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Edificio abandonado de Owl Street, Buhardilla

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Mensaje  Dafnée Moreau Dom Jul 19, 2009 11:03 pm

No se conocen los orígenes del sombrío edificio del distrito de Owl Street, pero posee un incuestionable aspecto barroco. Lo conforman tres plantas sucias y destartaladas, deshabitadas excepto por la multitud de gatos que las pueblan. Hay un viejo montacargas que ya no funciona y el polvo llena todos los rincones, pareciendo que allí no habita nadie; pero no es así. Unas oxidadas escaleras conducen a la buhardilla del edificio: un pequeño desván que ofrece la impresión de entrar de lleno en una tienda de antiguedades, o en un cuento de hadas. Algo normal teniendo en cuenta que se trata del improvisado hogar de la misteriosa y joven Dafnée.

Se respira desorden y melancolía. El lugar no es muy grande, pero está a rebosar de objetos de toda índole: unos pocos caballetes, material de dibujo sobre un escritorio de carcomida madera, su preciado stradivarius descansando en una esquina, una vieja muñeca de porcelana de rizos dorados sentada sobre un montículo de libros y el suelo y paredes a rebosar de dibujos hechos a carboncillo, así como folios escritos con poemas y cuentos de su invención. Hay también un antiguo tocadiscos, una inestable rueca, un viejo carrillón, un violonchelo con las cuerdas partidas, un pequeño y polvoriento piano con un montón de partituras sobre él y una caja de música rota, pero cuya melodía suena si se golpea unas cuantas veces. Ninguno de esos objetos los consiguió ella, sino que se quedaron cogiendo polvo en el desván sin que nadie los reclamase jamás.

La luz entra a través de las dos largas y arqueadas ventanas de filigranas recargadas, que se abre accionando varias veces una chirriante y oxidada palanca; adora sentarse en el alfeizar simplemente para tocar el violín mientras observa el cielo. La hiedra avanza desde el exterior, en un cortinaje verde que se cuela por las ventanas y prosigue salvaje su andadura, dándole al lugar un aire romántico. Ella duerme en un viejo y duro colchón con una raída manta gris, que no siempre la resguarda del frío. La única iluminación nocturna es una lámpara de gas, pero no se queja: suficiente para escribir, dibujar o leer.
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Mensaje  Edward Carnby Mar Jul 21, 2009 10:11 pm

El resonar de sus botas sobre las escaleras advierte de su presencia antes de que esta se haga visible en la buhardilla de Dafnée, y es que, en otra muestra de inteligencia de la chica, no le dijo dónde vivía por qué él ya lo sabia. Eese pensamiento le hace sonreír, y tras varios días se había decidido, aunque aparentemente viene por la oferta que le hizo...

Su presencia se manifiesta en la buhardilla, tenuemente iluminada: Unos piratas negros llenos de rotos, el cinturón sin abrochar, con los lados cayendo libremente, cadenas en los bordes de losbolsillos, y una camiseta de tirantes negra que deja visibles todos sus tatuajes. Esta vez no lleva mitones, por lo que el alambre de espino tatuado es visible hasta el inicio del dorso de la mano, dónde se entrelazan todos en un palo.

Analiza con sus ojos azules oscuro la estancia, pensando que se ha ido de excursión a los mundos de yupi y no a una de las zonas de este barrio marginal, silbando al ver tantas cosas en un sitio tan pequeño, luego la gente se quejabaa de que él no tenía espacio, anda y que les jodan:

- Daaaaafnéeee- Murmura como sie stuviese jugando al escondite, con la sonrisita burlona pero sin moverse del sitio.
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Mensaje  Dafnée Moreau Mar Jul 21, 2009 10:22 pm

Y en apariencia no parece haber nadie, salvo las sombras veloces que aparecen de cuando en cuando bajando las escaleras y atravesando los pies de Edward: gatos, de todo tamaño y color, inundando el sombrío y destartalado edificio con sus maullidos. Eso hasta que, desde las alturas del viejo montacargas detenido en el segundo piso, surge una voz:

- Shhhh... - y la voz procede de la figura asomada sobre él. Acuclillada, con los brazos cruzados sobre las rodillas juntas y el dedo índice sobre sus labios de enigmática y divertida sonrisa. Observa a Edward un instante, antes de hablar con uno de sus tranquilizadores susurros: - Ten cuidado, intrépido caballero... nunca se sabe qué espíritus puedes perturbar con tus juegos - pero a juzgar por la sonrisa a ella misma no le ha molestado, sino que más bien le resulta gracioso; y de hecho, no parece sorprenderle en absoluto su inesperada visita. Se incorpora, revelando sus calcetines de rayas rojas y blancas, sus medias de relijja, sus botas militares, sus cortos pantalones negros y lo que parece ser una sencilla y deshilachada camiseta que resbala por un hombro, dejando al descubierto una tira negra y grafiteada de rojo en su centro; todo eso adornado con su curioso peinado, ahora dos altas coletas de graciosos rizos victorianos. Como si ella misma también fuera un gato, se contorsiona aferrándose al montacargas y se las ingenia para deslizarse fuera de él, hacia el rellano del segundo piso; antes de hacerlo le dirige otra mirada, de media sonrisa divertida y amablemente irónica - ¿Vas a subir o voy a tener que ir a buscarte?

Pero en vez de hacerlo, desaparece. No se oye nada más, pero resulta obvio que, o bien se ha esfumado como la bruma, o bien ha proseguido su andadura rumbo al tercer piso.


Última edición por Dafnée Moreau el Miér Jul 22, 2009 3:07 am, editado 1 vez
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Mensaje  Edward Carnby Mar Jul 21, 2009 10:31 pm

Expresivo y casi teatral como es él, finge un repsingo cuando escucha cómo le manda callar, lelvándose una mano a la boca y abriendo un poco más los ojos, aunque la diversión que destilan estos es más que visible. Chasquea la lengua cuando lo llama caballero, y como no tiene miedo a los fantasmas avanza un par de pasos, dándole un repaso a la figura de ella, tiene un aspecto extraño y al mismo tiempo atrayente, como si no fuese de este mundo o algo así.

