Lust and Glamour
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Riverdoe Avenue 33, Mansión Camilleri

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Louis Garret
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Capo Camilleri
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Mensaje  Capo Camilleri Jue Ago 27, 2009 4:47 pm

En uno de los complejos de urbanizaciones más elegantes y caros de la ciudad, una mansión destaca por encima del resto. Y no destaca por algún llamativo color, ya que la mansión no difiere en este aspecto de ninguna de las demás, tal vez algún matiz marronáceo que otras no tienen, ni por su aspecto en general, construida de una forma similar a las demás…

Destaca por su inquilino, el dueño de la misma, el “conocido” Camilleri… Es más que usual, si alguien agudiza sus sentidos, ver entrar a personas a regañadientes que después, aparentemente, no salen, o escuchar chillidos agudos en mitad de algunas noches. Pero situaciones que en otra ocasión generarían una llamada a la policía, aquí no se dan, puesto que la filosofía que Camilleri aplica a su trabajo también lo aplica a la vida social: El respeto a través del miedo.

La mansión se encuentra rodeada por un muro blanco de un par de metros de alto, con la entrada principal envallada y con constante vigilancia, aparentemente vigilancia profesional, aunque es algo que dista mucho de ser la verdad. Nada más atravesar la verja, nos encontramos con un amplio jardín dominado en el centro por un camino pedregoso. El jardín se encuentra decorado por distintos setos que se han modelado para formar unas figuras que como poco son siniestras y bastante inquietantes, posturas violentas y sexualmente sádicas que tienen demasiada expresividad para el gusto de aquel que las ve, excepto de su propietario.

Una vez atravesada la puerta nos encontramos con un amplio recibidor. Si miramos al frente vemos dos escaleras, una a izquierda y otra a derecha, que ascienden hasta el segundo piso, totalmente enmoquetadas y de aspecto antiguo. El sonido a música clásica procedente de los altavoces de las esquinas, justo al lado de las cámaras, crea un ambiente relajado y al mismo tiempo tenso, como si se ocultasen así ciertas cosas. Pasando de largo las escaleras y siguiendo al frente nos encontramos con una cristalera tras la cual se encuentra el jardín trasero, dominado por una gran piscina en el centro decorada con un trampolín, así como más setos como los anteriores.

Antes de alcanzar las escaleras, a mano izquierda, nos encontramos con el comedor. Justo en el cabecero de la mesa, detrás de la silla que domina la mesa, nos encontraos con un retrato de Camilleri colgado en la pared, una silenciosa muestra de que no se le escapa nada de lo que sucede ahí dentro. La mesa, de madera ennegrecida y brillante, está en perfectas condiciones y puede alojar hasta 20 comensales, aunque lo normal es que coma él solo. En las paredes adyacentes también nos encontramos con diversos cuadros de aspecto extravagante pero lujoso. Es normal olisquear los aromas provenientes de las cocinas, a las que se acceden por una pequeña puerta en la misma estancia.

A mano derecha nos encontramos con la sala de descanso, una de las estancias más frecuentadas por el Capo. No hay sitio para las paredes puesto que estas están colmadas de estanterías repletas de libros de toda índole, desde cuentos infantiles a libros de ocultismo.. Tiene un especial gusto por las novelas de suspense o fantástica- medievales con tinte oscuro, de las cuales suele sacar ideas para sus interrogatorios. En la pared justo enfrente de la puerta, el único trozo donde no hay estanterías, se encuentra una chimenea que normalmente suele estar encendida, enfrente de los cuales hay un par de sillones de cuero negro en perfecto estado. Encima de la chimenea hay una colección de botellas, desde whisky escocés hasta vodka ruso, para deleite del invitado y de él mismo. La presencia de música en esta estancia suele ser más fuerte.

Ascendiendo por las escaleras de la derecha entramos a un pasillo en el qe hay varias puertas, todas a la derecha ya que la izquierda está ocupada por ventanas que dan al jardín trasero. Las tres primeras corresponden a las habitaciones de invitados, raramente ocupadas excepto cuando el invitado es alguien con quien tiene asuntos que tratar, ya sean negocios o venganza contra el mismo, convirtiéndose la habitación en sí en una celda de cojines y lujos. La última habitación es el baño, perfectamente cuidado y con todas las comodidades necesarias.

Y el pasillo al que lleva o bien las escaleras de la izquierda o bien el pequeño tramo del segundo piso que conecta ambas zonas, es el más interesante. En esta ocasión las puertas se sitúan a la izquierda, mientras que a la derecha nos encontramos con las mismas ventanas. La primera puerta de todas corresponde al cuarto de Camilleri. Cualquier entrada que no esté permitida por él supondrá un castigo, que variará dependiendo de la gravedad de la situación, aunque más de uno ha perdido un par de dedos por hurgar donde no debe. Una vez dentro, nos encontramos con una cama de estilo victoriano, grande, decorada con sábanas de seda y cojines negros. Otro retrato impera en la pared de la izquierda, bajo el cual se encuentra un escritorio con un par de cajones cerrados con llave. En el primero esconde uno de sus bienes más preciados, su diario personal dónde ha recopilado todas las experiencias vividas desde su particular punto de vista. Y en el segundo, una pistola, aunque guarda otra debajo de la almohada para ser más rápido.

La segunda puerta es la única en la que hay un panel numérico en la entrada. Se necesita una contraseña de siete dígitos que sólo conocen Camilleri y sus ayudantes, puesto que es la sala de interrogatorios, una estancia de paredes grises con una única silla en el medio y una pequeña camilla de metal a mano derecha con diversos de sus artilugios preferidos. Común ver rastros de sangre seca por la estancia o incluso en las paredes.

La última puerta corresponde a su despacho, con paredes decoradas por cuadros y una mesa similar a una de oficina pero más ostentosa justo delante de un ventanal con complejos entramados tallados. La mesa, de mármol blanca, recoge en sus cajones, cerrados con llave, cualquier tipo de incidencia, registro económico y listas de gente que pasan desde infractores hasta aquellos que pagan por su protección, de forma que nadie escapa a su control. Hay un par de sillas justo enfrente de la mesa para los invitados, aunque la de Camilleri, de cuero rojo y más cómoda, destaca sobre las demás. Hay un par de metros de distancia entre la mesa y la puerta, por lo que puede dejarse gente de pie sin problemas de espacio.
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Mensaje  Capo Camilleri Sáb Ago 29, 2009 1:21 am

Aparentemente la mansión, en plena noche, se encuentra vacía, excepto por la continúa música de estilo clásico que emana de todos los altavoces de la casa, a un volumen adecuado pero sin resultar excesivo...

Aunque en una de las habitaciones del segundo piso, dentro de la única custodiada por un teclado numérico, el aparente vacío se quiebra con una música algo más elevada para camuflar ciertas cosas... Al igual que la presencia de personas.

Justo enfrente de la puerta, uno de sus hombres, camiseta blanca con pistolera y vaqueros negros, vestido de forma muy similar a los otros dos que hay más al frente y que custodian por los flancos a una figura embutida enn un traje negro, camisa blanca y corbata negra, en conjunto con unos zapatos blancos que a él le gustan aunque no congenien... Y delante un hombre atado a la silla, con la cara amoratada y la sangre cayendo en un reguero de su ceja y de sus labios, manchando el cuello de su camsieta blanca:

- Vamos a ver, Vincenzo... ¿ TÚ TE CREES QUE SOY TONTO, EH, ES ESO?!?!- Un simple gesto y un gorila de los de al lado de Camilleri le asesta un puñetazo en plena mandíbula, provocando una sonrisita de su jefe que se puede calificar de lunática, al menos- Hágamos clase de matemáticas... Si los de las tienduchas esas ganan unos 3000 al mes, y me pagan un 50% para que no sufran altercados- Su voz es aguda, casi chirriante y sobretodo peligrosa- ¿El 50% de 3000 sooooon?. ¡1500, pedazo de retrasado!!- Se responde a sí mismo, dejando que el otro hombre le aseste otro puñetazo que le gira el rostro con violencia...

