Re: Blizzard Street 23

**Ulises J. Kane** Dom Sep 27, 2009 10:53 pm

Aplaudió a rabiar cuando la exhibición llegó a su fin, y conforme las prendas de Dakota caían entre el público él las iba recogiendo, paseándose sin ningún pudor en calzoncillos entre los presentes.
Para cuando la chica acabó y fue directa hacia él a reclamar su botella, Ulises hizo una reverencia hasta casi tocar con la nariz el suelo.

- ¿Lo has pasado bien? - Le preguntó.

Luego le lanzó una mirada de arriba a abajo, exagerándola para picarla, y soltó un silbido de admiración.

- Ganas sin ropa. - Soltó, conteniendo una carcajada.

Le tendió el vodka, aunque considerablemente más vacío que al principio.

**Jennifer Smith** Dom Sep 27, 2009 10:53 pm

Para terminar la actuación, agarró la botella de vodka que había dejado a un lado y la vacío por encima de su cabeza empapándose en licor, para pasarse después el dedo por su vientre, subiéndolo despacio por su cuerpo hasta llegar a los labios y chupárselo de forma sensual con los últimos acordes de la canción.

Y con una sonrisa divertida en su rostro hizo una ligera reverencia al público dirigiéndose a las siguientes - Todo vuestro chicas - dijo, saltando con agilidad de la barra.

**Jane C. Jaffe** Dom Sep 27, 2009 10:58 pm

Coge el garfio que le lanza el tipo que se ha liado con Edward y cual niña pequeña, emocionada por un regalo de navidad, lo coge al vuelo y se lo cuelga en el cinturon. Aún tenía unas gotas de sangre, pero no le importa mancharse de la sangre de Eddy, por lo que lo deja así, mirandolo adornar su cuerpo.

Tampoco pierde detalle del baile que realizar el caballero y el batman, que poco pegan entre sí, pero que se las apañan juntos como si no fuera la primera noche que están juntos. Cuando le quitan la máscara al chico, Jane nota como un un calor más sofocante aún sube por su cuerpo, dajandole un escalofrío y ya no puede apartar la mirada de aquel tipo que había visto en el parque hacia ya un tiempo, y del cual no se acordaba del nombre. Se apuntaba ir a por él después de la fiesta , cuando terminará él su actuación no le importaba.

Es entonces cuando otras dos chicas se unen a la fiesta encima de la mesa y tres cuartos de lo mismo: baile, toqueteo por aquí y por allá... solo lo de Eddy y el otro chico había sido de lo más agradecido para su vista. Mira a Dita con una mirada traviesa y le señala la mesa, y sin esperar a que ell acepte, la coge de la mano y se sube encima, tirando de ella ara que ella también lo haga. Es entonces cuando la música comienza a sonar y Jane ríe sin poder remediarlo.

Acerca su cuerpo al de Dita, la chica de espaldas a ella, y siguiendo el ritmo salvaje de la canción posa sus manos el la cintura de Dita, y las desliza hacia abajo lentamente, para después subirlas por delante mientras su nariz acaricia suavemente la nuca de la chica. Sus uñas se clavan levemente en sus piernas y sube su falda de flecos hasta dejarla como un cinturon que le tapa solo lo necesario. Con una sonrisa, muerde el hombro de la joven y la aparta de sí, aún dandole la espalda ella a Jane y mientras hace el movimiento de apartar, tira de los cordones que mantienen sujeto su corsé, desatando sus nudos, y dejandolo a su
merced para cualquier momento aflojarlos, pero decide que ya es el turno de Dita, por loque mientras la música suena, se desliza por el lateral de la chica con movimientos sensuales, hasta posarse delante de ella.

**Dita Alighieri** Dom Sep 27, 2009 11:06 pm

Mira divertida la fascinación de la pequeña por Dafnée y sonríe a la presentación de Epi. Acepta la copa que la guerrera celta le ofrece. - ¿Qué es? – Pregunta antes de darle un corto y rápido trago a la bebida. No sabía lo que era, pero fuerte lo era un rato y dudaba de que fuera solamente alcohol… Su cara es el más puro reflejo de sorpresa genuina al ver el abrazo que la mariposa da a Dmitri, que recién se ha presentado y a quién no puede evitar mirar de vez en cuando. Cuan extraña se le antojaba la situación presente. Da un trago largo a la bebida para no tener la cabeza tan despejada. Inexplicablemente se siente en segundo plano de la escena y no le importa…

Al oír los silbidos, se vuelve en su dirección, escucha atenta bebiéndose la bebida como si de agua se tratara. Observa como Dmitri se sube a la mesa en la que ya se encuentran Eddy, Garfio y Batman. Un grupito variopinto donde los haya. Y dispuestos a desnudarse los unos a otros. La verdad es que el corsé le empezaba a apretar y realmente estaba acalorada… En un rápido movimiento se termina la bebida de un trago. Desvía su mirada a Jane pensando en subirla allí con ella y jugar un rato con ella… Cuando terminan alcanza la daga que Peter le lanza y sonríe pícara en respuesta, mientras se la coloca encima de la falda. Por ahora con la daga se conformaba pero no le duraría mucho… Aunque no se le había pasado por alto cierto detalle del ruso… Pero ahora no estaba como para pensar en él, sino al contrario.

Otro strip-tease protagonizado por Catwoman y una Dama Veneciana da comienzo… y acaba. La Dama tenía un cuerpo bonito y tal… pero no era su estilo, las rubias no le van, y Catwoman era simplemente una niña.

Vuelve a posar la vista en Jane y sus miradas se cruzan, le devuelve la mirada con una sonrisa atrevida y asiente con la cabeza a la vez que la toma de la mano y sube tras ella a la mesa. Suelta una suave risa cuando la música empieza.

Se deja apretar contra Jane, mientras que empieza moviendo el cuerpo al ritmo de la música, movimientos sensuales que evolucionan a secos, que no bastos, vaivenes de las caderas. Deja que la acaricie mientras se pega más a su mano con movimientos serpenteantes. Se muerde el labio al sentir los mordiscos y como la aparta. Era su turno.

Con una sonrisa ladeada mira como se mueve hasta que queda detrás suyo, le da media vuelta, poniéndola cara al público. Desde detrás, le toma el pelo y de un suave tirón le echa la cabeza atrás, dándole pleno acceso a su cuello que lame desde el cuello y toda la mandíbula para terminar dándole un pequeño mordisco en el mentón. Sus brazos aparecen por su cintura acariciándola mientras estas van subiendo hacia sus pechos. Los acaricia suavemente por encima de las tiras que hacen de top. Es entonces que al ritmo de la música se va acuclillando por detrás, no sin antes haberle separado las piernas. Sus manos bajan acariciantes por su cadera y sus muslos, pasando una de sus manos entre las piernas para seguir acariciando el muslo. Con un felino movimiento pasa por entre sus piernas, quedando delante suya arrodillada, se vuelve de espaldas al público y con un ágil salto está en pie, lanzándose a por sus labios, acabando su turno con un tórrido beso, consecuencia de los strip-tease anteriores y de sus caricias.

**Jane C. Jaffe** Dom Sep 27, 2009 11:13 pm

Jadeante, coge a Dita por el escote del corsé, y en un movimiento un tanto brusco la atrae de nuevo hacia sí, y poniéndose de perfil desliza sus manos hasta su vientre, y mientras se mueve sensualmente, también hace que ella se mueva, bajando las dos en movimientos sexuales y atrevidos, mientras sus labios se abren para dejar paso al aire que tanto necesitaba en esos momentos de sensualidad.

