Re: Red Sun Park

**Elisabeth M. Gray** Lun Nov 09, 2009 12:05 am

La muchacha ahogó un gemido al verse totalmente perdida en un lugar que no sabía reconocer ni como poder volver a su casa.
Había estado toda la tarde de ese lluvioso domingo vagabundeando por las calles repletas de paraguas de colores y charcos, que se tornaban en peligrosas fuentes de manchas cada vez que un coche pasaba a toda velocidad por encima suyo salpicando a todo su alrededor.
Había querido huir de la muchedumbre, extraviarse por las calles de su ciudad, pero su capricho había llegado demasiado lejos y ahora no sabía ni siquiera dónde se encontraba.

Entre molesta consigo misma y asustada, miró a su alrededor, buscando alguna señal que la ayudase a ubicarse. Pero cualquier resto de señal que restara estaba ya cubierta por una capa tan gruesa como una pared de graffitis y pintadas más chillonas que bonitas y con frases más absurdas que divertidas.

**Joe Schmeichel** Lun Nov 09, 2009 12:16 am

Deja escapar el humo lentamente por su boca, disfrutando de cada calada, que en el frio de la noche le reconfortaban como ese brasero caliente que ya no solo aquí, sino que en casa nunca encontraría. Cierra los ojos, captando así mejor cualquier sonido en el ambiente: La pareja de "enamorados" que se lo montan encima de un banco no muy lejano al suyo. Se pregunta por un momento cuando le habrá cobrado la pava. La fuente lejana con ese gotear imparable e irritante...
Cuando termina el cigarro lo lanza contra el suelo y descubre algo mas a lo lejos una figura oscura enfundada en un vestido por las rodillas. Arruga un tanto el gesto, pues no le encaja la silueta ni las vestimentas con el barrio, pero, sinceramente, le importa tres cominos.

**Elisabeth M. Gray** Lun Nov 09, 2009 12:26 am

Dirigió su mirada hacia el "parque", o el grupo de bancos oxidados a antaño rojos que ahora se deshacían con cada gota de lluvia que caía sobre ellos.
Dio una rápida ojeada para comprobar que había imágenes que preferiría no tener que ver.
Arrugó la nariz ante la escena y siguió con su escrutinio hasta que se cruzó con alguien ligeramente conocido.
Una parte de si misma era totalmente contraria a pedir ayuda a dicho espécimen, la otra se resignaba con el fin de llegar a casa.
Sí, el mismísimo chico que había estado "acosándola" en el banco robándole sus libros, ahora estaba acomodado en un banco fumando un cigarro.

Liz se acercó lentamente, visiblemente molesta de tener que recurrir a él
- Oye...¿ me podrías hacer un favor?- saludó cambiando su peso de pierna ante la incomodidad de esatr allí añadida a la de tratar con Joe

**Joe Schmeichel** Lun Nov 09, 2009 12:31 am

Se pone en pie, y se encuentra desarrugandose la sudadera gris cuando la silueta oscura se personifica delante suya. Arruga la frente, confundido en un principio. Su cara le es familiar, está seguro de haber tratado con ella alguna vez en su vida, sin embargo no asocia lugar ni momento.
- Uhmm... depende de con lo que pretendas pagar dicho favor... - La ley del barrio.

**Elisabeth M. Gray** Lun Nov 09, 2009 12:34 am

La muchacha arrugó la frente, molesta
Era obvio que no podría confiar en ese bufón que fingía ser alguien.
- Olvídalo- espetó dando media vuelta para tratar de recordar como había llegado ella a dicho parque, como rescatar archivos de la lluvia y tratar de descifrar los borrones de tinta; en su cabeza solo caía lugar para sus pensamientos, y había desconectado por completo de sus pies

**Joe Schmeichel** Lun Nov 09, 2009 12:40 am

- ¡Eh! ¿Por qué te vas? Ni siquiera he dicho que no... - Alguien que venía por propio pie a sacarle de su rutinaria y aburrida vida... no podía irse tan pronto. Además, el hecho de recordar ligeramente a la muchacha le reconcome por dentro, y hasta no descubrir donde la ha visto no piensa darse por vencido. La da alcance, con una corta y fácil carrerita.
- Vamos, venga... ¿Por qué no empezamos de otra manera, cuentame el favor que necesitas y veremos si puedo hacer algo, eh? ¿Qué es, droga? Hay un par de tios a los que puedo llamar, están donde sea a la hora que sea, así que no hay problema si te urge mucho...

