. Necesita de esa enseñanza capaz de oscurecer la luz de su propia alma. Necesita ese equilibrio... quizá, por ello, al quedar desvelado el tatuaje del nigromante, todo lo que ella hace es ladear la cabeza y entornar los ojos con una curiosidad casi ingenua, acariciándolo con los dedos. Lo reconoce y, a pesar de todo, eso solo le arranca una sonrisa más divertida y enigmática: su cometido no es juzgar ni atentar contra aquellos que, por vicisitudes del destino, deben ser sus supuestos enemigos... su cometido es ser la Luz Guía de Peter y evitar que pierda su sombra. Todo lo demás no importa... no tanto como aquel encuentro mágico.

Aquel en el que sus esencias vuelven a enlazarse con el robado beso del caballero oscuro e inmortal, echándose ella hacia atrás y arqueando la espalda con un suave y dulce gemido cuando disfruta de esa danza breve e intensa, afianzando la mano en su mejilla con suavidad para alargarla. Mantiene los ojos cerrados cuando él se separa, y solo los entreabre cuando, con una nueva sonrisa pícara, acaricia su brazo hasta una de sus enguantadas manos y la aferra con las dos manos llevándola frente a su rostro. Sin pedir permiso le despoja de aquel trozo de tela negro revelando su mano pálida, como la de aquellos que descansan bajo ellos. Aunque para ella aquel sacrosanto lugar no está siendo profanado, sino bendecido por dos criaturas atrapadas en un limbo entre la vida y la muerte. Desliza los dedos por la palma de su mano hasta extenderla y pegar la suya a la de él, más pequeña y sedosa.


- Cuando el deseo prende su llama no hay río de agua capaz de apagarlo... sea cual sea su forma y su poder - murmura entonces, no obstante sin mirarlo, observando aún cada resquicio de la mano del mago. Finalmente si clava sus ojos en él con un magnetismo fascinador, llevando en el proceso los dedos de él a sus mullidos labios y besándolos suavemente, con la intención de generar en él un fuego creciente y abrasador que a su vez ya va tomando forma en ella misma, despertando su ansia - Mis ojos ven aquello que otros no pueden ver... eso debería daros la respuesta - susurra, derramando su aliento sobre sus dedos y profundizando más los besos sobre su piel y el abrazo de sus piernas, todo de forma sensual, sutil. Se endereza lentamente para abrazar ahora su nuca con las manos, acariciándola con las uñas, cosquilleando su cuello con los mechones de su cabello y susurrando en su oído: - Pero ahora veo lo mismo que vos, mi señor... la posibilidad de atravesar juntos una puerta más oculta que cualquier infierno o paraíso. Soy vuestra servicial discípula... - su presencia en sí misma resulta tan inocente como tentadora - Enseñadme.
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Mensaje  Caín L. Ibsen Sáb Sep 26, 2009 3:19 am

-No os preocupeis, pues, ya no os hallareis desamparada... Ya no tendreis que ser vos quien vele de los mortales, sereís la inmortal velada por un igual, podreís mostrar vuestra sabiduría ancestral y recibir protección para vuestra alma de niña, porque ahora me habeis encontrado... -Afirma susurrante, acariciando la cintura por la cual la tiene sujeta- Y el vuelo sobre las espirales se convertirá en el vuelo hacia un mundo jamás conocido que es el Alfa y Omega... -Niega con la cabeza- No, ahora que os he encontrado, no deseo vagar en soledad sino con vos bajo mis negras alas de ángel caído, arropándoos bajo mis plumas de ébano... Ahora que os he encontrado, la eternidad me parece un tiempo corto, muy corto...

Y mientras ella se enrosca y se aferra a él, que corresponde a su sonrisa con la suya, demoníaca, digna del mismísimo Lucifer, comienza a andar hacia atrás con ella en brazos, manteniendo en todo momento el contacto visual en el cual sus ojos pantanosos se pierden en los suyos oceánicos y viceversa. Él es capaz de ver su aura, de sentir una esencia capaz de complementar a la suya y darle lo que le falta, así como podrá darlo él.