El ritmo salvaje la posee y cuando suben de nuevo, vuelve a realizar los anteriores movimientos que antes para deslizarse por su lateral, esta vez por el lado del público, y mientras se vuelve a acercar a ella, su mano se cuela por dentro de su falda y le acaricia el muslo, mientras con su mirada busca ago interesante por ahí cerca, que no duda en pedir al camarero. Cuando tiene la botella de abstenta en la mano, en un rápido movimiento la abre, dando un largo trago. Sube su mano hasta su espalda, y da un leve tirón de los cordones, suavizando la presión del corsé con una sonrisa, y cogiéndola del brazo, le hace girarse para mirarla. Con la botella en la mano, un par de gotas caen por el cuello y el escote de la chica, que Jane no duda en lamer con su lengua. Baja un poco el corsé, dejando peligrosamente los pechos de Dita medianamente expuestos, y sigue bajando su lengua hasta encontrarse con la tela de su ropa.

Cuando la chica sigue bajando, acariciando con sus manos el cuerpo de la chica, lo hace también con la falda de Dita, dejándola en ropa interior, y dejando la falda en el suelo, terminado su turno y mirándola desde abajo.

**Sylvia D. O'Donnell** Dom Sep 27, 2009 11:22 pm

De una puntada de pie en todo el culo termina de apartar al baboso del lugar, bebiéndose de un trago todo lo que quedaba en su vaso. Tira éste por el suelo, dándole una larga y profunda calada a su porro. Ay, ya empieza a sentir como el efecto del alcohol y las drogas de apoderan de ella. Al fin ha llegado la hora de darle marcha al asunto, porque por lo que parece todos los demás andan más muermos que un viejo

Cuando llega a sus orejas algo de "streaptease" se le termina de activar esa parte del cerebro que casi nunca parece presente pero que por razones que solamente ella sabe mantiene oculta al mundo, menos cuando va algo más que alegre. Vuelve a darle otra calada a su porro, aprovechando que ésta será la última para lanzarlo al suelo y pisotearlo con la suela de una de las suelas de sus zapatos.

-Ha llegado la hora de enseñar lo que es bueno, nenas -aparta de un empujón a cuatro espabilados que se han metido entre ella y su camino. Dedica una negativa a las dos chicas que ya se encuentran sobre el improvisado escenario, esperando a que bajen para mirarlas con toda su mala hostia bien reflejada en el rostro.- ¿A éso lo llamáis bailar? Mirad y aprended, asquerosas pijas.

Y dicho ésto sube, empezando a moverse al ritmo de una nueva canción que empieza a sonar justo en ése instante. Mira en dirección al "público", casi todos, por no decir todos, una tropa de musculitos babosos que solamente con ver a una tía en paños menores ya se desmayan de la emoción, guiñándole el ojo a uno de los de la primera fila que la mira al más puro estilo babosa-humana.

Se empieza a mover al ritmo de la música, quitándose el sombrero con una mano y lanzándolo por los aires. No sabe donde cae, aunque tampoco le importa mucho, ahora mismo solamente está centrada en lo que está haciendo: dejarse llevar. Inclina la cabeza hacia el frente, volviéndola hacia atrás para así agitar su rubia melena y liberarla del estirado moño que se había hecho antes.

Ladea la cabeza para apartarse los cabellos, pasándose una mano por éstos antes de bajarla hacia la cremallera de la chaqueta de piel. Sus estrechos pantalones de cuero marcan a la perfección cada una de sus curvas, volviendo a la asocial del barrio en una de las figuras más atrayentes de la fiesta. Empieza a bajarse la cremallera al ritmo de la música, dejando entrever el sujetador que lleva debajo, ¿o acaso creías que llevaba una camiseta? Bien equivocados estabáis, bien equivocados.

Y, finalmente, se quita la chaqueta del todo y la deja caer a su lado, de manera que nadie pueda cogerla y la deje en paños menores durante toda la noche. Justo cuando el fin de la canción se acerca el baboso al que anteriormente le ha dedicado un guiño se sobre sobre el escenario. Como no podría ser de otra forma ella se le acerca, moviéndose al igual que antes entorno a él y finalizando su parte de la actuación con un enérgico y fiero beso.

Cuando todo termina recoge su chaqueta y con el baboso siguiéndola se baja. Se pone bien la chaqueta, subiéndose la cremallera hasta donde le parece justo y se acerca a las chicas de su grupo. Como parece ser que el baboso no comprende que su parte ha terminado ya se le acerca y, aunque parece que va a hacer otra cosa, le arrea un porrazo en sus partes nobles y un puñetazo en toda la nariz.

Pobre idiota, no sabe lo que es meterse en el camino de Sylvia...

**Axel Welles** Dom Sep 27, 2009 11:27 pm

Observa el espectáculo que se está montando delante de sus narices, primero Eddy metiéndole la lengua hasta la campanilla al Capitán Garfio, acabando en un striptease. Luego van subiendo Batman y Catwoman con sus respectivas parejas, reconociendo al mastodonte rubio entre ellos, y suelta una sonora carcajada al parecer un pase de modelos porno de DC Cómics. Se quita una lágrima que le caía por la mejilla de la risa que le producía el espectáculo y es cuando ve a Pocahontas y a William Wallace versión mujer. Entrecierra los ojos en un intento de reconocerlas y los abre de golpe cuando lo hace, desencajando su rostro en una mueca de sorpresa, algo divertida par quien la viese, idetificando a Dita y Jane.

-Joder... esto parece una fiesta de hormonas...-Comenta en voz alta, aunque realmente quisiera que permaneciese en su mente. Se gira hacia Hood, sonrojándose más de nuevo, haciendo que esta vez el rubor se distinguiese aún más entre el maquillaje blanco de su rostro, y se muerde el labio inferior desviando la mirada.- No creo que sea así... tampoco es para tanto que sepa coser...-Sonríe, mirándole de nuevo, y dándo un trago al calimocho, quitándole el vaso a la chica.

-Bah... no me cuesta nada invitarte...-Le ofrece de nuevo el vaso a la chica y es entonces cuando se fija en la cascada dorada que le cae por los hombros, dándole un toque mucho más sexy junto con el disfraz, y ahora sí su rostro vuelve a mostrar el rubor de un niño al que le hubiesen pillado robando un caramelo. Se aclara la voz, disimulando un poco y asiente, centrándose en el tema.

-Sí, es mío. La receta técnicamente no es mía, yo dí la idea y fuí el primero que lo probó... el conejillo de Indias vamos... -Sonríe ampliamente, al ver que a la chica le ha gustado y saca la bolsita que se había guardado, ofreciéndole la poca cantidad que quedaba.- ...pero sí, es mío. Toma quedatelo, tengo más encima.-Dice dando una calada a su ya casi consumido cigarrillo.

**Dafnée Moreau** Dom Sep 27, 2009 11:45 pm

[FDR: En vista de que el rol de Dita y Jane se queda estancado hasta mañana, seguimos Daf y Epi y ellas que mañana quoteen su último mensaje y terminen. Wink

]

Mientras que el sector femenino se había transformado en un auténtico mar de hormonas de chillón oleaje, unas golpeándose y otras empujándose por tocar a aquellos encarnados dioses griegos, ella había permanecido silenciosa junto a Epiphany, las piernas recogidas y juntas mientras sus dedos jugueteaban con el canello rojizo de la princesita haciéndole una trenza. Sin embargo su mirada en apariencia serena no dejaba de vagar por aquel curioso elenco de personajes de cuento: el caballero negro de la capa, el príncipe oscuro, Peter y el capitán Garfio. Sus ojos relucían como los de una niña entre risas divertidas al ver lo que para otros resultaría una decadencia fruto del alcohol en una realidad humana muy cierta, y en un momento dado se alza para cazar al vuelo el sombrero del mago negro cuando se lo obsequia, embotándoselo en la cabeza delicadamente con una tierna y enigmática sonrisa de agradecimiento. Ella, en cambio, no ve decadencia, sino que alaba el intercambio oscuro de Peter y Garfio, viendo en esa orgía sangrienta alguna especie de magia mística, la que sabe que posee su maestro en la oscuridad; y entorna los ojos también al obserbar el mapa de melladuras recorriendo el cuerpo musculado del príncipe, quedándose, en contraste con las mujeres que gritan y se remueven, totalmente quieta y con la vista prendada de su imagen como de alguna melancólica obra prerrafaelista.