La ve desaparecer, escuchando su última pregunta y respondiéndole con una carcajada en voz baja, como si siguiese su consejo de no molestar a nada, aunque tiene que andar poco a poco para no pisar a ningún gato:

- Pues... No estaría mal que bajases, esto parece "Los Aristogatos", joder...- Masculla en voz baja, pero como esperaba no le hace ni puto caso y desaparece, así que sinmás acelera un poco y busca las escaleras con la mirada... Las sube de dos en dos y con soberana rapidez, alcanzando el segundo piso en pocos segundos y ancaramándose al montacargas. De un ágil salto subre encima de este, sujetándose como puede y encaramándose a la pared del hueco. Flexiona las piernas y da otro ágil salto, agarrándose con las manos al hueco que supone que es el tercer piso y ejerciendo fuerza para impulsar su propio peso por encima.

Una vez hecho y sin perder tiempo se escabulle ahora en un sigilo de ladróan hasta el marco que supone la entrada de las escaleras, ocultándose en las sombras y esperando en absoluto silencio a que aparezca.
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Mensaje  Dafnée Moreau Mar Jul 21, 2009 11:18 pm

Y desde luego hace gala nuevamente de su extraño sigilo cuando, curiosamente, no es de las escaleras de donde surge, sino del pasillo, una vez se ha escuchado el chirriar de la puerta de una de las abandonadas y antiguas casas. Como quien pasea por el campo, se desliza con sus andares de muñeca, erguida y manos entrelazadas tras la espalda, pasando frente a Ed sin mirarle ni dar en absoluto visos de que sepa que está ahí. Luego se sube de rodillas sobre una vieja caja, agarra el cierre de la buhardilla y la abre dejando que las oxidadas escaleras aparezcan con un eco ensordecedor.

Se pone de pie en la caja y baja de un salto, arrastrándola luego hasta una esquina situada justo frente al escondite sombrío. Desde ahí, su sutil sonrisa se ensancha, siempre misteriosa y desde luego divertida.


- ¿Piensas mostrarte a la luz algún día? - susurra entonces, con su tonalidad suave e irónica sin malicia - Acabaré pensando que eres un vampiro... las frágiles doncellas de alma victoriana solemos atraeros.
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Mensaje  Edward Carnby Miér Jul 22, 2009 2:30 pm

No se espera que salga por otro lugar, y eso le hace enarcar una ceja con diversión, se ve qe aparte de la inteligencia tenía más cualidades que a buen recaudo acabaría por descubrir. Sonríe, no por qué no le haya descubierto, si no exactamente por qué no sabe si le ha descubierto o no, aunque una parte de él piensa que sí.

Observa atentamente y en total silencio, ralentizando su respiración para que no suene delatora, como baja las escalerillas que conducen arriba y luego arrastra una caja hasta que ella queda de espaldas a él. Ante su pregunta tiene que contener una carcajada, aunque de dos movimientos rápidos y sinuosos se planta detrás de ella y le pasa el antebrazo por el cuello, sin ejercer presión alguna:

- Pues... Molaría serlo, la verdad...- Susurra con diversión- Según se dice están muy buenos, son irresistibles e inmortales... Ninguna se me podrçia resistir- Si es que alguna se le resiste ahora, pero eso no lo dice- Desde luego, lo de morder ya...- Se inclina peligrosament,e como sie stuviese dispuesto a hacerle una demostración- Se me da bien...- Y de un movimiento suave se aparta y se encamina dirección a las escalerillas, subiéndolas con toda la calma y el descaro del mundo.
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Mensaje  Dafnée Moreau Miér Jul 22, 2009 3:53 pm

Cuando se le acerca de ese modo ni se inmuta, ni siquiera cuando coloca el brazo en torno a su cuello; en vez de verse perturbada por su cercanía, enfadarse o tensarse, se limita a seguir colocando la caja en su sitio calma y feliz, a juzgar por su leve sonrisa. Entonces se endereza lentamente, alzando las cejas y clavando la mirada en la pared.

- Oh, vaya... ¿de veras? - su tono de voz no es irónico ni retador. Es, simplemente, amable, dulce y arruyante, como si se limitase a charlar con un amigo en un salón de té, al abrigo de la tranquila tarde - Pues... tal vez tu vampiro interior se ha precipitado en sus juicios - apoya las yemas de los dedos en su brazo, revelando una temperatura corporal templada y cálida, y entonces le mira de soslayo sin alterarse, esbozando una media sonrisa irónica y carente de malicia, pero no por ello menos indescifrable - Tal vez la doncella victoriana que intenta cautivar no sea ni tan frágil ni tan débil. Aunque... ¿quién sabe?

Bromea, no va con intención de herir ni orgullo alguno; y sin embargo, algo tienen sus ojos pardos que hablan de una muñeca inalcanzable y, al mismo tiempo, lo bastante libre como para complacer y ser complacida, si el destino la lleva a ello. Deja que se aleje y le observa subir las escaleras, apoyando las manos en la cadera y arqueando una ceja. Deja que suba del todo, directo a su buhardilla. Su auténtico hogar: el refugio a medio camino entre cuento de hadas y tienda de antiguedades, plagado de objetos viejos, instrumentos, dibujos, poemas, partituras y destacando la muñeca de porcelana sobre un montículo de libros polvorientos. Luego sube tras él, tomándoselo con calma y con la agilidad de alguien que ya lo ha hecho muchas veces. Una vez dentro, se sienta a lo indio en el suelo, entrelaza las manos sobre los tobillos y se encoge de hombros con otra sonrisa, suave y algo traviesa.

- Hogar, dulce hogar...
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Mensaje  Edward Carnby Miér Jul 22, 2009 4:01 pm

Analiza todo con ojos curiosos aunque sin mutar su postura, ligeramente encorvado hacia delante y con las manos en los bolsillos, jugueteando con las cadenas que cuelgan de estos con aire distraído. Hay tanta cantidad de cosas que le resulta casi abrumador, en comparación con su piso el suyo estab vacío, y bueno, en gran parte así era.

Una vez la escucha y ve que ha subido, se gira con una media sonrisa y se sienta en el suelo, con las piernas estiradas y ligeramente flexionadas, mirándola fijamente con una mirada astuta:

- Nadie ha dicho que la victoriana sea débil. De hecho, sería un mayor premio para el vampiro,¿ no crees?- Pregunta con inocentona curiosidad, decidido a seguir con lo que ha venido en un principio a buscar- No está mal tu casa, no... Me gusta. U ahora, ¿ me retratas, me pintas desnudo o cómo va esto?
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Mensaje  Dafnée Moreau Miér Jul 22, 2009 4:17 pm

Lo cierto es que, con su curioso aspecto, ella encaja demasiado bien en aquel romántico ambiente; de hecho, parece la hermana mayor de la muñeca de porcelana de cabellos dorados, pero dotada de vida e inteligencia. Encorva la espalda, cruza a medias los brazos sobre las piernas y tuerce los labios en otra medio sonrisa divertida.