Y Camilleri se gira como un león enjaulado y agarra a ese último, pese a que es el doble que él, de la camisa:

- ¿ Es que no sabeís dar tampoco un jodido puñetazo, para qué os pago entonces, eh?- Gira de nuevo hacia el hombre y con la mano derecha, en la que lleva un par de anillos, golpea la cara de Vincenzo repetidas veces- Se pega así, ostia, así... ¡ Tú, sube el volumen de la música y pon algo de Verdi, Beethoven ya cansa!- Deja de golpear y se gira de nuevo en un cambio de personalidad brutal- Perdonad chicos,s abeis que os quiero, ¿ eh?. Cumpliis bien con vuestro trabajo... Y ahora, volvamos al tema- Vuelve a encarar a Vincenzo- Has venido con 1000... ¿ Dónde están los otros 500?- Pregunta con una soberana calma...

La que precede a la tempestad.


No sabe ya ni cuánto tiempo lleva ahi, pero por más que intenta explicarse de que lo ha perdido o de que alguien se lo ha robado sin percatarse, no le da tiempoa recibir otro golpe más. El ojo derecho lo lleva ya hinchado y sangra por abundantes cortes, consiguiendo a duras penas mantener la consciencia. Pero finalmente parece que le da una ligera oportunidad de explicarse:

- Jefe, yo... Me lo han robado... Estaba todo, se lo juro, todo...

Ha esperado pacientemente, que eso para él ya es demasiado, a que Vincenzo logre centrarse tras la reconfortante paliza, y en un acto reflejo ha sacado la pistola de la parte trasera de sus pantalones, rascándose la sien coon el cañón de forma descuidada. Uno de sus acompañantes va a abrir la boca pero le dedica una mirada inquisitiva:

- ¿ Qué, eh, qué, no sabes rascarte? Mira, es así- Y con rapidez coloca el cañón de la pistola en la sién del que miraba, repitiendo el movimiento y con el dedo sobre el gatillo... Pero no hace nada más, se queda quieto y espera cuando Vincenzo habla... Puede que diga la verdad, pero como si le importase algo, aquí faltaba dinero y esa era la única verdad- Creo que no he oído bien... ¿ Qué te lo han robado?. Pregunta, guardando silencio durante largos segundos, esperando...

¡BAM!. Una de sus balas sale disparada hacia la rodilla derecha de Vincenzo, provocanzo un alarido de dolor que queda camuflado por la música. Los hombres observan horrorizados como Camilleri se acerca y hunde el zapato en la herida, regodeándose:

- ¿ Y tienes los cojones de venir aquí faltando dinero, y encima dices eso?. Tú me tomas por tonto, es eso, ¿no?- Y otro disparo más en la otra rodilla- Ahh... esta me gusta más- Murmura cuando la música de Verdi comienza a sonar, tarareando tranquilamente mientras hunde el zapato en la rodilla que acaba de disparar... Hasta que sus ojos se desorbitan y ven que el impoluto blanco se encuentra manchado por sangre- ¿ Pero qué... Te he dado permiso para sangrar, eh?- Se inclina hacia él hasta que ambos ojos se cruzan, y esa oscuridad mezclada con esquizofrénica locura aterra, y ese terror es el que le ha hecho ser lo que es. Realiza una mueca que intenta pasar por sonrisa, aunque el aspecto de demonio de lujo lo mantiene- Mira, hoy me pillas de buenas... Esto ha sido un aviso, pero si vuelve a fallar...- Le obliga a abrir la boca y meterle el cañón hasta que roza la campanilla. Sólo cuando los ojos de Vincenzo titilan de terror, la saca- Sí, eso es...- Gira sobre sus talones, encaminándose hacia la salida y tecleando el código de la puerta...

Se para antes de abrirla, girando sólo medio cuerpo:

- Bah, lo he pensado mejor- Y apunta con la pistola y dispara en plena frente de Vincenzo, matándolo en el acto. Sin más, se guarda el arma, y silbando tranquilamente la música que suena, sale de allí directo a su habitación, matar le da sueño.
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Mensaje  Narrador Mar Sep 22, 2009 7:21 pm

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Había tenido que pasarse dos malditas semanas en el hospital al amparo de un inútil elenco de enfermeras, médicos y responsables, tratándole todos como si fuese un niño muy malcriado. Porque de nada había servido intentar marcharse, decirles que ya estaba recuperado... no, en absoluto. Había tenido que obedecer y permanecer calladito y quieto hasta que la herida del costado cicatrizase lo suficiente...

...pero no del todo. Eso no lo habían conseguido, y al final le habían dado el alta aún con una herida muy precaria que podía sangrar a la mínima. Pffff... le da igual. Quiere sentir el dolor, el escozor que convulsiona su torso mientras se pasea de un lado a otro de la estancia, la humedad roja que le recuerda a la zorra de cabello ígneo que le hizo aquello. Tan deseable y a la vez tan irritante...

Tendría que domarla.

No había sido muy difícil, para un hombre de su categoría, su posición social en Francia y su dinero, llegar a contactar con la Mafia a través de sobornos: primero peces pequeños, luego unos un poco más grandes y finalmente el Gran Pez, dado que todos los pececillos desembocan en él como una red finamente hilada: Il Capo.

Le había citado en esa fastuosa mansión que no le impresiona lo más mínimo, dado que no es muy diferente a la de su hermano... algo tiene la tranquilidad, el olor a dinero y el fluír de la música clásica que le ponen todavía más nervioso e impaciente, de modo que no muta su gesto hosco mientras, con los pulgares en los bolsillos, se pasea de un lado a otro sin ignorar del todo el dolor de su costado, vendado y sangrante bajo la camiseta.
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Mensaje  Capo Camilleri Mar Sep 22, 2009 7:30 pm

Un fuerte ruido de pasos se escucha desde la segunda planta, y al cabo de pocos segundos un cuerpo cae rodando por las escaleras entre gruñidos de dolor. Finalmente cae boca arriba, con el rostro amoratado y el costado sangrante al igual que la boca, arrastrándose hasta la salida:

- ¡ A LA PRÓXIMA VEZ QUE TE VEA TIRANDO ALGO AL SUELO, PEDAZO DE MIERDA CON PATAS, COMERÁS TANTAS BOLITAS DE PAPEL QUE ACABARÁS REVENTANDO,LITERALEMENTE, ESTAMOS?!?!- Se escucha su voz desde arriba de las escaleras. Vestido con un traje negro de corte elegante, con la chaqueta desabrochada y la camisa blanca sin corbata, y unos zapatos negros con destellos rojizos, baja poco a poco, embriagándose de la música que suena por la estancia en lo que su hombre desaparece por la puerta.