Y, cuando acaban ellas y las chicas, cuya belleza también alaba de principio a fin como si asistiera a un circo de artistas y no a un streaptease de barra, se une con una tenue sonrisa al estallido de aplausos hasta que nota algo curioso: muchas miradas se detienen ahora en ellas, en el hada ígnea y la mariposa celeste. Parpadea y detiene los aplausos mirando cada rostro casi con ingenuidad, encogiendo los hombros como repentinamente frágil y temerosa de posibles miradas de lujuria o bestias ocultas dispuestas a mancillarla; eso aviva de forma dolorosa la tormenta interior siempre bien oculta... pero recuerda, entonces, que ahí no está sola: tiene la protección de su caballero, del oscuro príncipe y del nigromante, y con una repentina seguridad coge un vaso de vodka en el suelo, a su lado, y encogiéndose de hombros lo sostiene con las dos manos y le da un largo trago. Luego se pasa el dorso de la mano por los labios, recogiendo con los dedos las gotitas de alcohol que resbalan por la comisura, y dejando con Dita a la pequeña Lizzy (a la que ahora le embota el sombrero del mago hasta taparle los ojos) coge las dos manos de Epiphany con suavidad.

- Es el precio a pagar por tener alas, dulce mariposa - susurra con tono arruyante, consiguiendo darle a su sonrisa un aire melancólico y a la vez travieso. Se incorpora lentamente, sin dejar de mirarla y arrastrándola a ella en el proceso. El alcohol ha intensificado la rojez de sus labios y sus mejillas, y el brillo acentuado de sus pupilas le confiere un aire más bello de lo normal - Y por gozar de la magia de las hadas... el mundo es cruel y los cortesanos aquí presente desean emprender el vuelo con nosotras. Quizá podamos aliviar la carga con nuestra danza...

Baja la cabeza casi como una niña pícara y, entonces, al obtener su afirmación, se desliza con ella sin soltarle la mano y se abre camino como dos estelas de fuego y agua hasta el DJ, que parece fascinado por la presencia de la ingenua mariposa y el hada que hace tintinear los cascabeles de su cabello rojo. A él se acerca, apoyando las manos en la mesa y arqueando la espalda cuando se inclina para susurrarle algo en el oido... el DJ parece patidifuso al principio, pero luego asiente y comienza a trastear las canciones. Dafnée se aleja con Epi hasta la barra y, con los movimientos delicados de una muñeca poco acostumbrada a andar , apoya una rodilla y luego otra, subiendo y quedándose de rodillas para ayudar a subir a Epi al escenario. Mira al techo y tuerce los labios dándoles unos toquecitos con el índice, al parecer ajena a los gritos masculinos de la concurrencia y esperando algo... es entonces cuando comienza a sonar la canción, y como un fantasma etéreo de rubí se incorpora grácilmente, ofreciéndole la mano a su compañera.

**Epiphany J. Murray** Dom Sep 27, 2009 11:50 pm

Lejos de deshormonarse y chillar barbaridades como hacen la mayoría de chicas de la fiesta al ver a esos cuatro hombres, con sus diferencias y similitudes, ayudándose mutuamente a enseñar sus cuerpos en todo su esplendor, ella también ha permanecido sentada, con una pierna cruzada sobre la otra, junto a Dafnée, su compañera de vuelos a mundos de fantasías, y junto a Lizzy, a la que ha decidido regalarle su antifaz azul, por si Wendy decide jugar a esconder su rostro de niña dulce.

Pese a todo, había estado observando el espectáculo y, gracias a la mezcla de sustancias, no podía evitar reír como una niña pequeña que ve una película de Disney y no un show torrido que raya lo pornográfico, como si los cuatro personajes fuesen mágicos aunque, en su interior, para quien realmente tuviese ojos fuese para Peter, pero exteriormente esto no se nota en absoluto puesto que les observa todos por igual.

Ríe divertida cuando le es lanzado el sombrero de Peter Pan, colocándoselo ladeado y sin importarle que desentone con el resto de su disfraz, simplemente sonriendo alegremente y aplaudiendo a los cuatro, antes de lanzarle una mirada directa y cálida a Eddy, con una amplia sonrisa alegre a modo de agradecimiento por el premio recibido. Por suerte, ir colocada hace que no se de cuenta de las miradas de este hacia Dita y del tinte de sus palabras, luego su felicidad sigue sin empañarse en ningun momento.

Con la misma atención, observa el baile el de Michael Jackson versión chica, el de la Princesa Veneciana y Catwoman, y el de Tigrilla con la Guerrera Celta, curiosas combinaciones que para ella son como las de los artistas de un mágico circo, y a todas las aplaude cómo es debido, vitoreando a las chicas una vez regresan a su lado. Viendo que Lizzy ya no se queda sola una vez han vuelto, y tras las miradas que se posan en ella y en Daf, asiente cuando le toma las manos, dejando su sombrero de Peter Pan al cuidado de Jane.

-Pues paguémoslo deleitándoles con nuestro vuelo, Hada Aurea -Dice, dejándose arrastrar por ella- y dejemos que la música mueva nuestras almas -Añade ilusionada mientras la sigue hasta el DJ que, pese a parecer sorprendido, acepta finalmente lo que le piden.

Sigue a su compañera hasta el escenario, subiendo gracias a su ayuda de forma ágil, quedando sentada en el borde de la barra hasta que finalmente, una melodía que desentona con el momento, el lugar y lo que van a hacer, comienza a sonar. Acepta, una vez más, la mano de Dafnée, incorporándose y dando unos pasos hacia atrás para, con el brazo alargado y estirado, seguir sosteniéndola, invitándola a que comience.

**Dafnée Moreau** Dom Sep 27, 2009 11:56 pm

La música parece envolverlas a ambas como un viento misterioso impregnando de magia a aquellas dos jóvenes dríadas, como si en cualquier momento fueran a esfumarse como efímeros rayos de luna o a transformarse en hermosas flores. Dafnée no aparta los ojos de ella cuando se incorpora, sosteniéndole aún las manos y cerrando un instante los ojos con un repentino temblor que incrementa la rojez de sus mejillas. La música vibra en ella, el hechizo se obra, la magia se extiende a los presentes como una envolvente manta.

Entonces su níveo cuerpo se mueve al ritmo de la música con sutiles pasos, ladeos de cabeza, gestos de sus brazos y piernas cuando se sitúa tras Epi y se arrodilla parsimoniosamente en el suelo, moviéndose como una brizna de hierba al compás del viento crepuscular que compone la canción. Sus manos se deslizan por los brazos de la joven y su espalda de forma estremecedora, delineando sus curvas y tanteando las cuerdas del corsé... sus gestos, quién sabe cómo y por qué, no resultan en absoluto lujuriosos, sino los de una artista perfilando una bella obra de arte digna de ser prodigada con caricias; y aun así, la sensualidad se manifiesta como fiel amante en todos y cada uno de sus gestos, a un tiempo hermosos, a otro ambiguos y traviesos como los de un felino de blanco pelaje, la misma picardía infantil con la que empieza a desatar las cintas del corsé lentamente y sin prisa, ascendiendo suavemente por su espalda para, en un momento dado, depositar un suave beso en su espalda. La fantasía de cualquier hombre, pensarían muchos, aunque el gesto parece haberle salido del corazón.

