Re: Hell's Bar

**Elisabeth M. Gray** Vie Ene 08, 2010 11:17 pm

Liz se giró casi movida por un pinchazo, como si esas palabras se hubiesen calvado en su piel como agujas de lo más afiladas, hincándose y hundiéndose dolorosamente.
- Oh, claro, de maravilla: lo próximo es que me declare lesbiana para tontear también con la pelirroja- espetó furiosa, crispando los puños hasta que sus uñas se clavaron en las palmas de sus manos, dejando marcadas oscuras medias lunas.

Lanzó una breve mirada al exterior, estaba lloviendo. Cambió el peso de pierna, realmente lo coherente sería quedarse, pero el sentir como la rabia bullía en su estómago no era un buen prestigio

**Joe Schmeichel** Vie Ene 08, 2010 11:49 pm

- No creo que sean aptos para decir en público... - Ronronea en el oido de la joven, y no duda después en lamer sutilmente el cartílago de la oreja de ella. Se coloca de nuevo en su lugar, cogiendo de nuevo el pitillo con dedos índice y corazón y llevandose a la boca-. ¿Y dices que ya has conseguido casa por aquí, Annika? - Ya ni se corta en dar la espalda a Liz.

**Elisabeth M. Gray** Sáb Ene 09, 2010 12:01 am

La chica tomó aire, preparada para la próxima tanda de insultos que le dedicaría, pero el muchacho la ignoró totalmente, cosa que envaró aún más su rabia.
Rabiosa y más al ver lo que hizo en la oreja a la chica, Liz dio media vuelta y se alejó dando un fuerte golpe de puerta. Caminando rápidamente con zancadas que hacían que su pies se hundieran en los charcos con chapoteos ahogados

**Joe Schmeichel** Sáb Ene 09, 2010 12:06 am

Rueda los ojos, irritado. Estupendo, y ahora tendría que ir tras ella, ¿Verdad? Salta del taburete y se alisa el pantalón golpeandose las piernas efusivamente-. Creo que... Bueno, estaré por aquí cuando vengas, seguramente... - Se despide alzando las cejas y cubriendose con la capucha de la sudadera sale a ver donde coño se ha metido ahora Liz, con la que esta cayendo. Bufa en cuanto las primeras gotas caen sobre él.

**Ánnika Burton** Sáb Ene 09, 2010 6:19 pm

*Hace un gesto con los ojos en señal de despedida. Finalmente, la joven, probablemente carcomida por los celos, se había ido en un arranque de ira. En consecuencia, en chico con el que mantenía una conversación, había salido tras ella. Se queda un rato más en aquel antro, por si casualmente se encontraba allí algún cliché de los que ella buscaba, alguien a quien hechizar, alguien a quien obsesionar hasta el extremo de hacerlo pensar en ella mientras le da placer a su queridísima esposa.

Tras un rato y varios cigarrillos, deposita un billete en la barra, y se va, sin esperar el cambio. Bien camuflado en un callejón, se encuentra una de sus más amadas posesiones, su coche. Un hermoso Rolls Royce Phantom IV blanco y negro. Pasa sus delicadas manos por uno de los faros, con sumo cuidado, y se sube, disfrutando del tacto del cuero en su espalda. Realmente goza conduciendo ese coche. Gira la llave, y el motor le responde con un suave ronroneo. Agarra con fuerza la palanca de cambios, y con un rugido del motor, las luces se pierden en medio de las calles*

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