Finalmente llega al pie de las escaleras, como si no se hubiese percatado de la presencia del hombre que tiene delante, hasta que sus ojos oscuros y en apariencia delirantes se posan en los de el hombre. Algo tienen que infunden más miedo que respeto, en lo que esboza una media sonrisa lobuna:

- Ah, sí... Te has tomado muchas molestias para llegar hasta aquí...- Ya no tiene pinta de estar mal de la cabeza, ahora está trabajando y se lo toma muy en serio- Espero por tu bien que no sea una gilipollez... - Su tono de voz suena inocente y es eso mismo lo que le hace más peligroso. Se encamina hacia la puerta de la derecha, abriéndola y cediéndole el paso hacia el salón:

- Negociemos con algo de buen whisky en la mano, ¿ te parece, Gerald...?- Murmura, adentrándose él primero y adelantándose para servirse una copa para él y sentándose en un mullido sillón de cuero... Si espera que le sirva, no tomará nada.
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Mensaje  Narrador Mar Sep 22, 2009 7:47 pm

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El cuerpo cayendo le sobresalta cuando rueda por las escaleras hasta sus pies, dado que había detenido su impaciente paseo justo al pie de las escaleras. Y no obstante, los ojos desorbitados no muestran precisamente terror a pesar de ello, sino furia, como si no estuviese acostumbrado a semejante trato por parte de un anfitrión y aquello mellara su orgullo.

Sin embargo, cuando clava sus ojos oscuros en el tipo que berrea y se dispone a gritarle unas cuántas cosas entre dientes, un impulso le hace detenerse. Porque le basta una mirada para saber que aquel desquiciado no es ni más ni menos que Il Capo. Se cruza los fuertes pero descuidados músculos, torciendo los labios en una sonrisilla mientras escucha los gritos y ve al pobre tipo arrastrarse, sangrante y acojonado, por el antes impoluto suelo. Una de esas veces se tambalea empujándole a él, y eso incrementa una rabia que ya de por sí se incrementa cada vez que siente el pinchazo en el costado.


- Te han dicho - le clava una patada en el abdomen cuando está a cuatro patas, obligándole con el gesto a incorporarse y salir literalmente por patas - que no ensucies, escoria. Y menos los ropajes de un invitado.

Cuando se marcha, sigue con gesto desconfiado los movimientos de Camillieri, borrando lentamente la ira al darse cuenta de que el loco furioso no está tan loco como parece, y si quiere conseguir lo que pretende va a tener que acatar las órdenes de su casa. Cuando el niño mimado sádico se sirve el whisky, de espaldas a él Gerald hace amago de escupir al suelo sin que lo vea y sin llegar a suelo, para después tomarse la libertad de acercarse al bar y servirse bruscamente una copa. Se deja caer en un sillón frente a él, copa y botella en mano por si las moscas, y de repente se inclina entre temblores y se aferra el costado componiendo una mueca de dolor.

- Ugh... - gruñe, antes de ventilarse la copa de un trago para calmar el dolor. Se pasa el dorso de la mano por los labios mientras su rostro se enrojece por el alcohol y sus ojos oscuros relucen, taladrando fijamente al Capo y, curiosamente, escogiendo con prudencia y labia sus palabras. Pese a lo que pueda parecer, ha tenido una muy buena educación: - ¿Una gilipollez...? Lo pongo en duda, sire - tuerce los labios en una media sonrisa, recordando los ojos de Dafnée. Le parece un premio más que suficiente, unido a... - ...supongo que un hombre como usted conocerá la reputación de mi familia, ¿verdad...? - se sirve otra copa, haciendo una pausa antes de añadir: - Los D'argent.

Le da otro violento trago, mirando directamente los ojos de Il Capo. Si está en lo cierto, Camillieri estará informado de que son una de las familias más ricas de francia, un tanto excéntricas por sus costumbres de enclavarse en el siglo XIX en la medida de lo posible y... ensombrecida por cierto incidente. Una masacre, de la que sí es posible que Il Capo no sepa nada salvo rumores.

A fin de cuentas, el incidente se tapó bastante bien...
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Mensaje  Capo Camilleri Mar Sep 22, 2009 7:56 pm

Se vuelve a levantar de un ágil salto y se encarama otra vez al mueblebar, pero esta vez saca un pequeño telefonillo en el que marca un par de números y espera otros pocos segundos:

- Verdi, cojones, Verdi... O le metes en la cabeza que a estas horas toca Verdi o le harás compañía en lo más hondo del río, ¿ entendido?- Musita en voz baja, colgando de nuevo y volviendo a la sonrisa "educada", sentándose de nuevo y llevándose el vaso a los labios, bebiendo con total tranquilidad. No ha perdido detalle de la mueca de dolor que ha esbozado, ha visto muchas así, principalmente provocadas por él mismo:

- No he dicho que lo sea, he dicho que espero que no lo sea...- Le aclara sin inmutarse lo más mínimo por las miradas que le lanza, en otra persona le resultaría una desfachatez que lo mirase así y no dudaría en hacer ciertas cosas, pero en cuanto menciona el apellido un tenue brillo de interés surca su mirada...

Mucho dinero pero pocas luce,s o eso había llegado a entender de lo que le habían dicho... Aún así no es tonto y no va a decírselo a la cara, así que decide darle la respuesta que busca:

- He oído de ellos, sí... Mucha riqueza y patrimonio... Lo que me lleva aún más a preguntarme que hace un miembro de tan excelente familia- Casi recalca con ironía el "excelente"- Pidiendo ayuda...- Eso último suena más burlón, al igual que el amago de sonrisa...

No se ha desquitado lo suficiente, y una primera prueba para cualquiera que busque negocios es mantener la compostura ante él o salir por la puerta de detrás, normalmente con las piernas por delante:

- ¿ Qué me ofreces, Gerald... Y qué buscas?
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Mensaje  Narrador Mar Sep 22, 2009 8:11 pm

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El alcohol es como echar leña al fuego en su espíritu destructivo y altamente violento, pero está tan acostumbrado a alimentar su cuerpo con semejantes sustancias que el brillo de astucia y cordura no desaparece por mucho que se sirva nuevas copas y se las ventile de un trago, como hace mientras Camillieri habla y le analiza con tal atención.

La verdad es que se la trae floja lo que pueda pensar o ver en él. La deducción es muy sencilla: él tenía mucho que ofrecerle al Capo además de dinero y quizá la alianza de una familia de prestigio, con todas las ofertas y regalos que trae el paquete. Pero tiempo al tiempo.


- Iré al grano - dice, sirviéndose una última copa y dejando los últimos restos de alcohol para que Il Capo se sirva la última, si así lo desea. Pero la brusquedad con que lo hace, la misma con la que deja la botella sobre la mesa y se remueve impaciente, deja claro que los buenos modales los escupe a la fuerza y por necesidad. Alza la copa de whisky y le observa a través del ámbar de la bebida, balanceándola en una manía aburrida - ¿Conoce a... Dafnée? Una artista ambulante con aspecto de muñequita de porcelana que ha sabido labrarse una reputación en los Barrios Bajos - sonríe con sarcasmo para sus adentros. Había estado a punto de darle su nombre real... pero no: esa astuta gatita lo había ocultado a conciencia, y de momento eso es algo que a él también le conviene. Al menos... para tapar ciertos aspectos de "El Incidente". Vuelve a tragarse casi la totalidad de la copa, pero esta vez reserva un último trago y suspira, con un estremecimiento causado por el ardor del alcohol. Alza los negros ojos de improviso y, sin preámbulos, susurra: - La quiero a ella.

No oculta el deje ansioso que acompaña a esas palabras, pero sí se repone lo suficiente para echar mano a una inteligencia que ahora necesita. Joder, las transacciones se le daban mejor al perro de su hermano...