-Dicen que en esta vida no hay luz sin oscuridad y que al revés se cumple la misma fórmula... ¿Es que acaso el ángel oscuro ha encontrado a su hada de la luz? ¿El yin y el yang por fin unidos? -Es una pregunta de la que sabe la respuesta- Dos esencias que se funden como el mar y el cielo en la línea en la que se pierde la frontera entre ambos, eso es lo que seremos en cuanto os haga llegar al más oscuro Nirvana, mi princesa trotamundos...

Siente como ella se rinde ante su beso, como sabiendo que son de bandas opuestas, ella desea que ese momento dure y entonces sonríe de nuevo:
-Y así la titiritera se coloco hilos que podría manejar el hombre del oscuro sombrero... -Y vuelve a besarla un segundo, antes de permitirle quitarle el guante, examinar sus dedos, y acariciarlos con esos labios que se le antojan como el mas tentador y dulce de los manjares hasta que se endereza para aferrarse a su nuca tatuada. Y ante su petición sencillamente asiente- Si así lo deseáis, milady, os enseñaré una materia en la que pocos han sido instruídos...

Y, sin soltarla, la toma en brazos hasta la capilla ahora vacía y entra, caminando hacia un punto concreto: el altar. Es ahí donde con suavidad la deposita, y, tras despojarse de su abrigo como un mago de su capa, se para frente a ella, desenguantándose la otra mano y mojando ambas en el agua bendita antes de posarlas a ambos lados de su dulce rostro y acariciarlo, pasando el pulgar por sus labios:
-¿Sonará el miserere de los no-muertos en la iglesia de los vivos?

No da tiempo a que conteste a esa pregunta cuando, volviendo a pasar ambas piernas de la ninfa a cada lado de sus caderas y rodándole la cintura con sus brazos como si lo hiciera con las alas oscuras del mismísimo rey del averno, entierra su cabeza en su cuello de porcelana, depositando primero un beso y, tras eso, tironeando con suavidad de su suave piel entre sus dientes. Así, en esa posición, entre las piernas de ella, pegándose más, comienza a combinar besos, mordiscos, y lametones por toda esa zona, desde su yugular hasta su pequeña nuez y las caras laterales, mientras sus manos ascienden por su espalda hasta su prenda superior, arrancándosela literalmente.

Alcanza su oreja con su lengua, y expulsa ahí todo su aliento antes de atrapar su lóbulo entre sus labios:
-Vamos... -Susurra en su oído, descendiendo con sus manos por sus clavículas, acariciándolas en círculos- Haz sonar los acordes iniciales de lo que será la ópera del pecado, haz sonar esas primeras notas en el lugar prohibido... -Le insta, mientras lame detrás de su oreja y vuelve a descender por su cuello mordiendo, besando y jugando de nuevo con su lengua- Hazlas sonar para mí, tu maestro...
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Mensaje  Dafnée Moreau Sáb Sep 26, 2009 5:43 pm

Otros verían en la figura umbría de aquel mago algo aberrante, un extraviado que no merece existir porque no sigue la senda de un falso amanecer y emponzoña las almas puras con su nectar venenoso. Pero para ella la luz de aquel mundo humano no es la real, porque pretende subsistir sin la Oscuridad; su compañero, su amante, su media alma... la luz de ella trasciende a otra fantasmagórica realidad y su Fuente bebe de las sombras, que son sus hermanas, sintiéndose vibrante y colmada de vida ante ese abrazo que la complementa.

Por ello, segura en su abrazo, como una anciana muñeca sin creador que la acune, contribuye al pantano delirante de sus ojos con la dulzura tierna e intraspasable de los suyos, bebiendo de la negrura que lee en el alma que encierra y viendo realmente las emplumadas alas de obsidiana que nacen de su espalda. Invisibles para el mundo, visibles para ella... Sus palabras son también la canción de cuna nacida de un oscuro sueño.