**Elisabeth M. Gray** Lun Nov 09, 2009 12:44 am

Estaba ella centrada en encontrar alguno de los caminos "algo familiar" cuando Joe se le adelantó tapándole las vistas y evitando su avance.
La muchacha enarcó una ceja
- ¿Me ves mucha pinta de consumir droga?- replicó cruzándose de brazos - Mira, perdona que te haya arrancado de tu momento de relax, pero ya me las arreglaré para encontrar el camino para volver a mi casa solita, no pienso pagar nada a cambio por ello- y menos sin saber que podría pedir el tio, ya le bastó a Liz su último "encuentro" y no le quedaron ganas para otro.

**Joe Schmeichel** Lun Nov 09, 2009 12:50 am

Volver a casa sola... ¡Joder! Esto parecia un jodido Deja vú. En el primer y último encuentro que tuvo con ella, hará cosa de un mes, también dejó que volviera a casa sola. Comienza a descojonarse solo, recordando aquella tarde. Oh, fue bastante bueno. Las mas bordes y perfectitas son con las que mejor se lo pasa siempre.
- Eh, eh muñequita, rélajate y disfruta ¿si? Solo te falta morde... - Su frase se ve truncada por un agudo gemido de la pareja que sigue en el banco dandole que te pego. El muchacho apenas se acordaba de ellos, pero al oirlos rueda los ojos. No le agradaba nada la situación, en el fondo mas por ella, que por él, así que agarra a Liz rapidamente de un brazo, sin controlar la fuerza, y la arrastra por el parque, visiblemente molesto, de repente-. Sígueme anda, no se que coño haces por estos sitios...

**Elisabeth M. Gray** Lun Nov 09, 2009 12:57 am

Arrugó el entrecejo al ver como, sin aparente motivo alguno más que el hilo de sus pensamientos, se ponía a reír a mandíbula batiente delante suya y a tratarla de loca.
- ¿Muñequita?- repitió haciendo una mueca de disgusto, tratando de ignorar lo desagradable que era escuchar a la pareja del banco continuo

Pero no le dio tiempo a quejarse, pues la agarró por un brazo con demasiada fuerza y empezó a tirar de ella
- ¡Me haces daño!- se quejó la chica trastabillando para conseguir coger su ritmo- No te importa lo que haga o deje de hacer- respondió mordaz ella, no gustándole para nada tener que estar a su merced aunque fuesen unos minutos

**Joe Schmeichel** Lun Nov 09, 2009 1:03 am

- Jooooder... - da un brusco tirón de ella, atrayendola hacia si mismo a la vez que él se daba la vuelta-. ¿¡Quieres callarte!? - La chilla, en plena cara-. Si quieres te dejo aquí sola para que cualquier desgraciao te haga vete tú a saber qué. ¿No te das cuenta que una puta chica bien vestida llama demasiado la atención por este puto sitio? - Va hablando, a la vez que reaunuda la marcha, con cara de pocos amigos.

**Elisabeth M. Gray** Lun Nov 09, 2009 1:06 am

Liz se disponía a quejarse de nuevo cuando tiró hacia él pero el repentino chillido la achantó lo suficiente como para tener que darle la razón con su silencio y seguir la marcha.
No le gustaba para nada hacer lo que él dijera, pero no tenía otra.
- Dime al menos dónde vamos- murmuró ahora en un tono de voz más bien bajo, dándose cuenta del repentino cambio de humor de Joe sin saber a qué atribuirlo

**Joe Schmeichel** Lun Nov 09, 2009 1:08 am

- Bueno, ¿pero tú eres gilipollas o que? ¿No querias ir a tu puta casa? Te llevaré al menos a un puto lugar seguro desde el que sepas ir, ¿no? - Resopla, alborotandose los pelos que le caian sobre la frente.