- O quizá sea el vampiro el premio de la victoriana - comenta en un alegre susurro. Luego gatea un poco hasta ponerse de cuclillas con un pequeño impulso, incorporándose luego y sacudiéndose el polvo adherido a sus caderas mientras pasa a su lado, sin responderle de inmediato. De hecho, se queda absorta mientras aparta un montón de papeles escritos del escritorio para rescatar de las profundidades una cajita, abrirla y coger una piedra de carbón que alza hasta situarla frente a los ojos, y la examina mientra pasa las yemas de los dedos por ella manchándoselos un poco. Los frota, mira a todas partes como buscando algo y se encamina a un caballete ya preparado, regulando un poco la altura. Por fin, sonríe en respuesta - Ahora... - estira una pierna para, con ayuda de su bota militar, arrastrar con parsimonia un taburete y situarlo justo detrás de ella. Toma asiento y junta las rodillas, extendiendo luego las piernas en dirección contraria. Una postura muy suya: infantil y con un toque de fascinador donaire - Lamento decirte que lo único que me interesa de ti es tu rostro - alza la mirada para clavarla en la suya, ensanchando la misteriosa sonrisa - Y tus ojos... no te muevas.

Haciendo gala de su alma de artista, comienza a concentrarse para sumergirse de lleno en la burbuja de su imaginación. Sus pupilas ganan en profundidad, dando la impresión de que pueden ver más allá de la piel de Edward.
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Mensaje  Edward Carnby Miér Jul 22, 2009 4:23 pm

Le guiña un ojo de forma sutil cuando menciona que el premio podría ser el vampiro y no la victoriana, cambiando las tornas de la situación en apenas segundos, aunque aparte de ese gesto no da muestras de sorprenderse o cualquier cosa similar. La sigue con la mirada, interesándose por ese aire efímero y distinto que manifiesta, algo que muy pocas veces había visto, por no decir ninguna.

Cuando parece preparada se levanta, sentándose en el taburete tal y como le indica y poniéndose más o menos cómodo. Suelta una carcajada al comentarle que desnudo como que no:

- Tú te lo pierdes- Murmura con burla, enarcando una ceja ante sus últimas palabras-¿ Mis ojos, por qué?- Pregunta, aunque la mirada de ella acaba por hacerle callar y corresponderla, dejando que indague a ver si encuentra algo, cosa que duda. Se queda quieto, obedeciendo a sus órdenes.
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Mensaje  Dafnée Moreau Miér Jul 22, 2009 4:38 pm

Cuando se sumerge de lleno en el mar de sueños de su mente es capaz de aislarse por completo de la realidad, nadando libre en las sombras informes que germinan de su mente y que, pronto, empiezan a tomar bellas y mágicas formas. En momentos así parece realmente un hada a medio camino entre lo real y lo invisible, y no solo por su indumentaria.

Su mano se mueve hábilmente por la superficie del caballete. Realmente, carece de técnica y todo lo que sabe en ese arte lo ha aprendido por instinto e intuición, dejándose llevar por la imaginación. Tardíamente, se limita a esbozar una tenue sonrisa divertida ante su comentario, pero se difumina enseguida; sus ojos perdidos en el ensueño no acompañan al gesto, ni tampoco sus susurrantes palabras:


- Tu cuerpo no es sino el recipiente móvil de tu alma. Somos títeres gobernados por los hilos de nuestras emociones... - dice - pero tus ojos... - se detiene un instante, volviendo a mirarle para tratar de captar... algo. Algo que no es la forma de sus pupilas, ni su color, ni el contorno de sus facciones. Algo desconocido. Sigue dibujando mientras concluye: - ...tus ojos muestran el reflejo de lo que permanece oculto.
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Mensaje  Edward Carnby Miér Jul 22, 2009 9:55 pm

La escucha atentamente sin moverse un ápice y correspondiendo a su mirada sin dificultad alguna... Desde luego encontrar algo en él no era difícil ya que no ocultaba nada, pero el problema eran las consecuencias de indagar demasiado en su vida, demasiada mierda acumulada...:

- Veamos si lo encuentras- La reta con esa semi diversión burlesca siempre permanente en su voz o en sus gestos- Juguemos a un juego... ¿ Por qué crees que he venido?- Pregunta sin rodeos, dándole el aspecto d ejuego para que ella se sienta más cómoda, ya que la quiere voluntaria.
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Mensaje  Dafnée Moreau Miér Jul 22, 2009 10:38 pm

De nuevo tarda en esbozar una sonrisa algo ausente, completamente absorta en su trabajo como una maga en sus artes arcanas.

- ¿Quién sabe...? Yo solo plasmo lo que veo, caballero - susurra simplemente, guardando de nuevo silencio. Eso, hasta que la sutil sonrisa vuelve con su pregunta; y esta, aunque igualmente agradable, es aún más indescifrable y velada. Con ella siempre da la sensación de conectar, acercarse... hasta que, de repente, se pierde el hilo de todo lo que oculta - Tal vez sí... o tal vez no - responde, mirándole fijamente; en gran parte porque está muy concentrada en registrar sus facciones en su memoria - En cualquier caso, no puedo dejar de preguntarme que debería buscar un guerrero en una simple artista ambulante... - su sonrisa se ensancha de forma muy leve - a menos que desee música o poesía.
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Mensaje  Edward Carnby Miér Jul 22, 2009 10:56 pm

Tanto misterio junto en otra personas eguramente le desquiciaría, pero viniendo de ella parece que le incite, aunque el motivo de esa incitación trascienda más allá de un simple retrato, y esa sensación se acrecenta conforme ella va hablando, sin responderle exactamente y al mismo tiempo haciéndolo.