- ¿Qué le puedo ofrecer, sire...? Lo que me pida: dinero, alianza... la posibilidad de que mi familia le ayuda a ampliar sus fronteras más allá de la ciudad que usted gobierna. Ah, la Vieja Europa en peso, ¿qué mejor lugar para comenzar que París...? - hace tintinear el hielo dentro del baso y su gesto se ensombrece de forma inquietante, mostrando una corriente de pensamiento demasiado retorcida - ...y tal vez algo más. Aunque es un plus que solo le diré... si acepta.
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Mensaje  Capo Camilleri Mar Sep 22, 2009 8:24 pm

Le hasta, y mucho, que se muestre en apariencia educado cuando realmente se nota en cada uno de sus gestos que no es así, pero no va a ser él el que diga nada, aunque su mirada sí delata la pena que le da el hombre que tiene delante... Con lo fácil que era dejar libre todas las emociones...

Y ese nombre le hace abrir un poco más los ojos y salir de sus coléricas ensoñaciones... Porque sabe quién es, ha oído hablar de ella, y sobretodo, de con quién está ahora, de esa banda cuyo líder es...

No piensa como lo que debería ser, si no desde otra perspectiva mucho más interesada, tendrá que verlo algún día y hablar de negocios... Aunque cuando menciona que la quiere a ella, está claro que tendrá que hablar de algo más que de una cesión de privilegios y beneficios. Balancea el vaso suavemente sin desviar la mirada de Gerald, cruzando una pierna sobre la otra y dándole un suave trago, como si la cosa no fuese con él..

Todo lo que le ofrece resulta muy interesante, pero su perturbada mente sólo piensa en el posible premio si acepta. Toma aire despacio y luego suspira:

- Cinco millones, efectivo y billetes de 50... Pisos francos en París, yo me encargaré personalmente de rellenarlos con gente competente...- le explica su, para él, módico precio a cambio de obtener a la chica en lo que tiende una mano con la palma boca arriba- Llevarás una foto, supongo... No creo que esperes que adivine quién es or meras definiciones... Y ahora, dime de qué trata ese plus.- le exige sin educación alguna, puesto que no tiene por qué pedirlo, es Geral el que se arrastra ante él y no al revés...

Eso le divierte sobremanera.
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Mensaje  Narrador Mar Sep 22, 2009 8:46 pm

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Será que los iguales se reconocen entre ellos, pero por un momento cree ver en Camillieri aquel brillo cómplice de depredador que tanto posee ya él mismo. Tantea la copa de whisky sin dejar de observarle, y únicamente sacude con brusquedad la cabeza y una mano cuando le dice todo lo que quiere de aquella particular alianza.

- Todo suyo. Por supuesto, sire - ríe entre dientes, aunque parece una risa más rabiosa pero, no obstante, exsenta de mal humor. Cuando le conviene sabe componer a la perfección una máscara de perro fiel y servicial dispuesto a complacer a su nuevo amo, pero su interior bulle de astucia - Yo solo quiero mi... premio, ¿sabe? Aunque... - alza las cejas, haciendo tintinear de nuevo la copa - Ir a por ella es algo que tal vez podría hacer yo mismo... fuerza no me falta, pero... digamos que no me gustan sus "nuevos amigos" - no especifica a qué se refiere, pero sí le mira fijamente y con intensidad, esbozando lentamente una sonrisa oscura - Prefiero hacer esto de un modo limpio y... ah... supongo que no le importará que a cambio me limite a pedir cierto pase VIP para mi familia en esta ciudad. Es lo mínimo... - resopla, rascándose el cuello y dejando la copa sobre la mesa, para repantigarse sobre el sillón con los robustos brazos en el respaldo - ...pero ese no es el plus.

Interiormente algo bulle en su interior, una rabia, una cólera pura, al tener que ofrecerle aquello que no quiere ofrecerle. Pero en parte su mente retorcida lo hace como venganza, una que aumenta con cada pinchazo que siente en el costado y que le hace rugir de dolor y rabia: tenía que darle una lección a esa zorra. Tenía que aprender a quién pertenecía, y que supiera que ahí fuera había monstruos más hambrientos que él mismo a los que puede entregarla si se resiste. Y por ello...

Se humedece los resecos labios mientras comienza a urgar en un bolsillo trasero de su pantalón. Eficaz como solo puede serlo él ya había tomado las medidas pertinentes. Se inclina para lanzar sobre la mesa varias fotos de Dafnée tomadas in fraganti, de la muchacha paseando por sus lugares de ensueño, ya fuera con el violín a cuestas o con su blog de dibujo. Ladea la cabeza mirando él también las fotos, y arqueando las cejas.


- Adorable, ¿verdad...? - está claro que él mismo sí lo piensa, porque sus ojos relucen con una lascivia que no tiene por qué ocultar. ¿Compartida, tal vez...? Horada los ojos de su interlocutor; si il Capo cree que no ha investigado también sus propios gustos está muy equivocado, y sabe qué clase de sentimientos alberga hacia las jovencitas como ella... más aún si se trata de una ninfa de fuego encarnada en la Tierra. Deja que se extienda el silencio y, finalmente, añade con un susurro ronco: - ¿...le gustaría probarla?

Su sonrisa se amplía a menos. Como quien habla de un dulce que merece ser catado por todos, le comunica con una mirada que ése es el plus.
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Mensaje  Capo Camilleri Mar Sep 22, 2009 9:03 pm

Ya sabía de antemano que aceptaría cualquier oferta que le diese, no hacía falta más que echarle un vistazo para percatarse de que necesitaba a esa chica, y no de un modo precisamente paternal o amable... AUnque eso a él le importaba aún menos.

Asiente despacio a lo que le pide, total, tener buenas influencias en Europa tampoco le iba a venir mal y le parecía justo, algo que se consideraba siempre aunque no lo fuese. Lo escucha atentamente, dándose cuenta de que teme a la banda de su hijo, cosa que le hace aumentar la curiosidad por él, una curiosidad únicamente materialista, por lo que sabía sacaba muchos beneficios...

Vuelve a centrarse con absoluta rapidez en lo que se acaba la copa de whisky y la deja sobre la mesa, justo en el momento en que Gerald extiende las fotos... Sus ojos viajan de una a otra y pese a que no lo mira directament,ee s capaz de detectar la lujuria que emana de él, una que se asemeja mucho a la de sí mismo...

Sólo que la suya es bastante más oscura y menos obsesiva. Aún asi es un muy buen ejemplar, en cuanto la ofrece alza su mirada no sin cierta brusquedad y se lo queda mirando:

- No se preocupe por sus amigos... Y respecto a ese plus, lo tomaré con gusto...- Le responde en un estricto tono profesional, pero su mente ya divaga por el cúmulo de cosas que puede probar con ella. Se levanta tranquilamente y abre la puerta, invitándole de forma silenciosa a marcharse:

- Contactaré con usted cuando lo tenga todo... Y te agradecería que no hicieses estupideces, no me interesa que nadie sospeche nada... Ahora si me disculpas, tengo cosas que hacer.
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Mensaje  Narrador Mar Sep 22, 2009 9:20 pm

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En efecto, ve también la lujuria en él al observar las fotos, y en aquel instante su rostro se convulsiona en un tic que mezcla emociones encontradas: satisfacción por haber dado en el clavo, cólera y posesividad obsesiva al darse cuenta de lo que iba a tener con él. Se debate entre quedarse ahí quieto o darle un puñetazo, pero es más que consciente de que eso último solo le llevaría a una muerte segura. Finalmente se decanta por una solución neutra: se endereza y planta una de sus manazas sobre las fotos bruscamente.