- Os he encontrado... - repite sus palabras como un eco arruyante, enredando los dedos en su cabello azabache y jugueteando con él mientras él hace lo propio con su cintura. Dibuja una ambigua y soñadora sonrisa - Una vez hace tiempo, cuando mi soledad se había alimentado tanto de mis fuerzas que se había materializado en forma de atroz vampiro, vi en mis sueños llegar a un ángel alado. Él había sido un querubín, pero sus Hermanos cortaron sus alas y le expulsaron del Cielo... - ladea la cabeza y desciende los dedos por su cuello, su pecho, removiéndose más en su abrazo como una niña con su peluche - Él agonizaba. El silencio de su tortura y el tormento de su vanal existencia le llevaron a quebrar los hilos de su cordura como tela de araña partida en mil pedazos; pero antes de rendirse un demonio surgió ante él ofreciéndole la Salvación... - asciende en un acariciante gesto su sedosa mano de nuevo hasta su rostro, deteniendo sus dedos sobre sus párpados como si pretendiese tocar la luz negra que los impregna - El querubín entonces entabló una violenta batalla con el demonio y salió victorioso. Después, arrancó sus alas de demonio en una efímera orgía de sangre y se revistió con ellas... el ángel antes luminoso renació así en la sombra, y en mis sueños vino a mí ofreciéndome una nueva salvación - entorna los ojos y entreabre los labios, dejando que su respiración cada vez más entrecortada se fusione con la voz de él - Erais vos...

Deja que él la tome en brazos con esa envolvente calidez nacida de una putrefacción inexplicablemente viva. Y en el camino que desciende hacia la cripta solo se aferra a él abrazando su cuello y prodigando su rostro con caricias, siendo los ojos de su maestro la ñunica senda a seguir ahora; todo lo demás, como el agreste camino y las escaleras de piedra que descienden a aquellas profundidades, no es más que polvo. No es más que niebla danzante como cortejo de aquellos dos seres iguales y opuestos. Las palabras del oscuro señor ahora no reciben respuesta por parte de ella, al menos no en forma de palabras: miradas cómplices, caricias y mistéricas sonrisas dicen más que su propia poesía.

Se deja depositar sobre el altar desperezándose de forma lenta y felina, ascendiendo sus manos por la roca para situarlas sobre su cabeza y arquear levemente la espalda, mostrándole el níveo torso tatuado al mago como una especie de ofrenda de su discípula. Baja los párpados y sesga su jugosa sonrisa, jugueteando con su cabello trenzado.


- Tal vez lo sea, o tal vez no... - susurra - Puede que no sea vuestra Hada, sino un encuentro casual y efímero en un santasanctorum prohibido... sin embargo, ¿qué os dice vuestra alma...? - se estremece visiblemente cuabdo sus manos, ungidas con el agua bendecida, acarician con la delicadeza de una rosa su rostro, y a su vez ella sostiene las cintas de su cabello con los dedos para deshacerlas en un parsimonioso gesto, permitiendo así que su cabello caiga en cascada ígnea y sinuosa por el filo del acantilado que ahora es el altar - Sin embargo, ¿qué os susurra vuestra alma...? - sus últimas palabras finalizan en un jadeo entrecortado y dulce al verse ahogadas por el rostro del joven mago, depositando hábiles besos y mordiscos sobre su sensible piel como un auténtico nigromante mimando sus ingredientes de hechicería... uno que despertaría en ella un encantamiento irrompible. Sus piernas se abren más acariciando las caderas de su señor y su espalda se dobla para fundir su pecho con el suyo, depositando suaves besos en su frente y su coronilla, acariciando su rostro y su espalda, aruñándola estremecedoramente por encima de la tela - ¿Qué os dice... acerca de mi identidad?