Toma aire despacio, chascando la lengua pero sin moverse ni un centímetros tal y como le ha dicho, escuchando hasta el final y pensando mínimamente lo que va a decir, ya que ahora es un tema importante y no cualquier tontería:

-¿ Y que ves, "Victoriana"?- Pregunta con curiosidad, esbozando una sonrisa interesada y con sus ojos azules oscuro chispeando alegremente- ¿ Qué que busco...?. Astucia, inteligencia, raciocinio, capacidad de decisión... Tienes todas esas cualidades, Dafnée..- Le apetece revolverse el pelo, pero se está quieto, sin desviar su mirada eléctrica de la de ella, más profunda y compleja- Busco una consejera, y la música y la poseía serían unos pluses muy interesantes, la verdad- Ya se lo ha dicho, sin tapujo alguno tal y como es.
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Mensaje  Dafnée Moreau Miér Jul 22, 2009 11:23 pm

Su sonrisa se borra a medida que habla, pero resulta difícil saber por qué: porque sigue concentrada en los fluídos trazos de su dibujo, porque parece meditabunda o incluso ¿preocupada? por lo qe le escucha decir... o tal vez, esa preocupación se deba a pensamientos que germina su mente y se quedan ahí, sin ver la luz.

Se hace el silencio entonces. Tras varios segundos, Dafne alarga la mano y deja la piedra de carbón sobre el escritorio, encorvando luego la espalda, para dar los últimos toques difuminando el carbón con las pupilas.


- Veo muchas cosas, y todas se agitan en un mar de solitario caos - responde, recuperando al fin su sonrisa, pero aún sin mirarle - ¿Deseas mi consejo...?, ¿una vaina que sujete la espada para que no pueda herir... o herirse a sí misma? - por fin le mira, sin variar su calmo rostro de suave sonrisa. Se endereza, coge del suelo un trapo sucio y empieza a limpiarse las manos - Tal vez el caballero se equivoque... quizá no sea tan inteligente ni tan sabia - comenta con calma y buen juicio - Mi poder descansa en la imaginación, no en la guerra... no veo que tal alianza pueda beneficiarme en algo.

Apoya las manos en el taburete, estira las piernas y cruza los tobillos, balanceándolos. Aquella última frase es clara y concisa, revelando el espíritu práctico que por supervivencia se ha visto obligada a desarrollar.
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Mensaje  Edward Carnby Vie Jul 24, 2009 4:21 pm

Solitario caos... No es mala manera de definirlo, la verdad, contando que se ha pasado media vida viviendo prácticamente solo, por muchos compañeros de banda que tuviese, la mayoría tenían unos padres, o algún familiar que en cierto modo cuidaba de ellos o viceversa... Él no tenía nadie que le cuidara o nadie a quién cuidar, y era una de esas cosas que pensaba pocas veces, pero que cuando lo hacía generaba algo extraño en él.

Frunce el ceño ante sus propios pensamientos, agitando la cabeza y levantándose de un salto al ver que ha acabado, estirándose como un gato y enterrando luego las manos en los bolsillos. La escucha atentamente, sopesando sus palabras como un buen líder y alguien inteligent,e captando perfectamente el significado de esas últimas... Estaba claro que no le iba a salir gratis:

- No me he equivocado, no... De hecho llevo pensándolo varios días, no es cuestión de decir y hacer... Tienes la suficiente objetividad como para aconsejar sin que tu ideología o tus deseos influyan, y eso es ser inteligente... No puedo pedir consejo a mis compañeros ya que se dejan llevar, y yo en parte soy igual, pero siendo quién soy, tengo que mantener un límite... Y contigo puedo ampliarlo- Le explica mirándola fijamente con profundidad, abracando luego con su mirada toda la estancia- Seamos realistas, Daf, porque puedo llamarte Daf, ¿no?. Dudo mucho que esto te de suficiente dinero... Sé mi consejera, y sacarás beneficio de todo lo que hagamos. Me considero justo, de hecho, yo nunca me quedo un porcentaje superior al de los demás, excepto en contadas ocasiones... Tendrás protección, una segunda casa si lo deseas... La puerta de la mía siempre estará abierta para ti, con comida, bebida y cualquier cosa que te apetezca y que esté a mi alcance... Creo que lo que te ofrezco es bastante suculento, y sólo te pido que me ayudes a pensar, no tienes ni por qué ser una guerrera.
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Mensaje  Dafnée Moreau Vie Jul 24, 2009 7:39 pm

No muda su postura ni deja de balancear las piernas, pero lenta y gradualmente se aprecia un cambio sutil en sus facciones: pasan de ser notablemente aburridas e indiferentes a dejar entrever un atisbo de melancolía, quizá... ¿interés?, ¿deseo?, ¿o necesidad? El cambio apenas es lo bastante grande como para notarse del todo, aunque ya no sonríe.

Deja que el silencio se imponga cuando Edward acaba su disertación, sin hacer otra cosa que mirarle con fijeza a los ojos; su contemplación es profunda y siempre da la sensación de saber leer mucho más. Recupera entonces la sonrisa, de forma suave y casi desganada, desviando la mirada al retrato.


- Quizá no solo se deba únicamente a la necesidad de consejo... quizá no desees estar solo - murmura con su voz arruyante, casi para sí, en una de esas veces en las que no podía evitar revelar sus observaciones en voz alta. Pasa los dedos por la superficie del dibujo, sin rozarlo - Porque es lo que somos en realidad... unos solitarios incapaces de depositar nuestra confianza en nadie. Porque al hacerlo, ¿cuánto podríamos perder...? - y casi, realmente, se aprecia una tenue luz en sus ojos, como si realmente añorase un hogar al que regresar. Pero la impresión dura poco y pronto vuelve a sumergirse entre las brumas del misterio; y su sonrisa, vuelve a ser enigmática con una chispa de dulce ironía - Yo comparto mi camino con la mitad de mi alma... mi música. Tiempo atrás tuve que renunciar a una familia... no me interesa vincularme a otra - aquello es lo más parecido a contar algo de sí misma que ha hecho hasta ahora; entrecierra un instante los ojos, se rasca suavemente el cuello y mira hacia la ventana - por... precaución.

Se queda unos instantes contemplativa hasta que, volviendo a mirar al retrato y después a él, rueda con la bota el caballete y le da la vuelta. Un perfecto dibujo hecho a carboncillo con cada facción de Edward perfectamente plasmada; aunque quizá lo más sorprendente haya sido la capacidad de captar el "alma". Si se observa con detenimiento, puede verse su espíritu inquieto, caótico y fogoso, además de cierto desdén y quizá una rabia invisible hacia algo, o una posible vulnerabilidad humana neutralizada por necesidad. No pregunta qué le parece, en parte porque lo que ha plasmado ha sido su visión de él; se limita a permanecer en silencio.
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Mensaje  Edward Carnby Vie Jul 24, 2009 7:52 pm

Quizá otra persona no se percatase del sutil y breve cambio que se da en ella, pero él, siendo expresivo cómo es, logra vislumbrarlo,aunque dura demasiado poco como para darle un significado o una connotación en su mente. Mantiene la mirada fija, y su rostro extrañamente serio excepto por la media sonrisa divertida que suele tener pintada en los labios...

