Thomas Edison, nº 109
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Re: Thomas Edison, nº 109
Se la queda mirando largos segundos, estirándose sobre ella y apagando la luz para dejar la habitación en penumbra, aunque lo suficientemente iluminada por lo que se filtra a través de las ventanas, viéndose así las siluetas...
Y es que no le hace falta ver más, porque es capaz de imaginársela y de reconocer sin ver cada parte de su cuerpo. La escucha atentamente, ladeando el rostro para que la sujección de ella se convierta en una caricia a su mejilla, en lo que sus manos descienden y bajan más la cremallera, hasta que finalmente la parte superior del chándal queda abierto. Muy lentamente se lo quita, dejando que lo ayude en su momento:
- Para mí es la cima de un día redondo... Aunque bien mirado, sin ti nada podría ser redondo.- Susurra antes de volver a descender, esta vez más allá, y comenzar a brindar dulces pero al mismo tiempo intensas y provocadoras caricias por la zona que el chándal ocultaba, usando tanto manos como labios, para luego usar estos últimos en rozar su vientre de forma lenta antes de reanudar el proceso.
Y es que no le hace falta ver más, porque es capaz de imaginársela y de reconocer sin ver cada parte de su cuerpo. La escucha atentamente, ladeando el rostro para que la sujección de ella se convierta en una caricia a su mejilla, en lo que sus manos descienden y bajan más la cremallera, hasta que finalmente la parte superior del chándal queda abierto. Muy lentamente se lo quita, dejando que lo ayude en su momento:
- Para mí es la cima de un día redondo... Aunque bien mirado, sin ti nada podría ser redondo.- Susurra antes de volver a descender, esta vez más allá, y comenzar a brindar dulces pero al mismo tiempo intensas y provocadoras caricias por la zona que el chándal ocultaba, usando tanto manos como labios, para luego usar estos últimos en rozar su vientre de forma lenta antes de reanudar el proceso.
Alexander Evans- Residente del Golden Hills
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Fecha de inscripción : 15/10/2009
Re: Thomas Edison, nº 109
- Spoiler:
- Se incorporó un poco para ayudarle a que le quitara la chaqueta mientras le desabotonaba la camisa con paciencia. Lo peor de aquella prenda eran sin duda los botones eternos, pero lo mejor llegaba cuando se abría dejando a la vista el torso perfecto de Alex. Sonrió.
- Eso es porque me miras bien. - Le dijo.
Sabía que era cierto. Había mucha controversia en torno a su persona, y su carácter fuerte y obstinado le había ganado más enemigos que amigos tanto dentro del trabajo como fuera del mismo. Desde que era una cría había sentido que no estaba hecha para congeniar con los demás: todo eso de las mentiras piadosas no iba con ella. Si Ingrid pensaba algo lo decía, y por regla general esos pensamientos no eran de halago y admiración hacia las otras personas.
A los quince años se sentía sola porque no le interesaba lo mismo que al resto de las chicas de su edad. A los veinte lo había superado y había aprendido a buscar compañías con las que conectara más... y poco después había llegado Alex, tan cauteloso que cuando se había dado cuenta de lo que ocurría estaba pillada hasta las orejas.
Se estremeció rendida ante sus caricias, acelerando suavemente el ritmo de su respiración. No podía hacer gran cosa mientras su marido estuviera ahí abajo, así que se incorporó quedando sentada sobre la colcha y llevó la mano derecha a la nuca de él, mientras la izquierda seguía un recorrido descendente y exploraba bajo la cintura del pantalón de Super-Evans.
Le mordió el labio inferior con delicadeza e hizo una especie de ventosa con los labios sobre algún lugar de su cuello.
- ¿Qué pasa si vas con un chupetón al trabajo? - Inquirió, deteniéndose con un supremo esfuerzo de voluntad. - No queremos que los dueños pijos de tu clínica se enfaden.
Ingrid Evans- Personal médico del Sacred Cross
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Fecha de inscripción : 18/10/2009
Re: Thomas Edison, nº 109
- Spoiler:
- Cuando ella procede a sentarse él hace lo propio, quedando de rodillas enfrente deella y quitándose la camisa ya desabrochada sin prisa alguna, revelando un torso algo marcado pero tampoco excesivo, notándose que cuida su aspecto lo más que el escaso tiempo libre le permite:
- Te miro como eres, ni más ni menos... El que no vea lo mismo que yo está ciego, y la verdad es que me alegro... No sabes lo que se pierden- Susurra, estremeciéndose cuando la mano de ella viaja más alla de la cintura pero sin decirle nada, en lo que él juguetea con el cordón de los pantalones de ella, terminando por desabrocharlo con una sonrisa. Echa el cuello hacia atrás cuando se siente explorado por los labios de ella, escuchandu su pregunta y soltando un pequeño bufido.