**Elisabeth M. Gray** Lun Nov 09, 2009 1:11 am

Liz siente como empieza a perder los nervios, es una facultad que únicamente tiene ese tio: estresarla.
- ¿Me ves cara de adivina? En ningún momento me dijiste que me fueras a ayudar sin nada a cambio, ¿cómo pretendías uqe lo supiera?- replica corriendo para igualar su paso

**Edward Carnby** Jue Dic 17, 2009 5:26 pm

Las carcajadas resuenan en el pequeño y malcuidado parque. No hace falta tener mucha vista para percatarse del grupo de chicos, encabezados por uno que es dos veces más grande que los demás, fumando, bebiendo y contando chistes obscenos. Una tarde cualquiera en un barrio de mala muerte…

Hasta que unos pequeños pasos, cuyo sonido queda difuminado por las risas de los demás, van acercándose al grupo. Lleva la camiseta de rejilla totalmente rasgada, los vaqueros malabrochados y no hay rastro de mitones o cadenas como las que habitualmente lleva..

Pero no es el aspecto de la indumentaria lo que asusta. El goteo de la sangre que cae por su barbilla es intermitente pero constante, muestra del labio roto, en conjunto con la ceja, provocando que la sangre resbale en mayor cantidad. Un ojo amoratado y el brazo derecho, escayolado y colgando, indican que no está en sus mejores momentos…

Pero ni eso es lo peor, lo peor es el brillo febril y delirante que tiñen sus ojos azules. En apenas un par de semanas la mierda que le rodeaba había ido aumentando, y hace apenas una hora había alcanzado un punto culminante cuando la cosa a la que más valor le tiene, lo que le ha hecho sobrevivir durante tantos años, el orgullo y la dignidad, han sido rotas en pedazos por un chico de este mismo barrio más que conocido.

De esa profanación viene su particular cojeo, ya que las heridas no son demasiado graves como para caer inconsciente…

Pero de eso está dispuesto a asegurarse.

De eso y mucho más. Las risas y los comentarios van cesando, convirtiéndose en murmullos, conforme los integrantes del grupo, de su banda, van percatándose de su presencia y de su estado. E irónicamente es Paul el último en percatarse. El brillo de sus ojos también claros indican que ha bebido bastante, cosa que no quita su imponente aspecto y aguante, manteniendo el matiz astuto en su mirada. Se planta delante de Paul, y al segundo ambas miradas se entrecruzan. Le saca dos cabezas, pero eso es algo que más que no importarle, ahora mismo le beneficia:

-¿Pero qué coñ…? – No acaba la frase, ya que de improvisto recibe un fuerte puñetazo que le hace trastabillar hacia atrás, aunque no mucho.

Y el autor, su propio líder de banda, jadeante de forma repentina, como ansioso. Le ha pegado con la mano izquierda y no ha podido imprimirle mucha fuerza al golpe, pero es la chispa que necesita para encenderlo:

-¿De qué cojones vas, Carnby, has perdido la chaveta o qué? – Exclama, mirándolo de repente con una furia creciente, sin encontrar una emoción similar en la mirada de su jefe. No tarda ni dos segundos en intentar abalanzarse sobre él, devolverle el golpe, pero el resto de chicos logran sujetarlo a duras penas.

Y eso es lo que justamente necesita. Se fuerza a sonreír, pese a saber que va a hacer algo que probablemente Paul no le perdone, pese a sentirse miserable, rastrero, traidor… Pero no puede más, y por ello se fuerza a traspasar unos límites que él mismo se impuso:

-Vaya… No pensaba que te dejases sujetar con tanta facilidad. Te estás ablandando, Paul…- Su voz suena ronca, pero es difícil discernir si viene por las heridas, o por el dolor que siente en su interior y provoca en el de Paul - Si hubiese sabido que valías tan poco no te hubiese aceptado ni estarías dónde estás ahora… Pero sabes por qué te acepté, ¿no?