Sonrisa que borra cuando la escucha, especialmente por esa observación que realiza de él. Es complicado, mucho, saber exactamentelo que le pasa por la cabeza... Lleva tanto tiempo estándolo que plantearse el no estarlo le resulta demasiado complicado ahora mismo, aunque guarda silencio y deja que acabe, enarcando una ceja de forma sutil cuando le cuenta algo más de lo que ha hecho hasta ahora... frunce el ceño, como si no supiese de que iba esto, lo que es perder algo...

Pero rápidamente agita la cabeza y borra ese rastro de mínima tristeza, no puede permitirse ser débil, significaría perder todo aquello que ha logrado. Cuando gira el retrato lo mira fijamente, sorprendiéndose ante la calidad del mismo, porque prácticamente se está mirando en un espejo... Lo que significa que o le ha calado más de lo que él mismo querría admitir:

-Sabes...- Se acerca al cuadro, acluquillándose y mirándolo más detenidamente, así le resulta más fácil- Noc reas que no sé lo que es perder una familia. Nadie decide vivir como tú y yo vivimos, simplemente nos obligan- Lo toma con una de sus manos, mientras que con la otra deja unos cuantos billetes que compensan con creces lo que normalmente le deben pagar- Cuando a tu madre la matan sin poder hacer nada y te quedas solo, tienes que... Ser fuerte. Pero no por ello me niego a tener otra familia... Búscame cuando de verdad lo hayas pensado, Daf...- Se acerca a ella, inclinándose y depositando un beso en su mejilla de agradecimiento- Y gracias por el cuadro- Susurra con diversión, sujetando el mismo en su antebrazo y enterrando la mano contraria en uno de sus bolsillos, perdiéndose escaleras abajo.
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Mensaje  Dafnée Moreau Vie Jul 24, 2009 8:14 pm

Sus facciones no varían, pese a que capta su sorpresa al ver el retrato. Ella no quiere reconocimientos por su arte, ni pedestales, ni fans en la sombra; ella solo quiere abrir una puerta y permitir que todo aquello que tiene dentro, reunido en una burbuja de ensueños e imaginación, vea la luz. No cambia su postura tranquila cuando se acuclilla frente a su creación, de piernas cruzadas, manos apoyadas en el taburete y la cabeza algo hundida entre los hombros.

No hace nada. Ni siquiera habla, se limita a mirarle fijamente y a escucharle hasta el final, dejando ver más que nunca la profundidad de la mirada y el brillo de calidez que prende en ellos al escuchar e intuír su historia, en la que por supuesto no indaga más de lo debido. Quizá sus pupilas pardas sean capaces de ver lo oscuro, lo decadente, y transformarlo en algo hermoso. Parpadea una sola vez y tuerce los labios en una media sonrisa, muy imperceptible.


- ...o te obligas a ti mismo - una frase, simple y escueta, en respuesta a todo lo que Edward ha dicho. Y ésa es la mayor característica de aquella peculiar muñeca circense: te permite conectar un instante con su alma hasta que, repentinamente, vuelves a perder la conexión. Su sonrisa se vuelve más divertida, aunque cariñosa y agradecida por el pago, cuando ladea la cabeza y permite sin ningún pudor innecesario que le dé un beso - No creo que debas agradecerme algo que hago con placer. Te prometo pensarlo... de momento, mi palabra es todo lo que puedo ofrecerte - antes de que se pierda escaleras abajo agita los dedos en señal de despedida, otro gesto muy propio de ella, y le despide con uno de los motes que ya parece haberle otorgado: - Hasta más ver, caballero.

Una vez sola, extiende las piernas y entrelaza los dedos sobre los muslos, cabizbaja, pensativa y silenciosa. Más que nunca parece una muñeca antigua abandonada en un solitario desván.
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Mensaje  Dafnée Moreau Miér Ago 12, 2009 12:17 am

Los callejones al anochecer no son precisamente lugares que deba frecuentar una jovencita, y menos una como ella. Aquella noche en particular cae una espesa lluvia cuando aparece su silueta blanca, casi argentea, ataviada con una sencilla camisa blanca cerrada en el centro con cordones entrelazados, y salpicadas sus mangas de redecillas puestas casi de mala manera; lleva una falda escocesa hasta medio muslo cerrada con un cinturón de tachuelas; medias de rejilla algo rotas y enlazadas a unos ligeros perfectamente visibles bajo la falda; calcetines de líneas rojinegras y botas militares. Unas cintas negras atadas hasta medio brazo simulan mitones y el cascabel de su gargantilla negra tintinea graciosamente a cada paso que da. Va cargada a la espalda con un bolso negro y el estuche con su violín. El largo cabello rojo cae hasta la cintura sin adorno alguno, empapado y pegando varios mechones ondulados a cuello y rostro, al igual que la camiseta se pega a su cuerpo marcando unas tentadoras formas ocultas por un sujetador negro de raso.

Nada de eso parece importarle, mientras con rostro aburrido saca un cigarrillo y lo enciende. Por desgracia es muy consciente de que muchos supuestos oyentes de su música, o interesados en arte, solo se acercan a ella por su morboso aspecto. En fin, tanto da... al menos eso le da para más dinero. Se acerca a un cubo de basura y de un ágil salto se queda sentada sobre él, balanceando las piernas como una niña mientras mira al cielo y da una lenta calada. Uno de sus gatos vagabundos sale de una de las ventanas rotas del edificio para saltar sobre su regazo, y con aire distraído ella lo acaricia dulcemente. Resulta curioso cómo, a pesar de su aspecto, sigue pareciendo extrañamente etérea e irreal, casi virginal.

Por sus ojos oscuros y melancólicos danzan muchas cosas mientras observa la lluvia caer, pero finalmente resopla suavemente por la nariz y dibuja una medio sonrisa, saltando del cubo. Se coloca bien los bártulos y comienza a caminar de nuevo hacia su hogar, cuando...


- Disculpa...

Ella se detiene en el acto y mira tras de sí por encima del hombro. Su mirada profunda detecta a la silueta masculina, poco más alta que ella y ligeramente oronda que, manos en los bolsillos, sale de su escondite entre las sombras. Sonríe con algo que podría calificarse de gesto amable, pero más bien parece una mueca tan inquietante como sus fríos y observadores ojos.