Y mientras el corsé va liberándose lentamente de sus ataduras sus manos descienden hasta tantear la apertura, mucho más sencilla, de la falda cancán, tanteando los elásticos hasta dejar que la prenda ceda y caiga lentamente, revelando las torneadas y bellas piernas de Epiphany. En todo momento danza con la melodía como si sus alas realmente la hicieran bolar, convirtiendo aquello en un velado y misterioso ballet en el que hada y mariposa se transforman en auténticos cisnes. Se sitúa así frente a ella acariciando su vientre y, en el proceso, acercando un bol de fresas que alguien había dejado allí para la fiesta. Se incorpora cogiendo una y mordisqueándola, enrojeciendo más si cabe sus labios para luego ofrecérsela a Epiphany, entre sonrisas cómplices. Como un intercambio sin rastro de lascivia: solo ternura, belleza y encantamiento, mientras espera a que ahora sea ella quien prosiga con el inexplicable ritual.

**Epiphany J. Murray** Dom Sep 27, 2009 11:59 pm

Dejando que el a su parecer más noble de los artes invada su ser por entero en cada acorde, de forma que toda ella toma un aspecto irreal que hace que se asemeje más a un ser fantástico como el del disfraz que lleva que a la niña que es en realidad y, viendo a Dafnée en la misma situación, Epiphany sostiene la mirada de esta con sus dos lunas celestiales fijas en ella, contagiándose de la rojez de sus mejillas pese a que no pueda percatarse.

Ella no es consciente de que esa magia se va expandiendo a todos los que las rodean, ocupada en sentirla mientras sigue sujetando las manos de su pareja de baile, moviéndose como en un ballet y no en lo que se supone que es lo que hacen, de forma grácil, casi flotando a cada paso de baile que da, como si en vez de danzar con sus piernas las alas que lleva a la espalda hubiesen sido encantadas y le permitiesen moverse con vida propia.

Estira ambos brazos hacia atrás, tomando el rostro de Campanilla cuando esta se arrodilla a su espalda y acariciando su cabello, mientras le van siendo desatadas las cuerdas del corsé dejando su espalda de nieve marcada por el vuelo de una mariposa entre flores al descubierto, que arquea instintivamente mientras, tras enredar entre sus dedos durante largo rato los mechones rojizos del hada como llamas de fuego desatadas haciendo sonar los cascabeles como un añadido a la melodía, lleva los brazos frente a su busto, sujetándose el corsé desatado como si quisiese retardar el momento en el que pudiesen deleitarse con la imagen de sus senos desnudos alzándose hacia delante gracias al arco artístico que, al estirar su espalda más tras el beso recibido, ha cobrado su cuerpo, dándole la apariencia de una pequeña escultura de mármol o cristal.

Sus piernas son liberadas de la falda y, gracilmente, pega un saltito cuando esta queda a sus pies, como los de las bailarinas de los ballet clásicos, haciéndola así a un lado y dejando sus piernas, largas pese a su corta estatura, al descubierto, a excepción del pequeño culotte blanco de encaje que apenas llega a tapar el comienzo de sus muslos, y esas piernas son las que hace que dance, evidenciando así aún más lo delicado y bello de las mismas mientras gira al son de Dafnée.

Es entonces, cuando el Hada queda en frente suyo, que las manos de la Mariposa sueltan finalmente el corsé antes de lanzárselo a Edward como recordatorio de la noche en la que lo conoció, mirándole momentaneamente con sus dos luceros fijos en sus irises electrizantes y sonriendo dulcemente:
-Para que no caigan según que cosas en el olvido, Peter Pan… -Dice al tirárselo, sin apartar en ese momento la mirada hechizante que clava en él ni borrar la sonrisa de sus labios sedosos durante unos cuantos segundos. De este modo, se queda, por tanto, dada la falta de prenda de ropa interior superior, desnuda de cintura para arriba salvo por las alas que continúan decorando su espalda.

Se lleva momentaneamente las manos al cabello, liberándolo de la diadema azul, y lanzándosela a Axel, puesto que en aquel momento, colocada, cree que podra transmitirle la insipración que siente en aquellos momentos para que le ayude con su creación de música, como una musa griega que lanza su corona al mortal al quiere dotar de un don para las artes:
-Aquí teneis, una tiara de musa para inspirar al virtuoso en la música… -Explica al chico, guiñándole un ojo amistosa y cálidamente.

Tras eso vuelve a fijar su mirada celeste en Campanilla y, mientras la susodicha hadita acaricia su vientre liso, ella lleva las manos a los hombros de esta, delineándolos con las yemas de los dedos suavemente, como si fuesen un lienzo sobre el que dibujar formas que superan las concebibles para la mente humana, solo para las dos féericas criaturas convertidas en los cisnes de la mágica danza que está teniendo lugar en el escenario más inesperado.

Las sonrisas de complicidad entre ambas mientras ninguna aparta los ojos de la otra, en ambos casos brillantes, como luceros, que se compenetran en un reflejo de la unión de sus almas, movido cada gesto por la ternura y, sin embargo, para el público, resultando totalmente erótico y sensual en lo sutil y sublime. Y, mientras Daf se lleva el fruto a los labios, Epi acerca los suyos al cuello de ella, depositando besos dulces en lo que sus manos han descendido hacia su nuca, bajando en lentas caricias hasta el comienzo de las tiras del corsé.

Y, al mismo tiempo que sus dedos, como si estuviesen desentramando el más frágil y artístico de los enredos, desatan el corsé de la joven, alza el rostro hacia la fresa ofrecida, que toma entre sus dientes deleitándose con el dulce sabor de la misma y relamiéndose los rojizos labios. Otro giro danzarín y queda a la espalda de Dafnée, terminando de desatar los lazos y, llevando las manos en caricias de la espalda a los costados, metiéndose por dentro de la parte delantera del corsé para empujarlo y hacerlo caer a sus pies.

Busca una de sus manos y la toma, haciéndola girar como la bailarina que es para volver a tenerla de frente y es entonces cuando, tomando un par de fresas del bol, las deposita una a cada lado de los elásticos de la falda, antes de arrodillarse frente a ella y comenzar ascendiendo con la punta de sus dedos por las piernas, acariciándolas sobre las medias, que decide no quitar, mientras reparte besos cariñosos, infantiles, por todo el vientre de la chica antes de ir primero a un lado de su cadera, recoger la fresa sujeta en el elástico con los dientes y haciéndola descender con estos a la altura de los muslos por ese lado. Repite el gesto con el otro lado de la cadera y, en ese momento, sus manos, que ya han alcanzado ambos lados por debajo de la falda, la hacen descender.

Se incorpora con otro movimiento danzante, quedando frente a ella y la toma de las manos, para hacerlas girar de nuevo siguiendo al ballet como si las moviesen las alas que aún llevan ambas.

**Dafnée Moreau** Lun Sep 28, 2009 12:06 am

Ella misma sonríe con dulzura cuando sus ojos observan las piernas de Epiphany, libres de la tela. Para ella, no precisamente amiga íntima del pudor, la desnudez que va siendo desvelada lentamente, como una auténtica mariposa despojada de fragmentos de crisálida, es algo hermoso. La forma con la que sus manos acarician sus muslos y sus caderas sobre el culote, tanteando el tacto sedoso de su piel, es hermoso, algo que merece ser contemplado por ojos que jamás la mancillarían. Mirándola con ternura, como una hermana miraría a otra, la ayuda a deshacerse poco a poco del corsé convirtiendo cada gesto, cada lento movimiento destinado a revelar sus senos, en un rito sagrado en el que la femineidad cobra forma de hechizo. Se incorpora pegándose a ella y tanteando con delicadeza sus pechos, casi con la inocencia de una niña que descubre algo nuevo. No hay deseo carnal en sus ojos, solo la mirada de una poetisa capaz de desgranar acordes y palabras bellas de cada porción de piel que tantea.

Y los besos de Epiphany en su cuello la estremecen consiguiendo hacer que cierre los ojos, y abrazando sus pequeños hombros casi con fragilidad. Es un temblor emocional causado por la magia del momento, por la capacidad que aquellas dos ninfas de aspecto infantil poseen para conectar sus almas y volar hacia ese País de las Maravillas antes prometido, trascendiendo ese hechizo al público que las rodea. Desciende los nudillos por la perlina piel de sus brazos mientras ella coge las fresas, desembocando sus manos en las de ella y entrelazándolas suavemente, para alzarlas en forma de cruz. Y mientras lo hace, sin prisa y con parsimonia, no se da cuenta de que gira con ella en un baile en el que se han transformado en auténticos elementales de fuego y agua, complementadas al son de la música.