Y el sutil, muy sutil, matiz de miedo que aparece en los ojos claros de Paul le indica que ha dado en el blanco… A lo que él le responde estirando los brazos, ignorando el dolor que sacude su brazo derecho:

-Vamos, vamos… Sabes que se lo preguntan todos… ¿Como un tío como tú, mayor que nosotros, trabaja para un adolescente como yo… Se lo cuento, Paul, se lo cuento? - Y los forcejeos de Paul, cada vez más intensos, indican que va por buen camino. Le duele horrores verlo así, destapar algo que le juró que no destaparía… Y de hecho sabe que es algo que a los demás no les va a importar, había conseguido una unidad, un compañerismo, que difícilmente se conseguía…

Pero tiene que hacerlo. Entorna los ojos, aprovechando para que el gesto quede burlón y disimule la mueca de dolor, inclinándose hacia delante como si le contase un secreto:

-¿Nunca le has contado a nadie que violaron a tu señora madre delante de tus ojos y después la asesinaron?- Chasquea la lengua repetidas veces, desatando la caja de Pandora, girándose y cerrando los ojos…

Y lo que quiere que llegue no tarda en hacerlo. Un rugido ensordecedor, mezcla de una ira irracional y un profundo dolor, inunda el parque en lo que los chicos que sujetaban a Paul caen al suelo y este se lanza contra él. El choque contra el suelo es brutal, dejándolo sin aire y con un intenso dolor en la espalda que no se molesta en disimular…

Pero nada tiene que ver al que viene con todos y cada uno de los puñetazos que recibe en plena cara, destrozándosela, notando el sabor amargo de la sangre con otro más salado, el de las lágrimas que Paul derrama sobre su cara, la muestra física de la desilusión y el dolor. No habla, pero entiende perfectamente lo que le está diciendo con cada golpe, ese “ me lo prometiste, confiaba en ti”, que se agolpa en su cabeza como un incesante martilleo, tortuoso y doloroso a más no poder.

No sabe cuántos golpes recibe en la cara, solo es capaz de dejarse llevar, sin intentar siquiera defenderse, sintiendo la desilusión de los demás al ver que alguien a quien tenían como un hermano, como un padre que los ha unido, es capaz de cometer un acto tan rastrero, el dolor recorrerle por la cara, las sangre cayendo… De repente es más consciente de lo que le rodea, de cómo el peso que tenía encima desaparece para verse sustituido por un dolor insufrible en las costillas, notando como Paul se ceba con sus costillas. Se encoge sobre sí mismo en un intento de que termine rápido y pueda agonizar ya en el Infierno…

Pero ese momento no llega, pese a que va perdiendo la visión y cada vez siente menos, no llega… Se fuerza a abrir los ojos para observar a Paul, tapándose la cara con las manos ensangrentadas, de nuevo sujetado pero esta vez con menos énfasis:

-¿Por qué…? –Apenas res un susurro que nadie oirá, una súplica que nadie escucha, nadie excepto él, cuando sus compañeros logran parar a Paul, insistiéndole que no merece la pena y alejándolo de allí sin esfuerzo…

Y la última mirada que le dedica Paul, vacía de ira pero llena de dolor, le rasga por dentro como centenares de cuchillos ardiendo… Una mirada que recordará en sus pesadillas cuando termina de perder la consciencia en mitad del parque.

**Epiphany J. Murray** Dom Dic 20, 2009 4:00 am

Le había costado unos días de reflexión, tras la conversación en el colegio, decidirse. Pero finalmente, la razón había cedido al corazón, y ahora ella solo pensaba en saber si todo iría bien, si ÉL estaría bien. Seguía sintiéndose igual de sucia, indigna y mancillada que antes de aquella charla, pero había una diferencia adquirida después de la misma: ahora sabía que él nadaba en el mismo mar de mierda que ella, y hundiéndose mucho más rápido por lo que le había contado... Y sabe que ella, aunque sea por inercia, va nadando hacia una orilla desolada a la que debe arrastrarle.