Esos ojos la turban, aunque de entrada no sabría decir por qué... y por supuesto, ese sentimiento no lo reflejan sus dulces rasgos. Permanece a la espera.


- Disculpa... - repite él, dirigiendo sus ojos un instante al abandonado y barroco edificio. La señala con el índice - Tú debes de ser... la artista, ¿no? Dafnée - aunque tardía ella acaba por encogerse de hombros y asentir, por toda respuesta. El desconocido acentúa la sonrisa - Te buscaba - dice con despreocupación. Su voz es ronca y no muy agradable - Me han hablado muy bien de ti y... bueno, quizá tendrías a bien hacerme un retrato.

Ella prosigue su contemplación un instante más, con esos ojos a los que ahora solo les falta brillar para asemejarse a los del gato que ahora maulla junto al cubo de basura. Astuta... necesita serlo. Sin embargo, termina por dibujar la suave e indescifrable curvatura de una sonrisa y asentir cortésmente a modo de despedida.

- Mi trabajo ha terminado por hoy... puede volver mañana, si así lo desea, y estaré encantada de complacerle - susurra, fundiendo su voz suave y arruyante con el repiqueteo de la cortina de lluvia - Bonsoir, monsieur...

Echa a andar nuevamente hacia el edificio dándole otra calada al cigarrillo. Tras ella, el frustrado desconocido borra lentamente la sonrisa y parpadea; parece nervioso, aunque solo los fantasmas de la noche han podido reparar en el brillo de ¿triunfo? que ha aparecido en su mirada, solo con escuchar aquella afrancesada despedida.


- Ah... Dafnée - murmura, avanzando un paso y alzando una mano hacia ella - ¡Señorita Dafnée! - La única respuesta de la joven es seguir andando y alzar la mano que sostiene el cigarrillo, para agitarla en una educada despedida. Y es entonces, justo en ese momento, que la sonrisa del individuo se vuelve siniestra. No dice nada, la observa marchar hasta que ella alcanza la puerta, y entonces eleva su voz a un grito lo bastante alto para que se escuche sobre la lluvia: - ¿Responderás a tu nombre real...?

Y cómo parece relamerse ante su éxito cuando ella, cual estatua de ígneo cabello, se detiene en el acto ante esas palabras. Por fin, y mientras el extraño se le acerca lentamente, la joven le mira de nuevo por encima del hombro... esta vez, su rostro etéreo aparece ensombrecido por algo que generalmente no suele mostrar: sorpresa y... miedo. Él sigue acercándose, como si no asistiera más que a una charla entre amigos.

- Tu nombre real - repite como una obviedad, moviendo la mano derecha en un aspaviento - Es precioso... ¿quieres que lo diga en voz alta?

El único cambio perceptible en ella son los intentos por controlar su respiración; parece serena, pero sus músculos tiritan levemente por el esfuerzo realizado.

- No... - responde tras un instante de silencio.

El individuo resopla por la nariz, llegando ya a su altura y mirando sus propios pies mientras avanza. Pasea de un lado a otro, como un depredador cercando a un ciervo de extraña belleza, hasta que vuelve a mirarla.


- No me recuerdas, ¿verdad...?

Traga saliva. Sutil, pero se nota... y el nerviosismo creciente parece abrir brechas en su halo atemporal para asemejarla, cada vez más, a la niña que en realidad es. Aún no responde... en realidad, no le hace falta, puesto que esos ojos que siguen pareciendo verdosos océanos profundos formulan todas las preguntas posibles, y ocultan recuerdos que deben permanecer ocultos y encerrados en el olvido. Por necesidad. La risa que ahora deja escapar él la estremece, pero opta por seguir manteniéndose inmóvil.

- Claro que no. Eras solo una niña, por aquel entonces - niega con la cabeza y resopla divertido. Parece el tío recordando escenas de su sobrina favorita - Una niña preciosa, demasiado para ser real... aunque claro, también te recuerdo de unos años más tarde - la tensión gira en un vórtice en torno a ellos, cuando él vuelve a mirarla. Esas pupilas frías traspasan lo intraspasable, susurrando un eco desalentador: "lo sé, lo vi" - y, sobretodo, recuerdo tus ojos por aquel entonces - se le acerca tanto que roza sus empapadas vestiduras con las suyas propias, cuando se inclina, acaricia casi casual su níveo brazo y sus dedos atrapan el cigarrillo entre los de ella, para llevárselo a los labios y darle una profunda calada. Entorna los ojos. Parece disfrutarlo - Sí, tus ojos... ahora, incluso... parecen inocentes.

La tensión se corta con el filo de un cuchillo cuando ella abre la puerta, quizá de forma apresurada, quizá con la firme intención de huír de él a su seguro santuario en la buhardilla. Pero no hace eso... solo abre del todo la puerta hasta hacerla chocar lentamente contra la pared, donde apoya las palmas de las manos y la frente. Su expresión ahora contiene una luz sombría, una melancolía tormentosa apenas oculta por el empapado cabello rojo.

- He cambiado de idea - susurra, con voz curiosamente apagada - Si lo desea, señor, puedo hacerle el retrato ahora... - rueda los ojos y le mira de soslayo, acrecentando el aura frágil y mistérica - Lo que deseéis...

Él parece deleitarse tanto con su ofrecimiento como con su arcaica educación. Le da otra calada al cigarrillo robado y lo suelta en el suelo, apagándolo con el pie antes de asentir y entrar tras ella, imitando sus modales con una reverencia casi burlesca... la de alguien que sabe tener el control.

Meditabunda y melancólica, Dafnée le guía escaleras arriba sorteando y acariciando distraída a los numerosos gatos. Parece ganar seguridad a medida que se acerca a su santuario. Sube con agilidad felina la escalera que conduce a la buhardilla, esperando a que él haga lo mismo. Con gesto un tanto confuso él la sigue con más torpeza, y cuando ya tiene medio cuerpo arriba se queda fascinado por el caos de cuento de hadas de aquel pequeño espacio, hasta que la localiza a ella... brillante como un mar rojiblanco, acuclillada frente a un pequeño baúl en el que revuelve sin prisa.

Sube del todo y recupera lentamente la fría sonrisa, sin apartar los ojos de ella.


- Es una pena, la verdad, una verdadera pena - comenta con una risa despreocupada, entre gruñidos de esfuerzo, y esta vez habla en puro francés - que te resulte desconocido.