Su cuerpo se mueve por efecto de aquel brusco movimiento como oleaje creciente, en el que su encorsetado top victoriano cae destrozado ante sus manos. Y en aquel instante hace el gesto extraño de cubrirse la deseable piel que queda al descubierto, casi un gesto pudoroso y no obstante adornado con una repentina sonrisa de picardía infantil. Eso hace que resulte tentador, inocente, frágil... todo a la vez. Cierra los ojos para disfrutar del roce de sus frías manos contra su cálida piel, tomándose la petición del hechicero como un embrujo al que es sometida sin posibilidad de huída; y obedeciéndole, su voz comienza a entonar jadeos, prolongados gemidos y ronroneos de placer creciente ante sus caricias o su mera cercanía, haciendo temblar su cuerpo con leves y cada vez más acentuadas convulsiones. Le dedica así el Requiem que él desea escuchar, la candencia que danza entrelazada con sus susurros. Entonces abre los ojos, perdido el lapso del tiempo, y acariciando su propio y curvo pecho con sus uñas se deshace de los retales del top mientras se incorpora, dejando al descubierto sus pechos cinceladosen mármol lunar y tatuados por ríos de fuego. Ahora es ella la que, deshaciendo el abrazo de sus piernas, acaricia el abdomen del maestro obligándole con una corriente de gestos dulces a a erguirse de rodillas sobre el altar, mientras ella desciende su rostro para colar las manos bajo su blusa y empezar a alzarla, depositando ardientes besos en el tatuaje de su abdomen con sus carnosos labios. Se entretiene ascendiendo, desabrochando su blusa en el proceso, y cuando llega hasta su pecho la abre del todo y le despoja de ella, convirtiendo sus besos en un húmedo lametón que recorre su cuello hasta el lóbulo de su oreja, que muerde lentamente. Porque ella también desea que el hechicero le dedique el Requiem de placer que ella le regala con cada suspiro extasiado. Susurra contra su oñido:

- Puede que simplemente sea... Dafnée - dice, presentándose a su vez y siempre sin dar su apellido, mientras sus manos se dedican a perfilar sus brazos, torso y espalda ahora desnudos. Y como siguiendo su enigmático juego, añade con un mordisco travieso: - Ningún parecido con la ninfa de los viejos mitos... o tal vez sí. O quizá mi sino no sea ser perseguida por el Dios del Sol, sino por el Dios que oscurece el Sol... - cierra los ojos y aspira el aroma de su pálida piel, como rosas marchitas de olor dulzón y a la vez sagrado, y acaricia con los dedos su labio inferior mientras sigue derramando su aliento en su oído: - Y yo anhelo conocer los secretos de ese dios...
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Mensaje  Allan 'Mephisto' Cohen Dom Oct 25, 2009 5:29 pm

"Al finalizar el juego, Rey y Peón se guardan en la misma caja"
Da igual quien seas, la Muerte te trata igual que al superior y al pobre, da igual dienro, posición, rango, edad, vivencias. Mephisto tampoco creía que importase si has actuado bien o mal, pues a la Muerte le da igual: los conduce a todos por igual. Quizá por eso hubiera ido esa noche al cementerio. Seguramente.

Se había escapado en el sentido más clásico de la palabra. Había abierto la vetnana de su cuarto, que era un segundo piso de la mansión que tenía la familia Cohen en Golden Hills, y había escapado por ahí. Un fresno crecía alto y fuerte junto a la cara norte de la ciduad y desde hacía años Mephisto lo usaba para escaparse de noche, saltando a sus ramas y bajando a través de ellas hasta el suelo. Como en una película. Y al terminar la noche subía trepando y volvía a su cama, finguiendo haber estado donde debía toda la noche.

El cementerio también era como una película: melancólico, oscuro, pero sin tristeza, al emnos no para él. Había ramos de flores ante las lápidas de marmol y otras piedras. Había estatuas sbre algunas, ángeles y otros símbolos que recordaban a los mortales visitantes que sus seres queridos no sufrían, que estaban en un lugar mejor.

Mephisto abrió la verja del cementerio y se coló en su interior. Miró furtivamente a su alrededor y se escabulló entre las lápidas. Ya una vez le había pillado el vigilante y no creía que, si volvía a encotnrarle colándose en el sacrosanto lugar, fuera a dejarle ir tan panchamente como la última.

Llegó hasta el tronco de un cipres que en la noche era negro como el ébano, con la copa apuntando hacia el transparente cielo oscuro y la clara luna que sonreía desde el firmamente. Se agachó y sacó una pequeña vela. Una linterna sería más fácil pero no había nada como una vela y unas cerillas para impregnarte del olor de los libros viejos, del ambiente del cementerio. Con gesto cuidadoso acarició la cubierta del libro, como pidiendo permiso, y después lo abrió, hundiendose entre las oscuras y bellas palabras de Lovecraft.
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Mensaje  Ánnika Burton Dom Oct 25, 2009 5:37 pm