No dice nada, pero como mera respuesta agacha la cabeza, ladeándola, y ataca el cuello de ella, esta vez succionando durante varios segundos y dejando una bonita marca:
- ¿ Te parece buena respuesta...?. Nunca está de más sentirse un adolescente haciendo estas cosas...- Y ahora una de sus manos también viaja más alla de la cintura de ella, aún por encima de la ropa.
Alexander Evans- Residente del Golden Hills
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Fecha de inscripción : 15/10/2009
Re: Thomas Edison, nº 109
- Spoiler:
- Se dejó dibujar aquella marca en el cuello sin rechistar y luego dedicó su atención al cinturón de Alex, que cedió bajo sus manos.
- Ja, cinco puntos. - Se jactó.
Se puso entonces con los botones del pantalón y en pocos segundos tenía un hermoso orificio por donde colar la mano de forma traviesa.
No comenzó con nada demasiado brusco, sino que simplemente paseó los dedos por la zona acariciando sin mucha presión. Parecía que a su marido se le habían acabado las ganas de hablar por el momento, así que no le importaría demasiado si le cerraba ese pico de oro que tenía.
Puso los labios sobre los suyos, aún sabiendo que él odiaba comerse el sabor de la vaselina, y los entreabrió para repasar con la lengua todo el contorno de su paladar, leeeeentamente. Llevó la mano izquierda a hacer compañía a la diestra y coló un par de dedos bajo la ropa interior.
En aquel momento se alegraba sobremanera de haber encendido antes la calefacción. No estaban en lo más crudo del invierno pero no hacía tiempo ya para quedarse sin ropa cómodamente.
Ingrid Evans- Personal médico del Sacred Cross
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Fecha de inscripción : 18/10/2009
Re: Thomas Edison, nº 109
- Spoiler:
- Si algo tiene, pero que al mismo tiempo oculta al resto de personas, es sensibilidad, y con ella eso precisamente no lo oculta, de hecho lo expresa en todo su esplendor cuando ella comienza a acariciarle, provocándole un estremecimiento que termina en escalofrío de pies a cabeza cuando acaricia su paladar de esa manera tan lenta que casi parece hasta tortuosa.
Su mente y su cuerpo se turban, embravecidos ambos por un deseo que va creciendo en su pecho e instaurándose por el resto de su cuerpo. Un suspiro escapa de sus labios ante sus palabras:
- Tienes ventaja... Tú no usas cinturón, aunque casi que mejor...- Él también sabe jugar cuando la situación lo requiere, de hecho con ella le resulta hasta fácil mostrarse algo travieso,y así lo demuestra cuando cuela una de sus manos por dentro del pantalón, tanteando el borde de la ropa interior:
- Aquí no había sorpresa...- Susurra con dulzura contra el oído de ella, bajando un poco más y acariciando su zona más intima por encima de la tela, con suavidad y sin prisa alguna, como si estuviese delineando una escultura para familiarizarse con todos los rasgos de ésta...
Y cuando ella menos se lo espera acelera un poco el ritmo, volviendo a enlentecerlo al segundo y repitiendo el proceso varias veces, alterándose su respiración al mismo tiempo por las caricias recibidas.
Alexander Evans- Residente del Golden Hills
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Fecha de inscripción : 15/10/2009
Re: Thomas Edison, nº 109
- Spoiler:
- Reaccionó a la incursión por debajo de su ropa interior tensando todos los músculos del cuerpo y abrazándose a la cintura de Alex como si le fuera la vida en ello. No se había esperado aquel gesto por parte de él y ahogó una risilla contra la piel de su pecho, antes de dejarse caer hacia atrás de nuevo arrastrándolo a él en su trayectoria descendente.
- Depende de lo que entiendas por sorpresa. - Replicó, con la voz algo ronca.
Sonrió y bajó los pantalones de Alex para permitirle librarse de ellos, y contempló sus calzoncillos con aprobación. Se alegraba de que él hubiera desterrado del armario aquella horrible tanda de boxers azules con dibujitos de la bandera que le había regalado no sé quién. Aquellos estaban mucho mejor, pero le iban a durar poco tiempo puestos.
Como estaba tumbada y no necesitaba sujetarse a nada introdujo las dos manos directamente por el trasero de Super-Evans, asiéndolo sin demasiada delicadeza y atrayendo más al médico hacia su cuerpo. Necesitaba tenerlo cerca, y separarse unos segundos de sus labios le parecía algo realmente difícil de soportar.
Por un instante pensó en los tallarines abandonados en la mesa del comedor, pero desechó pronto aquel pensamiento. Con dedos trémulos bajó la última prenda que llevaba puesta Alex y dobló las piernas para que él tuviera más fácil imitar su gesto.
Ingrid Evans- Personal médico del Sacred Cross
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Fecha de inscripción : 18/10/2009
Re: Thomas Edison, nº 109
- Spoiler:
- - ¿ Qué se supone que tengo que entender?- Murmuró en respuesta a las palabras de ella, dejándose caer encima de ella con una carcajada murmurada, aprovechando el movimiento para pasar de caricias superficiales por fuera a otras más profundas por dentro de la ropa interior, sin variar un ápice los matices de las mismas.