- Sé quién eres...

El hombre se queda un instante boquiabierto al escuchar ese susurro acariciante e infantil, también en francés, y entonces vuelve a sonreír.
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Mensaje  Dafnée Moreau Miér Ago 12, 2009 12:17 am

- Vaya... ¿has recordado?

Ella le vuelve a mirar. Sus ojos, sus facciones, son una máscara insondable. Solo la sequedad de su voz muestra los sentimientos que parece ocultar: algo tormentoso, quizá... rencor.

- Veo sus ojos en ti.


- Ah... así que es eso... - sentado a lo indio, el individuo asiente y mira al techo, pensativo - Sí, mi hermano y yo... nos parecíamos mucho en eso.

Ella sigue mirándole unos segundos más, y retornando a su gesto melancólico saca del baúl varias piezas de carboncillo. No dice nada, porque lo cierto es que la pregunta muda es obvia: "¿qué quieres de mí?" Y él parece captarlo.`

- Te preguntarás, sin duda... cómo te he encontrado - responde él sin borrar su sonrisilla, viéndola trabajar y dándole un lascivo y velado repaso de arriba abajo - Causaste una... gran conmoción antes de irte, pequeña. Eso lo recuerdas, ¿verdad...? - suelta una risa entre dientes y sacude la cabeza - A mí mismo, que estaba presente, me produciste auténtico terror. Eras... ¿insaciable? Sí, esa es la palabra...

- ¿Has recorrido todos estos kilómetros...? - la interrumpe ella con otro susurro, incorporándose lentamente como un riachuelo descendiendo de la montaña, y acaricia de espaldas a él el montículo de libros y los viejos objetos frente a ella - ¿...para rememorar mis actos?

- No... - responde él, sin borrar la sonrisilla, embelesado al parecer por lo fascinador de sus gestos - He venido a advertirte... ¿crees que lo que hiciste ha quedado impune? Todos en tu maldita ciudad natal te buscan. No, en el país... la familia de mi hermano tiene pasta más que suficiente para contratar asesinos, cazarrecompensas, lobos cazadores de caperucitas de cabello rojo como tú. La verdad, debo elogiarte, te has ocultado muy bien y eso no es fácil en una niña de encantos tan destacables... - ladea la cabeza y sigue observándola. Dafnée solo sigue caminando, como deslizándose, pasando las yemas de los dedos por los polvorientos objetos - ¿No tienes miedo?

Con lentitud ella se da la vuelta. Vuelve a ser la dama de edad indefinida, con la suave curva de una sonrisa en sus rojos labios. Encoge los hombros y ladea la cabeza sentándose a medias sobre el escritorio, cruzando y balanceando los tobillos.

- ¿Debería tenerlo...? - susurra - Hace ya tiempo que dejé de derramar lágrimas ante los lobos feroces…


- ¿Qué harás si vienen...? - susurra él, entre divertido y fascinado. El brillo lascivo sigue ahí, brillante, y la verdad es que ni se empeña en ocultarlo - ¿Qué harás si vienen a por ti?

Ella parece meditar y durante una fracción de segundo su rostro se ensombrece, resultando inquietante. Pero pronto vuelve a sonreír, sentándose de un impulso sobre el escritorio y pareciendo esta vez un gato misterioso de aires traviesos.

- Recibirles con una sonrisa...

Él solo asiente, mirando al techo. Habla entonces casi para sí.


- Siempre fuiste una obsesión... - susurra, mientras ella alza las cejas y, silenciosa, se desliza fuera del escritorio gateando por él y contorsionándose fluída y bellamente - Para mí, digo... no solo para mi hermano. Lo entendía, Dios si lo entendía... ¿crees que no veo cómo te contoneas? Eres una serpiente en el cuerpo de un ángel. Una zorra... nacida solo para una cosa. ¿De qué pretendes escapar...? ¿Crees realmente que puedes sobrevivir... tú sola?

Curiosamente ella solo acentúa la sonrisa mientras le vuelve a dar la espalda, inclinándose para acariciarle suavemente el cabello de tirabuzones rubios a su ajada muñeca de porcelana. En sus ojos aparece, sin embargo, algo que parece ser una luz resignada... una tristeza profunda.

- Gerard... - susurra, sorprendiéndole al decir en voz alta su verdadero nombre - Sí... siempre estabas a la zaga de todos. Siento no haberte recordado antes - hace una pausa. Él se ha levantado y acercado unos pasos, y no necesita mirarle para notarlo. Dibuja una media sonrisa mientras delinea las facciones de la muñeca con el índice, como si fuera lo más hermoso, puro e inocente del mundo - Tú no deseas capturarme...


- Je... - susurra él - Te has dado cuenta... no esperaba menos de ti. La verdad no es fácil... no es fácil olvidar el pasado... a veces me tienta incluso compartirlo con alguien. Ya sabes... dejar de ser el "Gerard a la zaga de todos".

Ahora es también su voz la que habla de su lujuria. Dafnée entorna los ojos, tomando entre sus brazos la muñeca y abrazándola con fuerza, para besar suavemente su coronilla.

- ¿Qué deseas... a cambio de tu silencio?


- Creo que lo sabes...

De nuevo le mira de soslayo, lentamente, casi como una princesa de cuento mientras vuelve a dejar la muñeca en su sitio. Y entonces, sin desencajar el rostro por miedo, ira, tristeza o confusión, mira al frente y empieza a desatarse la camisa. La tela cae mostrando sus níveos hombros desnudos y su espalda. Prosigue con el cinturón y luego la falda, todo hasta quedar completamente desnuda. Lo hace con calma, sin prisas, como si no fuese el objeto a contemplar de un lascivo hombre al menos treinta años mayor que ella. Se mesa el pelo rojo ya casi seco con las dos manos, quedándose de pie, sin mirarle.

Él, cada vez más jadeante, sonríe y se le acerca incapaz de controlar sus impulsos. Acaricia sus hombros, su vientre, sus senos, su zona prohibida. La explora sin pudor, besando su cuello y prácticamente babeando en él, haciendo que ella note su excitación. Si la nota o no, o si le afecta, no se sabe, porque de repente parece haberse convertido en una muñeca incapaz de sentir emociones, con los ojos perdidos en algún mundo de ensueño.


- Te deseé desde el primer momento en que te vi... - jadea, derramando su nauseabundo aliento contra su oído, y enredando los dedos en su sedoso cabello de forma posesiva - Ha llegado mi momento. Tenía que llegar...