*Caminaba de una manera increíblemente silenciosa entre las lápidas, moviendo sinuosamente las caderas al compás de sus pasos a través de las tumbas. Su piel blanca destaca contra su vestido negro aterciopelado, que a su vez, llama la atención entre las blancas lápidas. Exhala el humo de un cigarrillo, que sale en forma de nube blanquecina de sus labios rojo pasión.
Le gustaba conocer los más oscuros y silenciosos lugares de los lugares a donde se mudaba, una y otra vez, la mayor parte de las veces, por culpa d una horda de esposas furiosas y despechadas qu no sabían cómo satisfacer a sus maridos.
Aún no conocía personalmente a nadie, no había podido hacer negocios...pero no le importaba. Este le parecía un buen lugar donde quedarse.
Absorta en sus pensamientos, sigue caminando sin rumbo fijo, hasta que ve una luz, que la atrae, y camina directamente hacia ella, sin perderla de vista, como una mantis acechando a una inocente mariposa que vuela demasiado cerca.
Cuando llega al lugar donde se encuentra, una sombra que se intuye masculina aparece, por lo que se detiene, sin saber qué hacer*

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Mensaje  Ledah Q. Ashby Dom Oct 25, 2009 5:42 pm

Sombras en el desierto, cuchicheos y risas escandalosas. Entre el montón de matones de barrio rico, una figura delgada se alza con pose altiva y arrogante, con los brazos cruzados y una mirada plateada y desdeñosa perdida en el horizonte observando con una ceja enarcada la llegada de más gente a un lugar tan poco transitado como ese. Alza una mano al aire, haciendo un gesto rápido, y un chaval mucho más alto y más fornido que él se acerca.

- Brook, lleva a los demás a hacer una visita a los barrios bajos. Tenemos que hacer saber que somos importantes para ellos ¿entendido? Si la cagas, yo mismo me ocuparé de que te pase algo muy malo - El gigantón traga saliva. Ledah no le ha mirado en ningún momento y en cuanto oye los pasos de sus subordinados alejándose, toma aire y se acerca a las otras dos figuras errantes sin vacilación pero sí con cierto recelo cuidadoso.
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Mensaje  Allan 'Mephisto' Cohen Dom Oct 25, 2009 5:49 pm

En un principio Mephisto ni se da cuenta de que hay más gente en el cementerio aquella noche a parte de él, y mucho menos de que le podían estar mirando en aquel preciso momento, vigilando. Él, con la cabeza gacha, el cabello negro largo cayéndole por el hombro, estaba demasiado abstraido, metido de lleno en el relato que leía. Era uno de los mejores autores que conocía, resultaba increible la facilidad con que era capaz de retratar las más diversas escenas y de introducir al lector en ellas, hacerselas sentir...

Fue un repentino sonido indefinido que bien podía haber sido una rama al quebrarse o el paso de un gato por una de las lápidas, arañandola, lo que lo alertó de pronto. Mephisto alzó la cabeza y el gesto hizo que la vela temblase y a punto estuviera de caerse sobre la hierba. La sostuvo. Marcó con un dedo el lugar por el que iba en su lectura y escrutó la oscuridad.

Le pareció ver una figura un poco más allá, alta de formas femeninas. También creyó oir el rumor de una conversción lejana y la oscuridad se movió más allá cuando varias personas se separaron. Una de ellas, más delgada y fina que las otras, se aproximó.

-¿Qué es lo que hasta mí traen los ritmos de la noche? -musitó más para sí mismo que para quienes fueran aquellas personas. Por un momento pensó en las sombras que avanzaban por el cementerio. Parecían sacadas de un cuento de terror. Alzó la vela, tratando de distinguir sus rostros, con curiosidad.
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Mensaje  Ánnika Burton Dom Oct 25, 2009 5:54 pm

*Sonríe. Adora el miedo, sino, no sería su especialidad. La luz de las velas la atrae de sobremanera, nunca supo por qué, y tampoco por qué se vió incrementada esa atración desde su nuevo "trabajo".

-Quién lo pregunta...?- dice con su voz suave y seductora, dando un paso hacia delante, dejando que la luz bañase sus formas, tratando de suavizar la tensión que le decía que se girase al notar varias personas hablando a sus espaldas, demasiado cerca como para que pudiesen inspirar confianza.