Nota las vestiduras de su corsé ceder y se siente liberada por momentos, notando en aquel nuevo encantamiento cómo la liberación de la ropa es algo más que dejar al descubierto su suave piel de curvas como montañas nevadas. Su alma se libera y se extiende para experimentar lo que no existe en el mundo. Los hilos del cántico se entrelazan con la urdimbre del mundo y, junto a ella, siente que es una con el mundo. Así, dejar al descubierto sus blancos pechos y sus braguitas blancas de encaje con un corazón de vida estampado en ellas, además de las medias de rayas, le parece un acto mejor que asfixiarse entre vestiduras.

Cuando la falda cede entreabre los ojos como saliendo a medias del hechizo. Tiembla ligeramente y clava su mirada en la de ella, clara como un mar azull; encoge los hombros y ladea la cabeza, estremecida su sensible piel por el contraste de calor y la brisa de viento que se cuela por la ventana del ático, y mientras lo hace sonríe como un animal incandescente en cautividad y entrelaza los dedos en su negro cabello para acariciarlo suavemente. Después sus tiernas mejillas de niña y su nariz respingona, a la que le da un toquecito cariñoso mientras la vuelve a coger de las manos para ayudarla a subir; y en ese solo gesto, las alas de ambas vibran, pareciendo realmente que van a emprender el vuelo hacia el amanecer.

Una vez rostro contra rostro, tantea con las yemas de los dedos los labios de Epi y la fresa que ella aún tiene entre los dientes. Con una dulce sonrisa, no duda en acercar los labios a los suyos y morder la fresa, para fundirse luego en un profundo, lento y acariciante beso, en el que acaricia su rostro y aferra su pequeña cintura. Incluso ese gesto queda misteriosamente ingenuo, siendo un acto puro y no algo fruto de la decadencia humana. Cuando se separan vienen los vítores de la gente, pero ella no los escucha. Solo tiene ojos para tres personas en aquella marabunta de gritos lujuriosos; lujuria de la que, bajo la magia del embrujo, aún no se ha percatado... Sin soltar la mano de Epiphany, queda de rodillas sobre la barra instándola a hacer lo mismo. Luego coge un cuchillo cercano, que alguien habrá dejado ahí para la comida, y sin dudar se corte con destreza y habilidad un ondulante mechón rojo plagado de hojas y cascabeles. Trastea hábilmente, solo durante poco menos que un minuto, para atar cada brizna del cabello en torno a tres objetos de su atuendo: la varita, el corsé (junto a las ataduras) y la gargantilla que simula enredaderas del bosque. Besa los tres objetos con suavidad antes de lanzárselos, uno a uno, al caballero (el corsé), el príncipe oscuro (la gargantilla) y la varita (el nigromante), susurrando suavemente:

- Un obsequio para mis protectores...

Sean o no protectores, el hecho es que ahora les mira a los tres con amor, con un titilante velo de amor implícito. Demasiado amor que contener y necesidad de derrocharlo. Vuelve a mirar a Epi acentuando la sonrisa... aunque, de repente, los gritos y miradas lujuriosas del sector masculino comienzan a quebrar lentamente la burbuja y ella pierde la sonrisa, repentinamente desorientada y tensa cuando empieza a mirarles. Se siente de repente un suculento almuerzo. Lo que ha hecho, para ella, es algo sacro, pero había olvidado peligrosamente la maldad del mundo real...

**Epiphany J. Murray** Lun Sep 28, 2009 12:12 am

Deja que Dafnée acaricie sus mechones de ébano, haciendo ella lo propio con los cabellos de fuego de esta, sonriendo infantilmente cuando son acariciadas sus mejillas en lo que ella descende a delinear su nuca con los dedos y arrugando la naricilla cuando recibe los toques, poniéndose de puntillas y dándole un tierno beso en la frente a Campanilla mientras, en efecto, las alas de ambas vibran como si estuviesen a punto de salir volando lejos de la gente que les rodea tras haberles hechizado.

Pegados ambos rostros, cierra los ojos cuando la nota morder el fruto prohibido que sus labios de seda sostienen, y corresponde al beso, no con lujuria ni con deseo, sino de forma dulce, como es ella, tierna… Aunque, tan lenta y acaricianete que no deja de ser infinitamente sensual, como todo el baile, cargado de erotismo y magia.

Epiphany no suelta tampoco con su manita la de Dafnée sino que se arrodilla a su lado, dejándola mostrar su gratitud a quien lo desee como ella ha hecho antes, y corresponde después a su mirada pero, al mismo tiempo que en su caso, el hechizo se rompe ante los vitores, piropos oscenos, y gritos del público masculino, devolviéndlas a ambas a la realidad.

Solo entonces su cerebro reacciona, dándose cuenta de lo que acaba de hacer y de lo que se amontona bajo sus pies. Asustada, se abraza a Campanilla, temblando de nuevo como un cervatillo asustado, mientras que sus alas se agitan sin, obviamente, levantarla para que ambas salgan volando de allí. Ella también había dejado la maldad en el olvido, y, sintiéndose carne de lujuria, el miedo que se ha adueñado de su ser asciende mientras se aferra con más fuerza a Daf.

Un grupo de los espectadores, cuatro en concreto, de los que más colocados iban, suben de golpe y porrazo a la barra, separándolas en lo que ellas se aferraban para evitar precisamente eso, y las bajan. Chilla e intenta zafarse de los dos que la sujetan, escuchando como una de sus manos se rasgan y notando las manos tocar sin delicadeza alguna su cuerpo mientras sus ojos ven con horror como otros dos le hacen lo mismo a su ahora amiga y estira los brazos hacia ella, en vano.

**Dafnée Moreau** Lun Sep 28, 2009 12:23 am

Las miradas lascivas de aquellos flamélicos lobos hambrientos destrozan en agónicas y lentas dentelladas la burbuja mágica por ellas creadas, y como haciéndose eco de esa sensación la música de los cisnes llega a su fin. La hermosa melodía cesa y ya no es capaz de tapar las risas, los gruñidos y los comentarios obscenos de aquellos que las rodean, acercándose, tanteando la barra como si quisieran devorarlas.

Ella no se arrepiente de su danza... solo lamenta haber olvidado que la mente de los depredadores habitantes de aquel mundo real no ven la magia del baile, sino carne que mordisquear y esencias que destruír con una posesión salvaje. Sin mudar su aturdimiento, el hada ígnea les observa, simulando bien que ahora su corazón se ha acelerado y el miedo atenaza cada fibra de su ser. Instintivamente no se protege a sí misma, sino que abraza entre sus brazos a la temblorosa Epiphany; puede que ella haya actuado movida por las sustancias de su cuerpo, pero ella no lo ha visto así... ha visto a una bella y grácil mariposa que merece ser libre y volar. Y aquellos lobos solo quieren degustarla... ignorando su propio terror, la estrecha con vuerza en el abrazo, sintiéndose repentinamente vulnerable ante su desnudez pese a que no está acostumbrada a esa sensación.

- Bailáis muy bien - dice una voz, no quiere saber cuál, entre las risotadas de sus compañeros - Pero nosotros queremos algo más, ¿verdad, chicos? - las voces las corean, y una mano se cuela entre las alas de Dafnée rozando lascivamente su piel. Inconscientemente la aparta de un manotazo y se gira, mostrando sus ojos una repentina tormenta invernal generalmente atada. Pero ahora amenaza con desatarse... y esa batalla interna la hace temblar - ¡Eh, mirad! Pobrecita... ¡está temblando! - más risotadas. Ella siente que la nausea se apodera de su garganta y las siluetas disfrazadas son sombras de colmillos babeantes - Pues vamos a darles calor...