Inclina su cuerpo hacia arriba para facilitarle la tarea, agitando después las piernas y deshaciéndose de los pantalones, que caen a un lado cualquiera de la habitaicón, algo que ahora mismo no le resulta en absoluto importante...
En cambio degustar sus labios sí lo es. Y se lanza a por ellos, ansioso, rápido pero sin ser bursco, en lo que saca su mano y usa ambas para despojarla de los pantalones, le gustaba ver, o ahora mismo intuir, sus piernas desnudas, su cuerpo entregándose a él como él mismo se entregaba a ella...
Y sabe que sin ella, ahora mismo, vivir se le antojaría complicado en todos los sentidos. Se deja quitar la ropa interior y él hace lo propio, despacio y sin prisas, juntando ambas cinturas cuando ya la ha desnudado...
Y en un único movimiento, lento y calmado, termina por entrar en ella y unir ambos cuerpos del todo. Un suave jadeo escapa de sus labios cuando lo hace, antes de comenzar a moverse sin dejar de besarla por los labios y por el cuello.
Alexander Evans- Residente del Golden Hills
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Fecha de inscripción : 15/10/2009
Re: Thomas Edison, nº 109
- Spoiler:
- - Eso depende de tu nivel de perversión, Evans. - Murmuró juguetona.
Una de las razones por las que prefería no tener hijos de momento era que se consideraba justamente una mujer muy escandalosa a la hora de retozar. Los jadeos apagados no iban con ella: nunca se le había dado bien la contención y no iba a empezar a ensayarla a sus veintiocho años.
Cuando Alex consumó del todo la unión de sus cuerpos dejó escapar un gemido bastante audible que culminó con una risilla difícil de contener. Únicamente se quedaba callada cuando los labios de su marido sellaban los suyos con un desenfreno que no estaba en absoluto reñido con el amor.
Si hubiera tenido las uñas largas quizá habría arañado la espalda de Alex, pero como siempre se las cortaba escrupulosamente se limitó a presionar su piel con ambas manos, abarcando la máxima superficie posible para sentir el contacto más intenso.
Dobló el cuello llevando el rostro hacia un lado, hacia la ventana, dejando así más espacio para que él se moviera en su cuello con libertad.
Ingrid Evans- Personal médico del Sacred Cross
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Fecha de inscripción : 18/10/2009
Re: Thomas Edison, nº 109
- Spoiler:
- Cuando ella desvía la mirada para darle más acceso al cuello tarda apenas dos segundos en darse cuenta de que prefiere mirarla a los ojos que saborear su piel...
Y eso hace, tomar su cara con una mano y girarla despacio hasta que la puede mirar, pegando ambas frentes para intensificar el contacto, como si con esa mirada clara y ahora envidriada pudiese atravesar su cuerpo y alcanzar su alma en cierto modo...
Y es que así lo cree, y ese pensamiento le hace acelerar de forma paulatina, comenzando a jadear más sonoramente en lo que su pecho sube y baja con cierta rapidez, alternando al poco tiempo movimientos lentos con otros más rápidos, incluso paradas completas, riendo en un susurro no sin cierta picardía:
- Me encantan tus ojos...- Suelta de repente, con la voz ya ronca y besando sus labios de nuevo con intensidad, justo pocos segundos antes de que estalle, con un profundo gemido que entierra en sus labios, y en el que derrama algo más que el placer del momento...
Lo que acaba de hacer es entregarse a ella todo lo que su cuerpo y su mente le permiten.
Alexander Evans- Residente del Golden Hills
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Re: Thomas Edison, nº 109
- Spoiler:
- Sonrió cuando él hizo alusión a sus ojos, pero no se molestó en responder. Conocían ya de sobra ambos cada uno de los gestos del otro, y muchas veces no era necesario comunicarse con palabras.
Leyó en la mirada de Alex lo que debía de estar transmitiendo la suya propia: amor, deseo y la culminación de la unión más estrecha posible entre dos personas. Una unión que desde hacía mucho tiempo solo quería compartir con él, y el saberse correspondida lo hacía todo aún más maravilloso.
Ingrid no se habría extrañado en absoluto si, en el momento exacto en que alcanzó el clímax, hubieran estallado fuegos artificiales por toda la habitación. Contrajo todos los músculos al mismo tiempo y apretó los labios con fuerza para evitar explosiones auditivas de entusiasmo. Luego poco a poco se relajó hasta que su cuerpo quedó tendido sobre la cama como el de una muñeca, con la salvedad de que su pecho subía y bajaba a un ritmo nada despreciable.
Se hizo a un lado para dejar que su marido se tumbara a su lado y le pasó un brazo por el pecho, cansada y satisfecha. Depositó un suave beso sobre la piel de su hombro y aspiró su olor. Sería capaz de reconocerlo con los ojos cerrados entre un centenar de personas.
- ¿Tienes sueño? - Preguntó.
Ingrid Evans- Personal médico del Sacred Cross
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