Súbitamente la coge del brazo y tira de ella para lanzarla sobre el colchón. Y es tal la violencia que un gemido de dolor escapa de su garganta, mientras se estrella boca abajo sobre su pobre e improvisada cama. Él se coloca a horcajadas sobre ella inmovilizándola con las piernas, mientras se arranca prácticamente la chaqueta, la camisa y la corbata, desabrochándose con ansia incontrolable el pantalón. Se inclina sobre ella y sonríe, jadeante.

- Me encargaré... de que no me olvides - susurra - Ni olvides lo que podría hacer si te resistes...

Con la brusquedad de un monstruo que pisotea una flor, la agarra con fuerza del brazo y del cuello para obligarla a arquear la espalda, apretando con fiereza sus tersas mejillas; a buen seguro le quedarían marcas por eso durante varios días. Mordiendo lascivo su cuello comienza a entrar en ella, lentamente y sin piedad, preocupándose solo de su placer y no de si a ella puede dolerle o no. Pero le duele, mientras se mueve al vaivén de sus embestidas y sus gruñidos; le duele, pero toda la manifestación que se permite es la de un leve temblor en las comisuras de sus labios.

Por lo demás el hada parece muerta o envuelta en alguna crisálida mágica. No va a resistirse. No necesita amenazas para ello, sabe lo que podría ocurrir si lo hace... y no es precisamente nada que Gerald imagine.

Aguanta estoicamente lo que, sabe, durará toda la noche. Exteriormente es una dama de hielo insensible a toda agonía. Como si no la sintiera… Como si su alma no se hiciera añicos con cada acometida.
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Mensaje  Cyrus Ross Vie Sep 25, 2009 4:53 pm

Flashback; Después de la fiesta. 6 am

Una alta y sombría figura negra, gira la esquina de Owl Street y enfila la calle a paso calmado. El frío viento de la mañana acaricia con suavidad la cabellera que lleva a cuestas, sobre su espalda. Su larga gabardina ondea a la par que los cabellos de su musa, cayendo en cascada por delante de su hombro y parte de su espalda. Su cabeza reposa sobre este, completamente sumida en un sueño tranquilizador. Nota su tenue y acompasada respiración contra la piel de su cuello, infundiéndole paz con esa colonia natural con olor a camomila que transpiran sus poros. Poco a poco, procurando no moverse demasiado, llega frente a la puerta de entrada. Entre Dita y él, hace aproximadamente una hora, han logrado sacarle su residencia, pese que para él el tiempo no exista y mucho menos sea algo material, por lo que le preocupe llegar tarde o no hacerlo. Ahora solo importa el hilo de su destino, y el que el de su musa y el suyo se hayan entrelazado por segunda vez.

Ella duerme. Ella sueña. Ella descansa, es feliz. Sabe que está bien. Eso a él le basta.


Entra dentro del desvencijado edificio, levantando a cada paso con sus relucientes zapatos, siluetas de polvo a su alrededor, que cobran formas producto de su imaginación. Para él, estos se transforman en educados mayordomos que abren de par en par las puertas de la casa que ambos comparten, invitándolos a pasar con sendas sonrisas complacientes. El suelo parece volverse de un reluciente marmóleo y a su lado, vestida con un precioso traje esmeralda, lo acompaña su princesa, tan deslumbrante como siempre. Sin saber como ambos van de la mano, ayudándola a subir esas escaleras inestables, que para él se acaban de convertir en unas talladas de caracol. Un escalón por encima, besa la mano de su acompañante, como en su segundo encuentro, se pierde en sus ojos interminables segundos, para después sonreír con una pasmosa sinceridad, como si esa felicidad se escapara sola de entre sus labios al estar en su presencia. Intercambiando cómplices miradas, sinuosas sonrisas, suaves roces, inician una suave y dulce danza a medida que suben los escalones hacia la buhardilla.

Sin embargo y pese que se trate del más imaginativo lugar que ha podido imaginar, su cuento de hadas parece desaparecer y su conciencia aterrizar, al poner un solo pie, en lo que parece ser la vivienda de Dafnée. Traga saliba sintiendo un enorme peso en el estómago al ver esfumarse las últimas volutas de tan vívido sueño. Vuelve a ser él, tan retorcido, tan falso y de nuevo todo se torna sucio, tan insignificante, tan real... Vuelve a notar el peso sobre su espalda, de la que parece una chica demasiado fantasiosa como para ser de este mundo, apaleada una y otra vez por el mundo en un intento de corromperla como al resto.

Avanza observando con curiosidad y quedandose con una perfecta memória fotográfica, con cada detalle. Siempre ha sido un buen aprendiz y deduce que de las pequeñas cosas puede llegar a averiguar muchas verdades sobre una persona. Se detiene varias veces, mirandolo todo con una adoración parecida a la de un coleccionista por sus objetos más preciados. Da un par de vueltas sobre si mismo, hasta llegar al colchón que yace más al fondo. Una vez delante de este, ladea la cabeza para mirar la plácida cara de la chica. Su aliento hace balancearse unos finos mechones sobre su frente, dándole un aspecto de niña confiada junto a su padre.

Con movimientos calculados, poniéndose de rodillas y luego girando, logra tenderla encima, sin brusquedad alguna, como un material frágil a punto de agrietarse. La tapa con un instinto fraternal que viniendo de él, bien podrñia entenderse como otra cosa y así explicar su obsesivo encandilamiento por ella. Un impulso se adueña de él, cuando le retira un poco el pelo hacia atrás y deja su rostro al descubierto. Se cierne sobre ella, parándose a escasos centímetros de su piel, desviando el rumbo de sus labios un poco más arriba dando un suave y casi inexistente beso, sin rozarla en absoluto.
Vuelve a ponerse en pie observando como los primeros rayos de luz que se filtran por la ventana la envuelven, dando a su figura ese polvo de hadas brillante alrededor, que él sabe que guarda en algún lugar.


- Buenas noches princesa.

Suspira llevándose una mano a los ojos, para resfregarselos cansado, da media vuelta y se encamina hacia la salida pero algo llama su atención antes de hacerlo. Una pequeña y polvorienta caja de música. Se acerca alargando la mano para cogerl y sin saber por qué, se la guarda dentro de la gabardina, abandonando el lugar poco después.

A la mañana siguiente, cuando Dafnée despertara encontraría esta, aún sonando, totalmente arreglada al lado de su colchón, dedicándole una melancólica y bella
melodía.
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