Todo ocurre muy deprisa... cuatro de ellos se adelantan, dos fuertes manos la separan de Epiphany y en ese instante teme más por ella que por sí misma, porque alguien mancille sus inocentes ojos azules. Sin embargo, cuando la acorralan contra la pared, con tal violencia que un gemido de dolor escapa de su espalda, es su propio pánico la que la envuelve... y una locura revelada. El delirio impregna sus ojos cuando, temblando ahora violentamente como una hoja a punto de ser quebrada, se abraza a sí misma ovillándose como puede. Risas, risas y más risas, comentarios obscenos, susurros nocivos en su cuello, manos horadando su cabello... sus ojos se llenan de lágrimas y le llega el lejano eco de un "pobrecilla, que está llorando, joder! Tenemos que hacerla sentir bien. Las manos de aquellos dos se clavan con facilidad en sus pequeños y níveos brazos, lentamente consiguiendo que deje de ovillarse para profanar su cuello con babosos besos y sus senos con pellizcos y caricias crueles. Ella mira al techo. No hay salvador. Como entonces. Su mirada no vaga en el presente, sino años atrás... y las heridas de un delirio creciente amenazan con extenderse como las aguas de un río desbocado.

**Caín L. Ibsen** Lun Sep 28, 2009 12:29 am

Recoge su abrigo y, tras colocárselo, se gira hacia su compañero de Streptease al escuchar lo que le dice, encogiéndose de hombros
-Caín Lancelot Ibsen, mago, nigromante y ladrón de mentes a tiempo parcial -Se presenta medio en serio, medio satíricamente- Un placer -Añade, pese a no saber aún su nombre- Parece que hemos animado esto de verdad… -Comenta cuando ve subir a las siguientes.

Así, observa el baile que se marcan la Princesa y Catwoman seguido del que conceden la Guerrera Celta, que le halaga ver que lleva el Garfio, y Tigrilla-Blancanieves. Es obvio que no es de piedra y que su exitación va por momentos, como se encarga en comentar al oído de Edward:
-Creo que después de esto… Tendré que bañarme en el lago cuando más baja esté la temperatura del agua en el día de mañana -Dice, sin dejar de observar.

Pero cuando llega el momento en el que su Ninfa de la Luz y aquella desconocida mariposa suben al escenario la cosa cambia y el deseo meramente morboso y superficial se ve sustituido por uno diferente, como si fuese víctima de un hechizo, algo profundo como lo que sintió con ella en el cementerio… No puede apartar los ojos del Hada en ninguno de sus movimientos, es incapaz de librarse del embrujo que ejerce sobre ella en esa danza que, sin ser lasciva o lujuriosa como las anteriores, le resulta increiblemente sensual, enigmática y atrayente.

Toma con orgullo el regalo que le es dado, guardándoselo en una bota y, cuando está apunto de acercarse a Dafnée para felicitarla por un espectáculo digno de ser admirado por el propio Tchaikovsky, ve como un grupo de babosos insulsos se lanzan a por ambas criaturas féericas. Y ver al Hada de la Luz siendo mancillada de ese modo es algo que activa automáticamente sus instintos más oscuros.

Rápidamente se encamina hacia la pared donde ve que se la han llevado, y mientras anda se agacha en un salto, saca de su otra bota dos shurikens y, al incorporarse, lanza uno a cada uno de los que acosan a Campanilla, dándoles en la nuca:
-Yo sí sé hacéroslo pasar bien a vosotros -Espeta cuando se giran hacia él una vez llamada su atención, pensando que, si nadie le ayuda, le quedan más trucos que sacar...

**Edward Carnby** Lun Sep 28, 2009 12:42 am

Edward Carnby... O Eddy, como prefieras, y sí, eso parece...- Comenta con tono pensativo, cruzado de brazos y en calzoncillos, al ver como la gentese va animando. No pierde detalle del espectáculo de CatWoman y la princesita, así como del de Dita y Jane, no se imaginaba a la primera así...

Peroe se tipo de sorpresas siempre eran bien recibidas. En cambioa la morena sí que se la veía así, pero tal baile no había hecho más que provocar mayor turbación, y al parecer en su compañero igual. Enarca una ceja, ciertamente incrédulo, cuando lo escucha, reallizando un abarcamiento a las chicas:

- ¿ Teniendo todo eso y quieres darte un baño...?. Alguna habrá que te apetezca, no me engañes- Por él... Sí, Tigrilla sería interesante, pero decide no hacerse demasiadas ilusiones...

Y la música repentinamente cambia, y, como esperaba, suben al escenario las dos que menos encajabn en una cto como este y que al mismo tiempo más espectauclo podían dar... Y como siempre su intuición no falla, porque el baile que ofrecen es sumamente sensual a la par que dulce...

Aunque abre los ojos como platos cuando ve que Epi se queda desnuda de cintura para arriba, siendo como es, de Daf no le extraña tanto. Observa el abile embelesado, excepto por alguna mirada de soslayo a Caín, deduciendo cual sería la que podría bajar su temperatura si ella quisiese rápidament,e ya que a EPi ni la mira...

EN cambio él no sabe dónde mirar, vaya... Aplaude cuando acaba y toma los corsés de ambas con una sonrisa, los guardará en algún cajón o los enmarcará... Si es que optan a quedarse así toda la noche. Pero el ambiente se vuelve tenso cuando cuatr gilipollas están dispuestos a estropearlo...

Lo que no se espera es que intenten pasar a más, que es lo que sucede. Observa rabioso como las toquetean, y viendo que Caín toma cartas en el asunto decide ayudar a la mariposa. Apretando el puño con fuerza avanza a grandes zancadas entre la gente hasta situarse cerca, momento en que acelera:

- Hijos de puta...- Musita antes de echar el brazo hacia atrás, no sin ahberle dedicado antes a Axel una mirada de soslayo, que son dos y no lleva ningún arma, asestándole un fortísimo puñetazo en la mandíbula al primero, que le hace trastabillar. Por desgracia el amiguete del que acaba de recibir es rápido y se lo devuelve en todo el labio, notando como su boca se empapa con el sabor de su sangre y trastabillando hacia atrás, esucpiendo un esputo sanguinolento. Cuando recobra la compostura se pone en guardia, totalmente alerta y esperando a ver cual de los dos ataca antes.

**Dmitri Vólkov** Lun Sep 28, 2009 12:46 am

Habia estado bebiendo y disfrutando de los disversos espectaculos que habían dado aquellas tiernas flores, dejando que la coca y el alcohol hicieran el trabajo para adormenecer sus sentidos. Estaba en su propia burbuja disfrutando del espectaculo que estaban dando y aquella chica tan cariñosa cuando ve como una bestías bajan a las dos chicas del escenario.

Tarda unos instantes en reaccionar, hasta que se da cuenta que lo que ocurre es real y no producto de un mal viaje de las drogas. Entonces recibe un golpe de adrenalina y se incorpora cual gran felino. tensando cada uno de los musculos. Actuando por instinto coge una botella y se dirige donde esta el bestia que sugeta a la joven, estampandole la botella en la cabeza con intenición de noquearle.

Por si acaso no ha sido suficiente, le agarra de la camisa por detras y coloca la pierna tras sus piernas y tira de él hacia atrás con la intención de hacerle caer y una vez lo tiene en el suelo patearla con las botas que es lo unico del disfraz que aun lleva puesto. Una vez le ha reventado las costillas se vuelve hacia Dafne.

-¿Estas bien?

**Caín L. Ibsen** Lun Sep 28, 2009 12:54 am

Cuando el Príncipe Oscuro viene a ayudarle a él, el Ángel Caído, y se encarga de uno de los agresores de Dafnée, él decide darle su merecido al otro. Se lleva las manos a su crucifijo invertido arrancándoselo del cuello y tironeando, la parte superior resulta destapar el filo de un puñal que, sin dilación, hunde en el vientre del tío justo antes de recibir una patada en todas las cotillas. El apuñalado se desploma sangrando, pero Caín tiene que mantenerse a duras penas sosteniéndose con una mano dos costillas partidas.