- Me alegro, sire... estoy seguro de que la encontrará de su gusto - y con una sonrisa amplia que pretende ser amigable, arrastra las fotos para volver a guardarles en el bolsillo trasero de su pantalón, teniendo que sujetarse el costado en el proceso ante una nueva oleada de dolor que ahora le empapa un poco los dedos de rojo. Se los frota con una mueca, asintiendo al Capo sin mirarle; va siendo hora de que se marche sí... Se levanta cogiendo la copa en el proceso, y extendiéndola hacia él para susurrar con ronca burla: - Por una alianza fructífera.

Y, sin más, degusta el último trago flexionando con violencia la cabeza hacia atrás. Deja la copa en la mesa con un estremecimiento y avanza hacia la puerta mientras la abre. Hace un amago de reverencia cortés que queda demasiado forzada, pero antes de desaparecer se sitúa bajo el umbral y se queda quieto.

- Ah... - murmura entonces, mirándolo de soslayo como quien contempla a un igual en muchos aspectos. Sin embargo, sus ojos negros ahora parecen más animales y amenazadores, pero es una amenaza sutil y muy velada - Sea quien sea el perro al que envíes a por ella... o los perros, me da igual... - comienza a hablar, moviendo los dedos como si contuviese el manojo de emociones coléricas que emanan de él - ...pueden maltratarla como gusten si se resiste, siempre y cuando no... la toquen... en ningún otro sentido - no especifica a qué se refiere con ese "otro sentido". Eso es algo que le ha prometido a Il Capo como parte de la alianza. Y a nadie más. Aprieta los labios con fuerza - ...créame que lo sabré si ocurre. Y confío en que sepa ejercer como líder dándole unos azotes a sus chuchos, sí se atreven a cruzar esa línea...

Y, sin más, vuelve a sonreír con otro asentimiento a modo de despedida y sale. No tarda en abandonar la mansión.
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Mensaje  Louis Garret Mar Sep 22, 2009 11:24 pm

Por las lujosas calles de una de las más exquisitas urbanizaciones de Golden Hills, un Camaro del 68 se acerca lentamente hacia su dentino. Desde dentro del automóvil podía escucharse la inconfundible voz negra de Ray Charles por los altavoces, y una figura agitando algo espasmódicamente la cabeza al ritmo de la animada música. El volúmen baja antes de llegar a la mansión de Camilleri, quedando solo en una ténue música de fondo en el interior y el coche aparca delante de la valla, haciendo así que los guardias identifiquen al conductor.

-Buenas noches Jack... ¿Qué tal tu mujer y tus hijos? -Saluda desde el interior del coche a uno de los guardias que se acercaban a comprobar el interior, bajando la ventanilla. Louis, vestido impolutamente con un traje negro, camisa abotonada hasta el cuello, y corbata del mismo color que el traje, sonríe ampliamente al guardia que se acercaba para su rutinaria inspección. Llevaba como unos dos años trabajando para el Capo, y conocía su carácter, por lo que sabía que no era recomendable hacerle esperar cuando hacía llamar a alguien; a punto había estado de retrasarse unos minutos por tener que cuidar a unos de sus "duendecillos", ya que los padres del pequeño tenían una fiesta y no tenían con quien dejar al crío, y por supuesto Louis se había ofecido voluntario. Pero como cada vez que Camillieri le hacía llamar, llegaba puntual y como un clavo a su cita, sin demorarse ni un minuto.

Arranca de nuevo despidiendo a Jack con un "Que el Señor te bendiga" y entra en los terrenos del capo, aparcando el coche cerca de las escaleras que llevaban a la puerta de la mansión. Baja de su Camaro, con un recipiente de metal en su mano que le acompañaba en el asiento del copiloto, y acarricia el capó de su belleza, despiendose de ella con un guiño y subiendo las escaleras, cruzando el umbral de las puertas abiertas que le esperaban.

Camina lentamente por el interior, haciendo resonar sus zapatos de un negro brillante por el suelo, sereno y con la tranquilidad reflejandose en cada uno de sus gestos. Se para en el recibidor, a sabiendas de que su contratista no le haría esperar mucho en ese lugar, luego le llevaría a su despacho y le explicaría los detalles del trabajo, como siempre. Coser y cantar.
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Mensaje  Capo Camilleri Mar Sep 22, 2009 11:30 pm

Escucha las advertencias de Gerald como si no estuviese interesado para nada, y sabe de antemano que no le habrá hecho gracia ofrecer algo que al parecer consideraba suyo...

Y precisamente por darle esa sensación iba a aceptar ese plus, le gustaba más la cosa cuando jodía por partida doble. Pasan al menos dos minutos hasta que abre la boca, y eso que está solo:

- A mí tampoco me gusta usar cosas que ya han sido tocadas... Aunque en tu caso haré una excepción- Comenta con desprecio, alzándose y dejando el vaso en el mueblebar, ya lo limpiará alguien. Sale al recibidor tras unos pocos minutos de relax en lo que se encuentra con un hombre negro que ya conoce bastante bien:

- ¡Ahh, louis, Louis!- Se acerca a él con un garbo que continúa resultando peligroso hasta darle un par de palmaditas en la espalda, se acuerda perfectamente de por qué le había llamado y nada mejor que la simpatía para que rindan bien... Aunque su simpatía resulte algo dual- Ven, vamos a mi despacho... Me alegra que no llegues tarde- Algo tiene su mirada que indica que si lo hubiese hecho no estaría siendo tan amable, pero no borra la sonrisa enlo que sube las escaleras, toma el pasillo de la izquierda y de aquí la última puerta, sentándose en su sillón preferido y esperando a su hombre.
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Mensaje  Louis Garret Mar Sep 22, 2009 11:56 pm

Los pocos minutos que le hace esperar el Capo, los utiliza en pasear su mirada por el interior de la lujosa mansión, clavando su mirada en el retrato de Camillieri que parecía estar al acecho de cualquier cosa que ocurriese dentro de su propiedad, ajusticiando así al que osase romper las reglas del señor de la casa. Escucha el ruido de unos pasos y segundos después el inconfundible timbre de la voz de su enajenado jefe... mejor dicho, su jefe aquí en la Tierra.

Sigue sus pasos con una ligera sonrisa e inclina levemente la cabeza, a modo de saludo cuando el Capo se acerca a él y le da las palmaditas en la espalda, que a pesar de los años seguía fuerte y robusta como cuando era jóven.


-Buenas noches jefe. ¿Me ha llamado no es así? -Pregunta, recalcando la obviedad de la situación y le sigue obediente hacia su despacho, como siempre. Carga todo el camino con el pequeño recipiente metálico, dejándolo una vez dentro de la sala encima de su mesa, abriendolo y dejando ver un trozo de suculenta tarta de chocolate.- Le he traído un trozo de tarta, sé que le gusta el chocolate, y he cortado un trozo expresamente para usted cuando la hemos hecho en casa...-Dice mostrando siempre la seriedad en su rostro, sabía que no le extrañaría el "hemos" ya que el Capo estaba al tanto de su matutino negocio.- Tiene un toque de canela, le sorprenderá lo que es capaz de hacer a una simple tarta de chocolate un poco de esa especia.