Alza el brazo, suave y elegantemente, para llevarse a los labios el cigarrillo, y otra vez, dejar que el humo escape otra vez de su cuerpo*

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Mensaje  Ledah Q. Ashby Dom Oct 25, 2009 6:01 pm

La llama de la vela apenas ilumina nada. Lo poco que distingue Ledah es una forma humana, que al parecer tiene el pelo largo y oscuro, en el suelo y otra forma femenina a un lado. No tiene suficiente luz como para saber con certeza con quién está hablando y, en realidad, no le importa.

- Muy poético... - Su tono es condescendiente, de una falta de interés casi total, y reprime la tentación de echarse a reír al ver el flirteo descarado que se está llevando a cabo en sus narices. Sin embargo, no añade nada más y alza una mano para estudiarse las uñas con gran atención pese a la falta de luz.

Aunque parece que todos se habían ido, una figura más o menos de su misma complexión sigue oculta entre las sombras tras él.
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Mensaje  Allan 'Mephisto' Cohen Dom Oct 25, 2009 6:08 pm

La figura femenina, de la cual se distinge únicamente la forma de su silueta, que se antoja hondulada como la de un felino, se adelanta un poco. La silueta se rompe cuando una mano se lleva un cigarrillo a los labios. A pesar de que su aspecto pudiera sugerir otra cosa Mephisto no solía fumar. Había probado el tabaco pero el hecho de que su madre fumase a todas horas hacía que, por muy acostumbrado que estuviera, el humo le desagradase y prefiriera relacionarse lo mínimo posible con aquella droga legal.

La voz de la mujer es suave, como un susurro, y la mujer se le antoja como una sacada de una película de los años cincuenta. La compañera del detective, con una bufanda de zorro, sus curvas y aquel largo cigarro que fumaba poco a poco, sofisticada y elegante. Aunque aquella parece más joven. No podría asegurarlo por la oscuridad.

Otra voz entra en escena, la otra sombra que parece la de un joven. La voz le suena, aunque no alcanzaba a ubicarla en aquellos instantes. ¿Un conocido del St. Mary? Algunos se jactaban de ser muy rebeldes yendo al cementerio o al Red and Black Distrct de noche. El tono que usa y sus palabras hacen que el joven se tense, pero se contiene de decir nada contra él y responde a la mujer.

-Lo dice una sombra más -responde simplemente, aguardando a que alguno de los dos se presente, si es que querían seguir hablando, o le dejasen tranquilo proseguir su lectura.[/i]
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Mensaje  Ánnika Burton Dom Oct 25, 2009 6:16 pm

*Terminado el cigarrillo, lo arroja al suelo, para extinguirlo con la punta del tacón izquierdo.

-Entonces...yo soy Ánnika, encantada, señor Sombra. Quizás le apetezca presentarse al señor que me acecha por la espalda...- dice con un sutil toque de ironía.

Ambos chicos le sonaban, supone, del día de la mudanza, y del increíble tiempo que tuvo que esprar y pasar por el barrio para que los imbéciles de los obreros adaptasen el ático tal y como ella lo había pedido. Quizás les sonaban porque conocía a sus padres...no podía estár segura.
Al acabar el cigarro, se acerca a la lápida más cercana, reposando suavemente su peso contra ella, y al mismo tiempo, para controlar a las dos figuras que estaban en el lugar*

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Mensaje  Ledah Q. Ashby Dom Oct 25, 2009 6:22 pm

Como única respuesta a cualquier comentario que hayan hecho, sólo sale de sus labios un "Ledah" frío y orgulloso. Después de...presentarse...hace una señal a esa otra figura, que se acerca a él despacio. Es un chico rubio, con pinta de tener la misma edad que él. Cuando está junto a él, le habla al oído en voz muy baja y al terminar el chico asiente y vuelve a su posición distante.

- ¿Saben las sombras algo de cierto blog que circula por internet?
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Mensaje  Allan 'Mephisto' Cohen Dom Oct 25, 2009 6:30 pm

Ve la sombra del cigarrillo caer al suelo, iluminando un segundo la punta roja la noche a la vez que la vela antes de perecer por siempre. La mujer se presenta y el nombre le resulta desconocido por completo. No obstante ya sabe de ella que la ironía era algo con lo que su lengua estaba familiarizada.