Sin embargo, como un Lucífer que asciende del Hades para rescatar al ángel de luz, su tutelada, recupera el equilibrio porque un maestro no solo enseña al aprendiz, le custodia en los momentos de peligro. Se quita su abrigo, previamente recogido, y, como si fuesen las alas negras del demonio salvador, o el manto del vampiro, lo echa sobre sus hombros y lo deja caer sobre ella, cubriéndola por entero salvo el rostro.

-La gente mundana no estaba preparada para presenciar semejante espectáculo de los dioses -Dice en su oído, mientras, fija sus ojos en Dmtri- Gracias, Lord, por ayudar a un igual en el rescate de una dama. -Le hace una inclinación de cabeza reverencial, mientras frota los hombros de Dafnée por encima de la tela del abrigo.

**Dafnée Moreau** Lun Sep 28, 2009 1:04 am

La fuerza de aquellas bestias hambrientas es demasiado demoledora para alguien como ella. No importa que su mirada muestre un resquicio de hielo invernal; no importa que en ningún momento grite o emita ningún quejido que pueda deleitarles; no importa cuánto intente resistirse: sus fuertes manos mancillan sus brazos apalancándolos en cruz contra la pared, mientras sus besos, lametones y violentos mordiscos siguen horadando su exquisita piel entre jadeos, dejándole marcas rojas. Una de esas veces una mano se cuela entre sus piernas, obligándola a abrirlas y a apretar los labios para reprimir un gemido de dolor que crece al notar como esos sucios dedos horadan en su zona íntima...

Era como volver a estar en brazos de Gerald. O de Él, tiempo atrás... era recordar unos ojos que la miraban de un modo distinto y sentirse mancillada y sucia hasta la nausea... sus ojos se llenan de lágrimas, pero no llega a derramarlas.

Débilmente le llega no el eco de la voz del nigromante, sino un escalofrío que le anuncia con certero fervor su presencia, como si su alma de luz hubiera olido su esencia oscura. Y tiempo después, la ferocidad salvaje del lobo invernal de ojos de quebradizo hielo que se lanza presto a desgarrar la yugular de los demonios. Sin embargo, los recuerdos la retienen demasiado como ser capaz de fijarse en los detalles, o darse cuenta de lo que dicen... solo puede, una vez libre de aquel que la sostenía, resbalar por el suelo y abrazarse las rodillas, enterrando el rostro en ellas a excepción de sus ojos; que, esta vez sí, derraman lágrimas silenciosas que se acompasan a sus convulsiones. Como si tuviera frío, mucho frío.

- Ellos... iban a hacerme suya... pero no lo conseguirían... - dice de modo delirante. La tensión ha liberado su alma de poeta, pero ahora maldecida, herida, con heridas nunca cicatrizadas ahora sangrantes - No podían... mi cuerpo es ceniza... no podrían rozar mi alma. No, otra vez no...

Tiembla ahora de forma más violenta y se tapa los oídos con desesperación, murmurando palabras inintilegibles mientras se mece, vulnerable y frágil. Palabras, poesía, belleza muerta que escapa de su garganta como eco de un alma torturada... la caja de Pandora ha sido abierta, pero solo un resquicio. Solo reacciona levemente cuando siente el envolvente manto del ángel caído, su maestro de sombras, envolverla y acabar en parte con la frialdad de su alma. Se ovilla más bajo su calor, parpadeando para mirarle de forma un tanto ida con sus ojos profundos y ahora anegados en lágrimas, conectando tanto con sus ojos pantanosos como con los de helado glacial del príncipe. Sin embargo, está aún demasiado ida para reaccionar de otro modo.

**Axel Welles** Lun Sep 28, 2009 1:14 am

Sigue a su bola, al lado de la chica Hood, cuando el pequeño espectáculo acaba y todos vuelven a sus quehaceres: unos siguen bebiendo, otros se drogan, y otros tantso siguen intercambiando saliva en un baile casi frenético de lenguas. Se encoge de hombros, la rubia que emulaba a Sir Robin parecía haberse quedado en su mundo donde ella era la forajida y a saber qué hacía con el Sheriff...

Da una clada a su cigarrillo, apurándolo y tirandolo al suelo de la casa, cuando repentinamente llega a sus oídos una melodía que conocíia muy bien. No solo se dedicaba a lo que muchos creían aporrear una guitarra, sino que desde bien pequeño se había empapado de toda clase de música y sin dudarlo, la Clásica no la había dejado a un lado.

Cierra los ojos, respirando lentamente, y dejando que la lenta melodía le llene el alma. Su cuerpo se movía al ritmo de la deliciosa música, mientras imaginaba en su mente una orquesta entera dirigida por el mismísimo Tchaikovsky, y él, al lado del director, tocando su eléctrica y versionando la obra a su manera; haciendo así un deleite para sus propios sentidos. No puede más que al abrir los ojos, imaginar a las dos strippers encarnadas en Odette, bailando para él, el príncipe Sigfrido, ese sensual y acariciante baile. Lo que no sabía es que quien viera una compresa-ninja bailar de esa manera, más que compartir su sentimiento, para lo único que serviría es para provocar un desternillante ataque de risa.

Sale de su trance cuando acaba la melodía y comienza a deshacerse entre vítores y aplausos a Epi y la chica pelirroja, sin fijarse demasiado en que estaban casi completamente desnudas. Coge la diadema al vuelo de un pequeño salto, e inclina su cuerpo como agradecimiento, en un gesto más propio de la época del ballet. Entonces es cuando ve como cuatro malvados Rothbart se dirigen a por las bailarinas, y su mirada se cruza con la de Eddy antes de ver como a este le propinan un puñetazo en la boca y el Capitán Hook saca dos shurikens de su bota y los lanza contra los que atentaban contra la pelirroja.

-Esto... un segundo Robin...-Se gira rápidamente, quitandose el disfraz gracias a una tra de velcro que tenía a un lateral y quedando como pocas veces se le vería: vestido completamente de blanco, cosa que hacía que apreciese un fantasma gracias al maquillaje del mismo color que le cubría el rostro, y coloca la diadema de Epi en su propia cabeza ya que no tenía otro lugar donde guardarla. Corre hacía los dos tios que habían cogido a Epi y habían derribado a Eddy, cruzándose con el mastodonte rubio que iba ahacer lo propio con la pelirroja, y arrancando la envoltura de los tampax deja ver unos tubos de metal unidos por la tela. Avanza blandiendo los nunchakus con impresionante soltura, gracias a las peliculas de Bruce Lee, y de un certero movimiento golpea en la cabeza a la vez que da un grito emulando a su héroe al gilipollas que había atacado a Eddy, haciendo que este se tambalee y se gire a él.

-Rothbart, ven aquí si te atreves...-Comienza a dar pequeños saltitos, de lado a lado, como le había visto hacer tantas veces a tito Bruce en las películas, imitando sus movimientos y sonidos.- ...voy a hacer que mis nunchakus fluyan como el agua en tu cabeza... gilipollas -Se coloca en posición de combate, imitando de nuevo a Bruce Lee y lanza un pequeño grito, esperando su ataque.

**Epiphany J. Murray** Lun Sep 28, 2009 1:18 am

Las palabras que le dedican, las risas crueles, las manos que intentan explorar lo nunca explorado..., Todo, absolutamente todo lo que le está sucediendo empotrada contra la pared contraria a la que se han llevado a su amiga, se convierte para ella en una agónica pesadilla. Teme por Dafnée, y teme por si misma, mientras las lágrimas resbalan por su rostro aniñado y tiembla, como un ratón timorato, cada vez más.