Toma asiento en frente de Camillieri esperando a que su huesped se siente antes de él, y cruza sus piernas a la espera de que el Capo le dé las instrucciones del trabajo.
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Mensaje  Capo Camilleri Miér Sep 23, 2009 12:12 am

Apoya los codos sobre la mesa y la barbilla sobre las manos, mirando fijamente a su hombre, aunque su mirada se termina desviando de él al trozo de tarta que deja encima de la mesa..

Por un momento piensa estampárselo en plena cara para recordarle con quién está hablando, y se sume en ese tipo de ensoñaciones como si lo estuviese haciendo, aunque cuando escucha la palabra "chocolate" su sonrisa se ensancha y la atrae hacia él, rebuscando en el cajón hasta que encuentra un cubierto que tiene para ciertas ocasiones. Lo deja encima de la mesa en lo que rebusca en otro cajón y saca una pequeña carpeta qe le deja en el lado de la mesa.

Sin más, se pone a comer, explicándole los detalles mientras lo hace:

- Jim Suchard,,, Gerente de una pequeña tienda en el... Joder, que buena está, ¿ esto es por la canela?. En fin, trabaja en el barrio bajo y ya lleva un par de meses esquivando los pagos... En serio, traéme más trozos de estos... Ya sabes lo que quiero, sin testigos y sin cuerpo... Dales algo de comer a los peces.- Termina por concluir, acabándose los últimos trozos de tarta.
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Mensaje  Louis Garret Miér Sep 23, 2009 12:41 am

Le observa atentamente mientras devora el trozo de la tarta de chocolate, esta vez sí dejando ver una sonrisa satisfactoria en su rostro; ya no porque el detalle que le había hecho a Camillieri le hubiese gustado y así podría ganarse algun que otro punto con él, sino porque eso significaba que la tarta le había salido perfecta, y eso un cocinero amateur como él, le hacía que se llenara de orgullo.

-Sí, es por la canela, y también porque he dejado que el bizcocho se hiciese a una temperatura no muy alta en el horno, eso y que le he añadido un chorrito de brandy a la masa, han hecho que salga más esponjosa y sabrosa...-Continua con su pequeño discurso en pastelería, mientras observa como come la tarta y atiende a sus instrucciones. Coge la carpeta y la abre, viendo las fotos del tio, el tal Jim Suchard.- Por supuesto... dos meses sin pagar, no podemos dejar que eso arruine su reputación...-Alza unos segundos la vista de los papeles y la vuelve a agachar, estudiando de nuevo a su víctima.- gerente de uan tienda en el barrio bajo... no testigos ni cuerpos... -Cierra la carpeta y la deja de nuevo en la mesa, haciendo ver de esta manera que había acabado de estudiar al objetivo y lo tenía todo apuntado en su mente. Ni un solo fallo.- No se preocupe, le traeré má starta cuando haga otra, es más, si quiere le puedo hacer una entera para que la guarde en el frigorífico.
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Mensaje  Capo Camilleri Vie Sep 25, 2009 5:52 pm

Se chupa los dedos para no dejar rastro de chocolate alguno, y su mirada ahora se torna más frenéctica conforme lo va escuchando, taladrándolo con esos ojos oscuros que parecne sacados del mismo Infierno:

-Joer, te contrataría como pastelero, pero eres demasiado bueno en lo tuyo y ando falto de gente de confianza, panda de incompetentes, tsk...- En un movimiento rápido saca la pistola del cajón y se rasca la sien con el cañón, le han entrado ganas de meterle algún tiro a alguien y ya que no puede, así se relaja...

Y repentinamente pasa de la frustración a esbozar una sonrisa excesivamente ancha y algo demente, atraído por la posibilidad que le termina de ofrecer:

- Sí, sí, hazme una entera... Me gusta demasiado el chocolate- Le explica, levantándose de un ágil salto y aún con la pistola en mano- Quiero que suplique, ¿ me oyes...?- Se acerca a una pequeña estantería y saca de entre los libros una grabadora- Y quiero que grabes el momento, que entienda antes de morir que a mí nadie me jode, porque yo jodo el doble...- Y de nuevo pasa de ser una mente fría, calculadora y malvada a sonreír y darle un par de palmaditas en la espalda, como quien manda a un niño a comprar el pan:

- Venga, que se te hará tarde... Tráeme lo que te he pedido cuando termines, yo ya tendré preparado tu dinero.
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Mensaje  Capo Camilleri Sáb Oct 10, 2009 12:07 am

La música de Verdi inunda el salón, su inspiración particular para lo que tiene pensado hacer... Esa niña sabía demasiado y tenía que asegurarse de que no abriría la boca... Matarla sería más fácil, pero perdería a su queridísimo papi y es otra cosa que no puede permitirse, más aún cuando el seboso del jefe de policía parecía dispuesto a joderle la vida...

Ya el día anterior había recibido un informe de sus perros de presa, sabiendo con quién estaba... Y no puede contenerse cuando va caminando por el pasillo de la segunda planta en dirección a su sala de interrogatorios, conocida como sala de torturas para otros:

- Interesante...Interesante, ¡INTERESANTE!- Exclama dando una vuelta sobre sí mismo, engalardonado con un traje oscuro sin corbata y sus zapatos blancos ya limpios. Una vez en la puerta específica introduce el código, colándose dentro...

Una sonrisa divertidísima se esboza en su rostro al ver a la menuda Epiphany durmiendo placidamente por efecto del cloroformo... Y ya tiene las bolsas necesarias en una esquina. Se frota las manos en lo que en su perturbada mente diversas imágenes toman forma...

El regodeo que siente por hacerla callar y al mismo tiempo tener más medios para hacer lo que quiere hacer de aquí a un par de semenas... Es indescriptible:

- Ahhh...- Susurra con gusto, encaminándose a una de las bolsas y sacando un disfraz de títere, sí... Pero retocado a su manera. La parte de arriba es un corsé de color claro que, echando un par de miradas, le irá bastante apretado, y la parte de abajo un short bastante corto de color oscuro... En conjunto con su gorrito particular...

Sin más, y con manos hábiles, la desnuda sin llegar a tocarla más de lo necesario, dejándola en ropa interior y luego, con la ayuda de dos de sus hombres, vestirla... Una vez hecho se separa, mesándose la barbilla, y le dedica un vistazo analizador...

Perfecto.. O casi:

- ¿ Pero qué es, amigos míos- Comienza a preguntar con un deje vidrioso en su mirada más que peligroso, mirando a ambos hombres- Un títere sin sus hilos...?- Se encamina de nuevo a la bolsa y saca dos rollos de hilo de pescar, fino pero resistente... La coloca en la silla de forma adecuada en lo que uno de sus hombres la toma por los brazos, alzandóselos, y el otro toma una escalerilla para encaramarse al techo- Al final fue buena idea colocarlas...- Susurra con aprobación en lo que enrolla hilo sobre una muñeca de ella y, una vez apretado, lo suficiente para que si intenta deshacerse se le clave más, corta con una navaja que lleva en el bolsillo de su pantalón y le cede el extremo al hombre de la escalerilla, que lo ata a una de las argollas.