Desde detras de la mujer la tercera sombra se mueve y se presenta él también. Ledah. Le conocía, si no se equivocaba era uno de los becados del St. Mary y miembro del comité de disciplina. ¿Qué haría allí? No era lo más común ver a un becado en sitios así, normalmente eran muy cuidadosos de no hacer peligrar sus becas ni nada similar, de estar donde debían estar y no desobedecer. Y a medianoche el lugar donde se debía estar era durmiendo. Pero si lo que cree saber de Ledah es cierto, tampoco es tan extraño para él.

Tras Ledah hay otra persona. Se pregunta qué le ha dicho el rubio pero no parece nada peligroso. En cambio la pregunta del chico si le resulta curiosa.

-Las sombras saben y callan -respondió con voz calmada Mephisto, cerrando por completo el libro. Recuerda la escena por la que iba así que no le costaría encontrarla-. Mi nombre es Mephisto -se presenta. Su voz era queda y algo grave, aunque tenía un toque hermoso-. ¿Qué os ha traido hasta los dominios de las sombras y la muerte? -preguntó con interes.
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Cementerio Nuestra Señora del Encinar - Página 4 Empty Re: Cementerio Nuestra Señora del Encinar

Mensaje  Ánnika Burton Dom Oct 25, 2009 6:37 pm

*El descaro y la altivez ya le era familiar, su trabajo le suponía soportarlo. Saca otro cigarrillo, y con un zippo de plata, lo enciende, dejándolo voluntariamente encendido durante unos segundos, lo suficiente como para que ilumine sus facciones.

-La tranquilidad...y la falta de conocimiento de otros lugares mejores. No sé acerca de ese blog...Ledah -digo, un poco absorta, intentando descifrar el título del libro y los rasgos del chico que tengo a mi espalda*

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Mensaje  Ledah Q. Ashby Dom Oct 25, 2009 6:47 pm

- Las sombras no saben, sólo son sombras. De hecho, ni siquiera callan porque no tienen la capacidad de hablar... - Y ahora sí, Ledah ríe. No es una risa jovial ni nada por el estilo, es una risa seca y suave que apenas se oye.

- Mephisto ¿no? Claro... - Ni siquiera parece ofensivo, si no que usa un tono casual y casi amistoso. Tanta poética le da dolor de cabeza. Ledah considera esa forma de expresarse estúpidamente adornada y absurdamente intelectual. Siempre que alguien le habla así, no puede evitar pensar que ese alguien quiere parecer más inteligente de lo que es.

Alza un brazo, abarcando con él parte del cementerio y dando por zanjado el tema del blog. Si no quieren hablar, no les obligará. De momento.

- Aquí no dominan ni las sombras ni la muerte, siento desilusionaros. Esto es territorio del Comité Disciplinario.
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Mensaje  Ulises J. Kane Dom Oct 25, 2009 6:59 pm

No sabía qué cojones hacía tanta gente allí a aquellas horas, pero lo cierto es que la había. Una, dos y tres personas. Ulises se temió por un momento haber ido a topar con una panda de satánicos zumbados de esos que mataban gallos, pero al acercarse vio que el único con pinta rarita era el chaval del pelo largo, y no había nada parecido a un gallo en sus manos. Sostenía un libro.

- Hola. - Saludó, sin que le cruzara por la cabeza la idea de que su presencia podía no ser bienvenida. - ¿Qué hacéis aquí?

Su pregunta no iba en tono autoritario. No pretendía establecer su soberanía en aquel lugar, y la gente que entrara o saliera le traía sin cuidado. Sin embargo picaba su curiosidad: se había colado en el Cementerio por el simple gusto de hacer algo que se saliera de lo corriente y había encontrado compañía. Aleluya.
Quizá así dejaría de aburrirse, porque una vez pasados los efectos de la droga que había consumido a media tarde empezaban a amenazarle las brumas del hastío.
Metió las manos en los bolsillos de su cazadora negra y se quedó allí plantado, autoinvitándose a la pequeña reunión y examinando a los presentes sin ningún disimulo.
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