Por eso sus pasos la guían a través de los oscuros callejones del R&B District. Y parece una sombra más que se funde en el ocaso, vestida totalmente de negro como acostumbra desde lo acontecido. Y mucho más delgada que la última vez, hasta el punto de casi estar perdiendo las curvas, ya no tan generosas, que la delineaban, sustituyéndolas por un aspecto demacrado que sobretodo es visible en su rostro, ojeroso y cetrino, sobre el que su cabello, algo más largo, cae en dos cascadas azabache dejando entrever unos apagados ojos color cielo, aunque sea un cielo nublado.

Ataja por el parque, pensando que, como cada tarde-noche, él estará ahí con su grupo, de borrachera. Pero le sorprende ver que, en apariencia, el lugar está completamente desierto. Algo muy extraño a esas horas, pero ni rastro de un titiritero... Y, sin embargo, cuando mira mejor ve que no es del todo cierta esa afirmación: ahí sí que hay alguien, solo que no es nadie divirtiéndose con alcohol sino más bien sufriendo los estragos de la ingesta del mismo, o eso cree cuando ve un bulto inconsciente en mitad del lugar.

Al principio no reconoce la figura y, si se acerca con la debida cautela, es únicamente porque cree que quizá ese alguien necesite ayuda. Pero unos pasos más cerca se da cuenta de que la persona que se encuentra allí desmayada deja charco de sangre rodeándole y además... No es un desconocido, pese a que el estado de su cara haya hecho que le sea algo dificil atisbar esto último. Su corazón le da un vuelco, uno de esos que surgen cuando el terror y la angustia sacuden súbitamente a alguien en apenas un segundo.

Corre hacia él, arrodillándose, y sujetándole por los hombros, intentando, en vano, hacerle reaccionar... Nota algo pegajoso en las manos y se da cuenta de que es la sangre que les rodea ahora a ambos, la de él. Y, asustada, intenta limpiar al menos la que baña el rostro del muchacho, ensuciándose las palmas más aún:

-Dios mío Edward... ¿Qué te han hecho? -Las manos le tiemblan, la voz le tiembla, toda en ella tiembla en esos momentos- Edward... ¿Me oyes? ¡¡¡EDWARD, JODER!!! -No sabe que herida examinar primero, y mira a todos lados, desesperada- ¡QUÉ ALGUIEN ME AYUDE! -Grita, aún sabiendo que es en vano... Vuelve a zandarearle, a llamarle, a limpiar una sangre que enseguida vuelve a reaparecer sobresaliente, y lo peor es que presa del pánico no sabe que hacer.

Solo al cabo de unos segundos su cerebro reacciona y es capaz de, con una mano temblorosa, meterse la mano en el bolsillo de la negra gabardina, palpando un objeto que saca rápidamente y cae al suelo, encima de la sangre, cosa que no impide que lo recoja cerrando los ojos:

-¿Emergencias? ¿Oiga? ¡Necesito una ambulancia, por favor!... Alguien herido... No, no sé quien... No, no puede, está... inconsciente y... Sí... El Red Sun Park

Neckrosic Jue Mayo 20, 2010 7:16 pm

Sin saber muy bien como, he acabado muy lejos de casa, este sitio no tiene muy buen aspecto, el suelo esta lleno de botellas rotas y otras cosas que prefiero no investigar. Paso a paso camino por un sitio que algún día debió ser hermoso, pero ahora distaba mucho de la idea de hermosura clásica, aunque tenia algo que me atraía, quizá que era natural, que estaba lleno de erosión humana, que los humanos lo habíamos convertido en lo que era, era hermoso, a su manera.

Mi vestido ondeo al viento, seguí caminando, buscando a alguien con quien hablar. Tenia afán sociable, al menos hoy.

Quizá mañana se me olvidase como saludar.

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