Repite la operación con la otra muñeca y después con sus tobillos desnudos, atándolas esta vez a las argollas de las paredes... Una vez hecho le dedica otro vistazo...:

-Largo... ¡Largo, LARGO!- Les impera a sus hombrs, desenfundando su arma y apuntando amenazadoramente. Obivamente obedecen, este juego es única y exclusivamente para él... Sin más, se acerca a ella y ya sólo, saca de su bolsillo una esencia maloliente que pasa por su nariz, para así despertarla.
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Mensaje  Epiphany J. Murray Sáb Oct 10, 2009 12:20 am

Tan pronto como había cruzado la verja principal, algo, o mejor dicho, alguien, sla había apresado y se había alejado de allí en un vehículo desconocido. Para ella había sido tan rápido que ni había podido reaccionar, asimilar lo sucedido, o ver algún rostro antes de sumirse en un plácido sueño mecida por los brazos del cloroformo, que había hecho que no se enterase de absolutamente nada ni su cuerpo fuese consciente de que estaba siendo trasladado al interior de una casa o de una habitación.

Por no ser consciente, no lo era ni si quiera de la música que la acunaba ahora ni de como era desnuda y vestida. Y por tanto, era más que nunca un títere debido a lo fácil que era moverla para disfrazarla como tal, puesto que apenas reaccionaron sus músculos cuando fue colgada del techo y enganchada por hilos de interminable longitud a las paredes. Y, realmente, habría sido mejor, mil veces mejor, que hubiese seguido dormida durante mucho tiempo más...

...pero no iba a tener esa suerte.

El fuerte y desagradable olor penetra en su interior a través de su naricilla, que se arruga en gesto de asco y, notando como la cabeza le da vueltas, es capaz de volver en sí, aunque no abre en un principio los ojos, abrumada por la música, que reconoce enseguida pese al estado en que se encuentra...:


-¿El brindis de... La Traviata? -Murmura con voz dormida, sin entender como su padre la despierta con música si la odia- Padre.. ¿Desde cuando compartimos gustos tú y yo?

Sigue murmurando incoherencias hasta que la sensación de sopor desaparece y abre sus ojos celestes lentamente, mirando hacia abajo y viéndose colgada... Profiere un gritito de sorpresa y terror, creyendo que aún está soñando pero, al agitarse violentamente, el dolor que siente en sus muñecas y tobillos como si el hilo de nylon cortase su piel le hace ver que aquella pesadilla no es sino un momento de cruda realidad.

Asustada alza la mirada en busca de una explicación, topándose con un rostro demente y desconocido:

-¿Qué...? ¿Dónde...? -Siente la boca seca y le cuesta hablar, aún algo alelada- ¿Quién es usted?
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Mensaje  Capo Camilleri Sáb Oct 10, 2009 12:26 am

Mmm... Le gustaba Verdi... O al menos eso deduce él cuando la escucha murmurar aún medio dormida... Y ese gusto por una parte le resulta curioso, y por otra parte lo aborrece, la ve demasiado simple como para escuchar esa música... Seguro que es incapaz de detectar los significados que él ve en cada nota y en cada acorde...

Tsk. Al menos va entrando en consciencia, y ese pequeño chillido para él es como una chispa que comienza a encender la mecha de su despiadada mente. Aguarda pacientemente todas las preguntas que le lanza, tentado de cruzarle la cara por la osadía, pero no lo hace, no de momento... Tampoco quiere lisiarla y que su padre lo vea:

- No, no, no, pequeña Epiphany...- Susurra en un tono peligrosamente meloso, negando con la cabeza a cada "no"- Aquí las preguntas las hago yo... ¿ No me reconoces, no te suena... Mi voz?- Pregunta en un susurro, sin borrar esa sonrisita que no ice nada y lo dice todo a la vez, lanzándole la pregunta de forma indirecta en lo que se pasea de un lado a otro, sin dejar de observarla como una pantera deseosa de probar sengre fresca entre sus colmillos.
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Mensaje  Epiphany J. Murray Sáb Oct 10, 2009 12:34 am

Sin querer, cierra momentaneamente los ojos unos segundos puesto que la sustancia que le acaba de aplicar ese desconocido lunático sin duda alguna sigue haciendo efecto y aún no está despierta del todo claro que tiempo al tiempo... Cabecea y los abre al escuchar la voz, y los abre aún más, aunque en sus irises color cielo no se lea aún el miedo que se esfuerza en ocultar como oculta todo de todos salvo de unos pocos, cuando ve que la llama por su nombre, visiblemente sorprendida.

-¿Cómo sabe quién soy? -Pregunta con voz amodorrada, negando con la cabeza... No, no le reconoce, no cae ahora mismo, y más si la persona va relacionada con un recuerdo que ha conseguido, gracias a sus esfuerzos y a sus días junto a Eddy, enterrar en un rincón de su mente para no pensar más en ello- No... No sé quien es usted... No le he visto en mi vida... -Musita confundida- No entiendo nada... -Dice sinceramente- ¿Quién es usted? ¿Por qué estoy aquí? -Pregunta a la defensiva, ignorando el hecho de que le hayan dicho que ella no es quien formula preguntas aquí.

Y mientras su confusión aumenta vuelve a, de forma involuntaria, intentar zafarse, por lo que al momento cierra los ojos y se muerde el labio inferior en un gesto que, si bien en ojos ajenos resultará tentador, a ella solamente le ayuda a no volver a gritar por el dolor que vuelve a sentir en las zonas atadas.


-¡Suélteme! -Exclama abriendo de nuevo los ojos, sin gritar, pero alzando la voz
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Mensaje  Capo Camilleri Sáb Oct 10, 2009 12:41 am

Que mala memoria debe tener... Lástima que que no se acuerde de él le importa más bien una mierda, no por ello va a dejar de hacer lo que tiene pensado...

Lo que sí le enfurece es ver que no arpende las normas, tan básicas que hasta un chimpancé sabría cumplirlas... Y encima esa exclamación, como le alza la voz... No, espera... ¿ Le estaba exigiendo?. Sus ojos se abren un poco más, y esa llama oscura e ígnea se apodera de sus ojos en lo que la mira:

- ¿ Cómo has dicho...?- Pregunta, como si quisiese asegurarse, aunque antes de que abra la boca ya ha acortado las distancias y le ha soltado una bofetada de revés, no demasiado fuerte pero sí contundente. Suelta todo al aire de sus pulmones y se aparta, acluquillándose enfrente de ella- ¡Oh, perdo,a se me ha escapado...! Las preguntas las hago yo, Epiphany, última vez que te lo recuerdo... O te daré algo más que una bofetada... - La amenaza en un tono de voz velado, sin despegar su mirada de la de ella. La oscuridad es tan profunda que si intenta desvelar algo profundamente se hunda sin posibilidad de volver a salir:

- Soy... Un amigo- Realiza una mueca, no es amigo, simpllemente un ser que le interesa- De tu padre... Y al parecer estabas en el lugar equivocado, en el momento equivocado, pequeña... ¿ Me equivoco?- Que se atreva a contrariarle si se atreve...

Se levanta de un ágil salto y se encamina al rincón, dejando que se piense la respuesta en lo que saca una cámara de vídeo y un trípode, montando todo el conjunto en apenas un par de minutos, centrando el ángulo del artefacto para que grabe toda la habitación.
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Mensaje  Epiphany J. Murray Sáb Oct 10, 2009 12:56 am

Ni se percata de la furia de su captor, demasiado ocupada en analizar qué coño está pasando. Cuando va a repetir lo que ha dicho, o sea, que la suelte, un dolor agudo inunda su boca y rostro ante el golpe de la bofetada que la deja sin visión un par de segundos aunque no llegue a sangrar ni a dolerle tanto como para acallarla, pese a que le quedará la mejilla roja fijo.