Lucha, intentando zafarse, pateando, clavando las uñas y mordiendo... Todo en vano, porque es consciente de que no va a poder librarse del horror que se le viene encima cuando uno prueba a lamer su cuello mientras otro posa las manos en sus pechos, todo de forma poco delicada, pellizcando, mordiendo con fuerza y dañando. Y es calificada por ellos al oído con insultos que jamás pensó que nadie le llamaría. Insultos obscenos que quedarán grabados del todo en su mente.

Sigue chillando, intentando cubrirse, apartarse, y llora, llora desconsoladamente, presa de la angustia, notando que se ahoga por el ansiedad... Escucha la voz de Edward y quiere gritarle que huya, que escape antes de que puedan hacerle daño, pero de su boca solo salen balbuceos inchorentes entrecortados por el llanto:
-Ed... Ed... Edward... No... -Deja de luchar, como resginándose a lo que quieran hacerle, a ver si así evita que él reciba daño por su culpa- No... No le hagais... Daño... A él... Hacédmelo... a mí...

Es entonces cuando escucha a alguien más y reconoce la voz del músico virtuoso...:
-No... -Gimotea, asustada de que pueda salir mal parado él también. Pero sin embargo, por lo que escucha y cuando se ve suelta y liberada, intuye que algo más está pasando.

Abre los ojos, pero los cierra ante lo rápido que sucede todo, mareada, dejándose resbalar al suelo y cubriéndose con ambos brazos el pecho desnudo, temblando entre espasmos sin dejar de llorar.

**Edward Carnby** Lun Sep 28, 2009 1:26 am

Si tuviese cualquier arma podría hacerle frente a los dos y darles la paliza de su vida, pero por desgracia no es el caso, así que simplemente espera... Y una figura de blanco aparece ondeando unos nunchakus de forma bastante buena, cabe destacar.

No le hace falta mirarlo mucho para saber quién es, pero ahora mismo se lo agradece con una media sonrisa, uno contra uno implica victoria asegura. Le dedica una mirada de soslayo a Epi, viéndola llorar y notando como su furia aumenta ante el tío que tiene delante, que le saca 10 centímetros mínimo y unos pocos de ancho...

Como si le importase. EN cuanto se le lanza hacia delante finta a un lado y asesta un fuerte puñetazo en sus costillas, separándose al instante para evitar un contraataque que intenta, pero demasiado lento. Aprovecha el tambaleo para lanzarse hacia delante y asestarle un rodillazo en todo el abdomen que lo deja sin aire, encorvándose hacia delante...

Momento que aprovecha para agarrarle la cabeza y darle otro rodillazo en toda la cara. Cae hacia atrás, gimoteando de dolor, pero no tiene bastante porque se acerca y comienza a ensañarse a patadas en los costados:

- A la próxima vez que os vea por aquí, os mato, ¿ de acuerdo?- Tras esto, y observando que los demás también han acabado, da un par de silbidos y unos pocos de sus compañeros acuden raudos:

- Scadlos de aquí, no quiero gentuza así en mi fiesta... Y a ese no lo lleveis al hospital, que se preocupen ellos de evitar que muera.- La orden es clara y el brillo en sus ojos indica que no acepta insubordinación o dudas. Y por ello se acerca a la mesa y coge el mantel que la cubría de un brusco movimiento, que contrasta mucho con losmovimientos con los que se acerca a Epi, acluquillándose enfrente de ella:

- Epi, soy yo, ¿ vale...?- La avisa para no asustarla, pasándole el mantel a modo de manta- Ya ha pasado todo, se han ido...- Se coloca finalmente de rodillas y le abraza el cuello, de forma que hunda la cabeza en su pecho si lo desea y llore todo lo que tenga que llorar.

Ahora, tras la adrenalina, nota el dolor del labio, sordo e intenso, así como la sangre resbalar por su barbilla...Pero ella es más importante en estos momentos.

**Norah E. McFadden** Lun Sep 28, 2009 1:46 am

Voy caminando por el Red&Black District hasta la casa del tal Edward Canrby, aun cuando la fiesta estaba empezada desde hacía un rato considerable.
Al fondo de la calle se oye jaleo, no sólo la habitual música, por lo que hago una bolita con el papel en el que estaba escrita la dirección y la tiro sin preocuparme de dónde cae. Total, las calles seguirían estando sucias y las papeleras prácticamente inexistentes aunque me hubiera preocupado de tirarla en un sitio apto. Acelero el paso al encontrarme a algunas personas que salen de la casa de la cual provenía el gallinero que, a juzgar por sus tambaleos, como mínimo estaban hasta arriba de alcohol y me aproximo a la puerta de entrada a la casa.
Antes de entrar, el portero me pide el dinero pertinente que saco del escote y la primera escena que veo es un puñetazo. *Genial, mi segunda fiesta en los alrededores y me reciben así...*, pienso, sonriendo para mí misma ante la panorámica.
Aún así, decido buscar algún lugar calmado (si es que existe entre tal odisea) en el que dejar mi abrigo largo negro y, esta vez sí, mostrar mi disfraz. Busco con la mirada a Dita, que de fijo se encontraba en el piso, mientras me adentro por el pasillo y encuentro la cocina, en la que únicamente se encuentra un camarero y algún chico por el suelo durmiendo la mona a las horas que son. Cómo gustaba el morbo de una pelea...
Me desembarazo del abrigo, dejando ver un escote pronunciado y unas largas piernas, aún más estilizadas con los tacones negros de aguja de 15 cms que había elegido para tal ocasión. El camarero silbó de puro aburrimiento pues ya se habría contentado en numerosas ocasiones la vista durante la noche y, dirigiéndole una mirada fría, recoloqué mi gorro y dejé el abrigo en una silla. Esta vez, le guiñé el ojo al barman y, con un gesto en dirección al abrigo, pidiéndole que le echara un vistazo, salí de la estancia en dirección al barullo de gente.

**Dmitri Vólkov** Lun Sep 28, 2009 1:47 am

Ha agradecido la ayuda de garfio, ya que al igual que él le ha clavado una daga al agresor el agresor podía habersela clavado a él mismo.

-Mi honor me prohibe quedarme de brazos cruzados cuando una dama esta en peligro, y siempre es un placer batirse con tan buen compañero de armas.

Se da cuenta que mientras ellos estan alabandose el uno al otro al ego, ella esta sufriendo un ataque de alguna clase. No duda en arrodillarse ante ella, sin importarle el riesgo de clavarse algun cristal en su piel desnuda y le obliga a mirarle a los ojos, intentando conectar con el hilo de cordura de la chica para poder restaurarlo.

-No dejes que tu luz se apague pequeña hadita, ¿Me haras dar palmas para sanarte?-le dice dibujando una sonrisa calida mientras se coloca su regale alrededor del cuello.-¿Dejaras a este gatito abandonado?

Y toma su mano para frotar su rostro contra él, imitando a un felino con la intención de hacerla reir.

**Caín L. Ibsen** Lun Sep 28, 2009 1:54 am

Sigue arrodillado junto a ella, frotándola con el abrigo con el que la ha cubierto y que sigue manteniendo sobre ella, intentando tranquilizarla mientras Dmtri también se arrodilla y hace lo propio. Él también la mira a los ojos, intentando transmitirle la fuerza interior que posee:

-Tranquilizaos, pequeña ninfa, mis alas nunca os dejarán sin protección -Susurra en su oído- Nadie podrá destrozar vuestra alma, jamás, teneis protectores... Y estamos aquí -Besa su frente- Recordad que bajo mi tutela nunca os pasara nada malo.

Cuando ve que largan de ahí a los cuatro susodichos se pone en pie y toma a Dafnée en brazos finalmente, sin descubrirla con el abrigo. Le hace un gesto a Dmitri para que les siga, cuando echa a andar hacia los sofás, tumbándola en uno de estos y sentándose a un lado, dejando el otro para que lo ocupe el príncipe oscuro.

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