Sin embargo, lejos de amedentrarla el golpe es el impulso que su cerebro y organismo necesitaban para despertar del todo y por tanto, el miedo que entierra en sus ojos volviéndolos celestialmente inexpresivos, se manifiesta en forma de adrenalina que recorre su cuerpo, poniéndola en tensión. Y, sin embargo, no hace gesto que transmita esa adrenalina, acostumbrada como está en guardársela hasta el último momento en el que estalle, que espera que no sea pronto. Simplemente parpadea confundida, mirándole interrogante antes de negar con la cabeza y alzar la mirada hacia el techo, enfocando las argollas:


-Oh, por Dios... Sí, Dios... Te hablo a ti: acabas de demostrar que Nietzsche se equivocó y que existes -Dice con un tono sumamente serio- Pero, por qué, de todos los castigos divinos... ¿Me mandas a un lunático agresivo... sordo? ¡Si querías mandarme a un sordo haberme mandado a Bethoveen! -Le recrimina al techo, o mejor dicho, a Dios- Venga, haz que me despierte y juro que iré a misa... -Añade a regañadientes, bajando de nuevo la mirada hacia el hombre- Le he pedido amablemente que me suelte... -Abre la boca mucho, vocalizando cada palabra para que lea sus labios, pese a que emplea un tono educado- Por favor -Añade falsamente cortés también moviendo los labios.

Probablemente lo que le ha dado le haya afectado al cerebro, pero entonces lo que escucha después hace que el miedo aumente y la tranquilidad que le hace evadirse hablando con seres inexistentes comience a abandonarla:

-No... No voy a decir nada -Susurra, arqueando una ceja al ver lo que hace y mirando al techo en actitud de reproche hacia el mismo, sintiendo algo similar a una descarga eléctrica recorrerla: adrenalina otra vez- ¡Dios, en vez de un músico sordo me mandas a un director de cine sordo! ¿Por qué, Señor? ¡Si ya te he dicho que te creo! -Baja la mirada, volviendo a sentir que el nuevo chute de adrenalina remite una vez más- No se equivoca, señor -Nuevamente ese tono tan sumamente educado que puede resultar irritante- Pero no me interesa lo que haga mi padre mientras no se meta en mi vida y sus viajes sean largos, y por tanto tampoco me interesan sus amistades ni lo que hable con estas -Más pedante su frasecita y su voz, imposible- Le aseguro que no pensaba abrir la boca... -Musita quejumbrosa...

Al menos no ha hecho ninguna pregunta. Bueno sí, las ha hecho, pero no al lunático agresivo sordo director de cine, sino a Dios (alias "techodelacondenadahabitaciónquenosécuáles"), y eso no cuenta, ¿no?
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Mensaje  Capo Camilleri Sáb Oct 10, 2009 1:05 am

Incrédulo, así es como se queda cuando prácticamente le está tomando en broma al hablar con Dios y hablar de él con el mismo... Pero es una de esas incredulidades rabiosas, y su adrenalina sí que la siente, ese fuego interno que amenaza con estallar en forma de oscuro volcán en cualquier instante... Su ya de por sí inestable personalidad se alancea más, como un equilibrista al borde del precipicio, cuando ella adopta esa fachada, por qué sabe qué es eso, en la que parece no temerle...

Tampoco le es necesario que lo manifieste ahora, porque sabe de antemano que lo acabará haciendo... Aguanta toda la verborrea que le lanza, y finalmente rompe a carcajadas, asegurándose de que hay batería en la cámara:

- Eres muy graciosa, sin duda... Una lástima que no te vaya a servir de mucho... A mí me importa una mierda tanto tú como la situación que tengas con tu padre... ¿ De verdad crees que voy a creerme tus palabras...?- Si lo espera va lista... Le vuelve a dedicar un vistazo de arriba a abajo, estirando una mano y dándole a grabar en la cámara:

- Voy a darte un escarmiento, Epiphany... Para que recuerdes por siempre que debes mantener la boquita cerrada, ¿ vale?- Pregunta en una voz de nuevo melosa pero tensa, como si estuviese aguantando, que es lo que está haciendo. Mantiene el encuadre sin aparecer él delante de la cámara, mirándola fijamente...

Ahora comienza a desvelar sus ases:

- Epiphany Jane Murray...- Quiere, desea, ver como esa coraza se desmorona ante sus pies... Para luego pisotearla directamente- Llevas varios días fuera de casa... Aunque no tienes de que preocuparte, tu padre tardará al menos un mes en volver...- No en vano lo había enviado de él, como si fuese una recompensa... Y él muy estúpido se lo había creído. Deja que pasen los segundos, que se arme de valor...

Y entonces...:

- Y así tú podrás pasar más pasar más tiempo con ese chico... Eddy, ¿no?- Pregunta como si no lo supiese, y realmente lo conoce...

Más de lo que nadie piensa.
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Mensaje  Epiphany J. Murray Sáb Oct 10, 2009 1:18 am

Le observa, concentrándose cada vez más en que esas dos lunas celestes que son sus ojos no expresen el creciente miedo paliado por la adrenalina que corre ahora por sus venas, como un pequeño sedante que ha logrado que no se haya echado a temblar y gritar aún, pero que solo empeora las cosas aunque ella ni lo sepa cuando, de forma totalmente impuesta y nada sincera, dibuja una sonrisa hiper educada como las que ve hacer su padre cuando lame el culo a alguien, pese a que ella no se parezca en nada a él.

Arquea una ceja cuando se ríe, negando con la cabeza como si viese algo que solo ella comprende:

-Gracias -Dice a lo de que es graciosa- ¿Lo ve? A usted mis cosas con mi padre le dan igual porque no me conoce -Asiente- ¡Pues entonces créame! -Exclama como si intentase hacerle razonar- Porque no le conozco y a mí también me dan igual sus cosas con él, señor -Añade en un tono que remarca lo que considera una gran obviedad.

Justo entonces ve como le da a grabar en la cámara y parpadea de nuevo confundida, escuchando lo que dice:

-Nada, que no me entiende... Si es que no se me da bien eso de vocalizar para que me lean los labios -Farfulla para si misma, mirándole fijamente- ¡Su-él-te-me, por-fa-vor! -Exclama abriendo la boca en cada sílaba, a ver si así...

Pero entonces algo hace que se calle, y es que ve como la mira. Le sostiene la mirada, inexpresiva, aguantando, aguantando, aguantando... Hasta que comienza a hablar. Primero su nombre completo, luego que ha estado fuera, después ver que parece tener que ver con el viaje de su padre... Estocadas en su coraza que la resquebrajan como se manifiesta en que cierre los puños, ignorando el dolor que causan los hilos, y tense sus labios en un fruncimiento, sin expresar aun nada, disimulando y dejando que sus ojos sean simplemente profundos oceános cuyos secretos están enterrados bajo el mar.

Pero, en efecto, se arma de valor, apunto de replicar repitiendo que no le importa, que no le interesa, que solo quiere que la dejen en paz ambos porque no tiene pensado decir nada... Hasta que escucha lo último que dice, o mejor dicho, el nombre que pronuncia... Y se da cuenta de que ahora no es solo ella la que tiene problemas. Una gran estocada justo en el centro que agrieta más todavía su armadura amezando con abrirla:


-Él... Él no tiene nada que ver, no sabe nada -Susurra sin poder evitar que la voz le suene algo quebrada- Por favor, no le meta a él en esto... -Sus ojos claros van poco a poco manifestando algo: preocupación. Y no por ella precisamente...
Epiphany J. Murray
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Becada del St.Mary
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